La crónica

La campaña finaliza con Sánchez y Casado mirando a sus extremos

  • El líder del PP abre la puerta a un posible Gobierno con Vox dentro, en función del resultado

  • La prensa internacional más liberal teme el ascenso de la ultraderecha y solicita el voto para Pedro Sánchez

Pablo Casado, este viernes en Valencia, donde también cierra la campaña.

Pablo Casado, este viernes en Valencia, donde también cierra la campaña. / Bruque/EFE

La campaña electoral finaliza de un modo agónico. Pedro Sánchez inició la carrera con el objetivo de armar una mayoría suficiente para gobernar en solitario, pero ha terminado admitiendo que podría gobernar con Unidas Podemos. El líder del PP, Pablo Casado, abrió la puerta este viernes a un Gobierno donde pudiese entrar Vox, dependiendo del número de escaños que obtenga. El partido de Santiago Abascal ha sido la revelación de esta campaña, a pesar de que en España no se pueden publicar sondeos desde el lunes y, por tanto, se desconoce si llegarán a 20, a 40 o a más de 60. En el PSOE cunde en desánimo ante la posibilidad real de que PP, Ciudadanos y Vox alcancen más de 176 escaños, las direcciones provinciales están realizando un llamamiento masivo a la participación en las urnas.

A la vez, entre los populares hay una sensación de que ahora sí se sumaría, pero falta por conocer cómo afectará el trasvase de votos entre PP y Ciudadanos hacia Vox. Hay quien sostiene que Abascal puede ser la segunda fuerza de la derecha. Pedro Sánchez ha dado un mitin en Entrevías, en Madrid, antes de cerrar en Valencia, y allí ha dicho que el riesgo de que Casado "sea presidente, con Rivera en algún ministerio, por ahí, y la ultraderecha" es real. Tanto el candidato socialista como Albert Rivera cierran en Valencia, ya que el domingo también hay elecciones a las Cortes autonómicas.

Los sondeos de los partidos confluyen en una recuperación de Unidas Podemos y un lanzamiento de Vox

No hay encuestas publicadas pero los partidos y otras instituciones manejan los sondeos móviles (trackings), todos van a apuntando hacia un despegue de Vox y a una recuperación de Unidas Podemos. El informe caritas de Pablo Iglesias demuestra que ahora le sopla el viento de cola. Iglesias está pidiendo el voto a las izquierdas, con el argumento de que también irán a reforzar una posible coalición entre el PSOE y su partido. Y Pablo Casado inició el día en esRadio, la de Federico Jiménez Losantos, el azote de la "derechita cobarde", con la aceptación de una fórmula que vaya más allá de la alianza a la andaluza. Con Vox en el Gobierno. después, en un encuentro con militantes, lo describió de un modo gráfico: "No nos vayamos pisando la manguera".

Vox, estrella o burbuja

Para el cierre en Madrid, Casado se ha llevado a la número uno por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, que se ha convertido en una de la estrellas de la campaña popular por su arrojo frente a los nacionalismos. La periodista ha acusado al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, de buscar un pacto con el PSOE, las últimas consignas son las de desacreditarlo.

Ahora bien, no hay sondeos, por lo tanto no ha certeza de lo que puede ocurrir este domingo. Ni en un sentido ni en otro. Muchos de los grandes llenazos de Vox en Córdoba, Granada y Sevilla también se debe a que cuenta con un buen número de simpatizantes que van de una ciudad a otra. En el de Sevilla, por ejemplo, había mucha gente de Murcia y otras zonas del Levante.

Estas son las elecciones generales más inciertas que se han celebrado en España. La confluencia de cinco partidos de ámbito nacional y la experiencia de las andaluzas, donde ningún sondeo apreció la fuerza de Vox, han cargado de incertidumbre el resultado del domingo. Pero pistas hay: los dos bloques, a izquierda y derecha, se sostienen sobre un equilibrio inestable que se romperá en 48 horas.

La campaña no es extraño sólo por la incertidumbre, sino por la irrupción de un partido ultranacionalista como Vox. Otra de los evangelios del liberalismo económico y político, el periódico Financial Times, ha solicitado el voto para Pedro Sánchez por su "moderación". Como ya hiciese la otra biblia, The Economist, el liberalismo abomina de los populismos de derecha tanto como de los de izquierdas, por lo que prefiere una victoria del PSOE que no se adentre en los caminos de Estados Unidos e Italia.

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