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Las claves

2016 cerrará lo no cerrado en 2015

  • Incertidumbres. El nuevo año se abre con la incógnita de quién será el próximo presidente del Gobierno, que tendrá que lidiar con los avances del proceso independentista en Cataluña.

POCOS años han finalizado con más problemas sin solucionar, sin concretar. 2015 pasará a la historia como un año falto de resoluciones, y se inicia 2016 con varias incógnitas relevantes sobre la mesa, entre ellas dos que macarán el futuro de España: quién gobernará el país y quién gobernará Cataluña.

Las negociaciones desvelarán las incógnitas actuales, y se inicia el año sin que se existan suficientes datos sobre el desarrollo de las negociaciones, todavía poco más que un esbozo. Este fin de semana se conocerán algunos elementos decisorios: uno, si la CUP decide finalmente dar el paso para que Artur Mas sea investido presidente. Dos, si Podemos renuncia a su proyecto de un referéndum sobre la independencia en Cataluña. Si es así Pedro Sánchez tendría más fácil el deseado camino hacia La Moncloa, aunque necesitaría buscarse aún más apoyos, no son suficientes los de Podemos. Y si los tuviera, no se puede descartar que Albert Rivera decidiera entonces apoyar activamente un Gobierno del PP para parar así los pies a un Ejecutivo con Podemos dentro... que desde luego no es lo que quieren los que han votado a Ciudadanos como alternativa al PP por rechazo hacia Rajoy. Pero que se mueven en la esfera conservadora y difícilmente perdonarían a Rivera que no tomara iniciativas para impedir un gobierno de izquierdas que incluiría a los extremistas y a los antisistema.

El 2016 es el año de la gran política, la política de Estado, la política de la defensa de los intereses de todos frente a los intereses de partido. En el PP Rajoy tiene la presidencia del partido asegurada si logra mantenerse como jefe de gobierno y, si no, no se puede descartar que ponga en marcha el mecanismo de sucesión. Motu proprio, no como en el caso de Pedro Sánchez, al que los dirigentes que más influyentes del PSOE, incluidos algunos ex, quieren ver relevado porque en este año y medio al frente de la secretaría general no ha cumplido con las expectativas. Ni respecto a la organización interna del partido y su potenciación, ni respecto a los resultados electorales, los peores en los 40 años de democracia. Y no le salva que haya conseguido colocarse,in extremis, como segundo partido más votado, después de que los sondeos le auguraban una tercera posición. Sólo lo salvaría la Presidencia del Gobierno. Pero, ojo: si la imposibilidad de crear acuerdos de Gobierno obligara a Rajoy a convocar nuevas elecciones, Sánchez tiene muchas papeletas para no ser el candidato. No hace falta un congreso para ratificarlo o para obligarle a ceder el paso, podría hacerlo el comité federal. Es algo de lo que se habla en las alturas de su partido.

Cataluña. 2016 es el año en el que se concreta el desafío independentista. Una vez aprobada la declaración del Parlament, que ha echado atrás en Tribunal Constitucional, en los próximos meses se verá qué ocurre con esa declaración.

Si Mas es presidente, como parece, sus socios -que son los que mandan- querrán seguir adelante con el proyecto independentista, y en ese caso corresponderá al Gobierno central hacer frente a la secesión con las armas que tiene en su mano: el artículo 155 de la Constitución, que no recoge la abolición de la autonomía explícitamente, pero sí que se puedan tomar medidas para luchar contra quienes ponen en peligro la unidad de España, previa aprobación del Senado de esas medidas.

Ahí está una de las claves del proceso, que obliga a Rajoy a tener muy en cuenta un dato al que la mayoría de los españoles no han dado la suficiente relevancia: el resultado del 20-D confirma la mayoría absoluta del PP en el Senado. Es decir, del PP depende que se puedan las iniciativas que hacen falta para detener al independentismo. Iniciativas que con toda seguridad pasarían por restarle competencias a Cataluña para obligar así a su Gobierno a cumplir la legalidad y las sentencias del Tribunal Constitucional.

Hay un elemento más en la cuestión independentista catalana, y que tampoco se ha tenido suficientemente en cuenta: el PNV actual no defiende la independencia de Cataluña por mucho que Artur Mas haya intentado convencer a Urkullu. Y tampoco le entusiasma a Urkullu un Gobierno central con Sánchez de presidente: el secretario general socialista defiende una reforma en profundidad de la Constitución, y el PNV tiembla de pensar que se plantee la abolición del concierto económico y el cupo vasco. Que se plantearía, es una vieja ambición de los gobiernos autonómicos que se mantengan esos privilegios a pesar de su larga implantación histórica.

Veremos en el 2016 la fortaleza de los dos partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, y si Pablo Iglesias consigue mantener el apoyo de los satélites como Mareas, Compromís, Sí se Puede y otros. Veremos si la alcaldesa madrileña sigue su mandado sin problemas, está cuestionada por un PSOE que en Madrid sufre una profunda crisis interna de la que se hace responsable a Pedro Sánchez. Veremos si el PP consigue poner en peligro la aparente fortaleza de Susana Díaz en Andalucía, y si la baronesa decide finalmente dar el salto a la secretaría general del PSOE y abandona su cuartel general en el palacio de San Telmo. Y veremos si el PP se da por satisfecho con la tibia renovación iniciada antes de verano con la designación de cuatro nuevos vicesecretarios generales o sigue forzando la maquinaria interna de cara a un cambio profundo para el futuro.

En el plano económico, fundamental, habrá que estar pendientes de la reacción de los inversores ante el nuevo Gobierno. Como habrá que estar pendientes también en otro plano aún más importante: la lucha contra el yihadismo.

España está haciendo bien los deberes, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado realizan un trabajo que merece elogios de quienes luchan contra el Estado Islámico en todas partes del mundo y se han abortado operaciones terroristas que podrían haber sido de gravedad extrema. Pero ni se puede pensar que ese trabajo bien hecho nos libra de toda posibilidad de mal ni se puede bajar la guardia.

El Estado Islámico es implacable y su método de guerra incluye un elemento difícil de contrarrestar: el fanatismo, la brutalidad extrema, la falta de reglas, los kamikazes, la utilización de secuestrados y civiles que no comparten su religión para utilizarlos como bombas humanas. 2016 es un año en el que habrá que tomar decisiones drásticas, contundentes, para acabar definitivamente contra el terrorismo islamista.

Año por tanto complicado en todos los aspectos, que hay que abordar con fortaleza, sin miedos, con generosidad, y con la certeza de que en situaciones límite la gente de la calle da lo mejor de sí misma. Los que tienen sobre sus espaldas grandes responsabilidades, también deberían hacerlo.

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