España

Con honra y sin barco

El que no se consuela es porque no quiere, así que muchos celebran que tres marineros con más de un mes de secuestro a sus espaldas han vuelto a la casilla de salida de esta diabólica partida, al Alakrana, sorteando una amenaza de muerte inmediata:iban a ejecutarlos en tierra firme -pregonaban los filibusteros- si no liberaban en 48 horas a sus dos compañeros detenidos.

El tiempo es una de las pocas cosas insobornables en uso, así que pasaba y pasaba mientras unos miraban al reloj y otros se flagelaban con la chequera lista, encomendados a filigranas judiciales para que esta crisis siga siendo incruenta y la pesadilla llegue a buen puerto, que eso de que más vale honra sin barcos que barcos sin honra cuela en las declaraciones de intenciones pero chirría en esta película de final tan archiprevisible: taparse la nariz y pagar el rescate.

El del Playa Bakio se elevó a un millón de euros tras sólo seis días de calvario y los corsarios ahora se han empeñado en dilatar el suplicio para engordar el botín. Su estrategia parece cada vez más calcada de la que emplearon el pasado abril con el carguero alemán Hansa Stavanger, cuyos 24 tripulantes sufrieron cuatro meses de cautiverio sin apenas víveres, pistolas apuntándoles a la sien, llamadas desesperadas a los familiares y desfiles de rehenes hacia tierra firme para que la presión resultara más insoportable, si cabe. El calco puede ser prospectivo: el Gobierno de Merkel claudicó y pagó casi dos millones de euros.

En lo que va de año se han producido 75 asaltos a embarcaciones frente a las costas de Somalia, casi un 53% de los que se han registrado en todo el mundo. El incremento de los asaltos ha sido considerable desde que los islamistas radicales ocuparan en 2006 Mogadiscio, la capital de ese Estado en descomposición donde los grupos paramilitares campan a sus anchas y a los que sólo les ha tosido el Gobierno francés, que ya ha usado dos veces la fuerza contra la piratería. Aquí, temeridades militares las justas, pero los familiares de los tripulantes del Alakrana consideran al Gobierno "perdido" y le acusan de engañarlos al negar que la detención de dos piratas por la fragata Canarias y su traslado a España pueda entorpecer un final feliz. Su indignación puede ser el producto de la ansiedad multiplicada por la impotencia y parece que el Ejecutivo ha hecho algo bien al prever que eso del compañerismo era otra cantinela pirata y que lo quieren estos corsarios posmodernos es la pasta y allá se pudran sus compañeros detenidos.

El Gobierno censuró al Alakrana por propiciar su secuestro al rebasar el perímetro de seguridad, pero alguien debe explicar igual de raudo el sentido del turismo carcelario al mandarlos a España. No hay que ser un estratega fino para prever el chantaje, aunque más imperdonable es que Gobierno y PP se peleen y el lehendakari mande la separación de poderes de Montesquieu a hacer puñetas mientras 36 hombres y sus familias tiemblan y se desesperan con honra pero sin barco.

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