España

"Soy un hombre leal pero no sumiso"

  • Tomás Gómez es un ejemplo de persona que se ha hecho a sí misma después de regresar con su familia de Holanda, adonde sus padres tuvieron que emigrar durante la dictadura franquista

Tomás Gómez, el vencedor de las primarias, tiene un récord que hasta ahora nadie le ha podido arrebatar: el líder del Partido Socialista de Madrid (PSM) se convirtió en 2003 en el alcalde más votado de España, al ser reelegido con el 75,35% de los sufragios como regidor de Parla, la localidad obrera (115.000 habitantes) al sur de la capital española que le vio crecer.

La popularidad como alcalde de Parla (1999-2008), en cuya piscina municipal trabajó de socorrista siendo joven, ayudó a Gómez a conquistar en 2007 la secretaría general del PSM. Pero no le salvó del enfrentamiento con el aparato socialista, incluyendo el mismísimo presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que optó por su ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, como cabeza del partido para las próximas elecciones autonómicas de 2011. "Soy una persona leal, pero no sumisa", dice el líder del PSM cuando se le pregunta sobre su decisión de no aceptar la retirada de su candidatura, como le pidió Zapatero.

La determinación que exhibe a sus 42 años le viene de sus orígenes. El candidato díscolo de los socialistas proviene de una familia humilde. Nació en la ciudad holandesa de Enschede, donde sus padres habían emigrado durante la dictadura franquista. Cuando tenía dos años, la familia regresó a Madrid y, seis años después, se instaló en Parla. Allí, su padre trabajó primero como taxista, para luego abrir una cafetería y después una zapatería.

En el colegio, Gómez era un chico muy aplicado. También lo era en la universidad, donde estudió Ciencias Económicas, especializándose en política monetaria y finanzas públicas. Actualmente prepara su tesis doctoral, dedicada a la gestión sanitaria. Es, además, profesor en la Universidad de Madrid.

Seguidor del Real Madrid y aficionado a los toros, Gómez es también un buen pintor y dibujante, así como un buen cuentachistes. Una de sus especialidades es imitar a personajes famosos, incluyendo compañeros de partido como Felipe González.

A Gómez, que está separado y no tiene hijos, también le gusta montar en moto y practicar deporte: corre, nada, juega al baloncesto y cultiva su complexión atlética acudiendo cuatro veces a la semana a un gimnasio, donde levanta pesas que llegan hasta los 100 kilogramos.

La perdedora, Trinidad Jiménez, se presentaba como la "candidata del cambio" pero contaba con el apoyo incondicional del presidente del Gobierno. La ministra de Sanidad ha estado siempre donde su jefe ha considerado que debía estar.

"Tenemos que sacudirnos la resignación de que aquí, en Madrid, es muy difícil ganar", manifestó durante la campaña.

Malagueña de nacimiento y licenciada en Derecho, el puesto de mayor responsabilidad que ha ocupado Trini, como se la conoce, es hasta ahora el de ministra de Sanidad. Pese a no tener conocimientos en el tema sanitario, consiguió el respeto de muchos, incluso del PP, cuando nada más llegar al cargo le estalló la crisis de la gripe A, que gestionó bien y con eficacia.

Eso sí, se ha enfrentado a críticas de la oposición y otros sectores por poner a la venta sin receta médica la píldora del día después y por la nueva ley del aborto. También ha recibido comentarios desfavorables por su apuesta por la prohibición total del tabaco en espacios públicos, que presumiblemente entrará en vigor al comenzar 2011.

A sus 48 años, Jiménez tiene tras de sí una larga y diversa carrera política que ha alcanzado su mayor cota en los últimos años, los que van desde que Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa en 2004.

Fue entre 1996 y 2000 responsable de Relaciones Políticas con América Latina del PSOE. Con Zapatero ya en la secretaría general de los socialistas, un proceso en el que contó con la ayuda activa de Jiménez, fue nombrada secretaria del partido de Política Internacional. Cuando Zapatero pensó que era la persona idónea para arrebatar la alcaldía de Madrid al PP, ella lo intentó sin éxito pero con todas sus fuerzas.

Una chaqueta negra de cuero que desató la polémica por ser, según algunos, demasiado sexy, y un maratón que le hizo estar 19 horas diarias de pie durante una semana, recorriendo Madrid barrio a barrio, le otorgaron una popularidad que desde entonces no ha caído.

Pese a que su ilusión había sido siempre ser ministra de Exteriores, después de tres años en la oposición en el ayuntamiento de Madrid asumió con ganas la secretaría de Estado para Iberoamérica. Y luego la jefatura del Ministerio de Sanidad, donde la comunidad médica, sindicatos del sector sanitario incluidos, han alabado su gestión.

Hasta el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, al que Jiménez se enfrentó en 2003 sin éxito en las elecciones municipales, pidió hace unas semanas a su formación, el PP, que no arremetiera contra ella.

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