En la línea de salida hay un agujero en el centro del espectro político español. Al menos, eso piensan las personas consultadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas. El CIS pregunta por muchas cosas, entre otras por cómo sitúan los españoles a los partidos de diestra a siniestra. Pide que les puntúen del 1 al 10, supuesto que 1 fuese la extrema izquierda y 10 la extrema derecha. El resultado en este momento es muy curioso. Vox saca 9,3, PP 8,1, Cs 6,9, PSOE 4,1 y UP 2,3. Vox queda a sólo siete décimas de una extrema derecha absoluta en la apreciación de los españoles. Y, curiosamente, su irrupción en este cuadro empuja ligeramente hacia el centro, respecto a anteriores barómetros, a un PP ultramontano y a un Cs intransigente. Las comparaciones son odiosas y a veces agradecidas.

Ciudadanos se coloca a 1,4 puntos a la derecha del centro teórico, que estaría en 5,5. En el lado izquierdo, un PSOE en alza y sobrado saca un 4,1, uno de los datos más izquierdistas para los socialistas en esta serie, que los deja también a 1,4 puntos del centro teórico. UP está a trece décimas de la extrema izquierda, más o menos el lugar habitual de IU y Podemos. De todo este pelotón, el principal hueco está en el centro: casi tres puntos separan a los dos partidos más centrados, que además son los únicos que podrían formar un Gobierno de dos, porque el resto de las combinaciones exigen más socios. El mapa político español muestra una rotura justo en el punto de equilibrio.

Además de esto dato significativo para el día después de las elecciones, los candidatos arrancan la carrera exhaustos de tanta precampaña, pero con distinto talante. En la línea de salida, Sánchez levita, Casado no llena el traje, Rivera sigue desnortado, Iglesias se mira al espejo y a Abascal parece que no se le ve, pero está; vaya que si está.