las claves

¿Vuelta al bipartidismo en 2017?

  • En baja. Pablo Iglesias y Abert Rivera se las prometían muy felices, pero el año que entra no se presenta bien para Podemos y Ciudadanos; pese a su delicada posición, el PSOE recupera aire

Hace apenas seis meses, el líder de Podemos estaba convencido de que esta legislatura le afianzaría como segunda fuerza del país y quizá se convertiría en presidente en las próximas elecciones. El líder de Ciudadanos, por su parte, tras el acuerdo alcanzado con el PP, pensaba que iba a ser un político con gran poder decisorio y que de él dependería que el Gobierno de Rajoy pudiera aprobar sus más importantes iniciativas, empezando por los Presupuestos Generales del Estado. La realidad, sin embargo, es tozuda y, a pesar de que tanto en Podemos como en Ciudadanos han repetido hasta la saciedad que con su aparición en la escena pública se acababa el bipartidismo, los hechos demuestran que el PSOE tiene más capacidad de maniobra de lo que podía pensarse ante su evidente debilidad interna, y demuestran también que, a pesar de esa debilidad interna el PP, Rajoy prefiere pactar con los socialistas que con cualquier otro grupo parlamentario. Y no por una cuestión matemática, ya que Ciudadanos no le ofrece suficiente número de diputados como para alcanzar las mayorías necesarias; la verdad, guste o disguste a Rivera, es que Rajoy se siente más cómodo negociando con un partido que ha tenido experiencia de gobierno que con uno que ni siquiera cuenta con alcaldes de una mínima entidad o consejeros de gobiernos regionales. El PSOE, o más bien la gente con mando en plaza en el PSOE, aunque sea a través de una gestora, sabe qué cuestiones son inaplazables y deben defenderse por encima de los intereses de un partido en la oposición.

CUATRO CONGRESOS

Este año que ahora comienza va a ser apasionante desde el punto de vista político. Los cuatro partidos en liza van a definir su futuro antes de que llegue el verano y, hoy por hoy, a pesar de sus problemas, muy serios, el PSOE se encuentra en condiciones de protagonizar una remontada que le afiance como el segundo partido sin sentir el aliento de Podemos en la nuca. Al contrario, si los socialistas siguen en su actitud de mirar hacia adelante sin atormentarse por los errores cometidos en el pasado, incluso pueden acariciar la idea de que a medio plazo se pueden ganar nuevamente unas elecciones, objetivo que hace apenas unas semanas parecía una quimera.

Para ello es necesario que en este 2017 acierten con su congreso, acierten con la elección del secretario o secretaria general y que pasen página definitivamente a los años de pesadilla protagonizados por Pedro Sánchez, que sigue deshojando la margarita respecto a su candidatura. Lo que se prevé en estos próximos meses es que el PSOE continúe su fortalecimiento interno, pacte con el Gobierno cuestiones muy delicadas que potenciarán su imagen de partido de Estado, y que elija a sus cargos de manera que la militancia y los votantes recuperen el ánimo y la ilusión perdidos. ¿Con Susana Díaz? Puede, a pesar de las dudas. Y con un sector que mira hacia el asturiano Javier Fernández quien, aunque no quiere ni oír hablar de la secretaría general, es consciente de que destacados dirigentes del partido le consideran la opción más sólida para seguir al frente del PSOE, aunque previamente tendría que renunciar a la presidencia de la comisión gestora.

El otro gran partido -el PP- es una balsa de aceite. Unido, con un presidente indiscutido que será reelegido masivamente en el congreso de febrero y que en esta legislatura tendrá la oportunidad de demostrar que es lo que dicen sus defensores, un político sólido, negociador y cercano. O que, por el contrario, dará la razón a los que consideran a Rajoy un presidente intolerante y dañino. Sin embargo, tras las negociaciones que ha hecho personalmente en estos dos meses de presidente, o que ha impulsado para que hagan otros en su nombre, todo apunta a que será el año en el que aparezca un Rajoy muy distinto a su primera legislatura, tan encerrado en Moncloa, tan dedicado a resolver problemas económicos y muy distanciado aparentemente de los problemas cotidianos de los españoles.

Debería ser también la legislatura en la que se empiecen a advertir señales sobre quién puede ser su sucesor en la presidencia del partido. En función de cómo marche esta legislatura, que se definirá este año, porque será el que marque las pautas de comportamiento, dependerá que Rajoy decida si se limita a dos mandatos, como Aznar y Zapatero, o quiere intentar ser presidente en una tercera ocasión. Si cierra el ciclo con dos mandatos, antes de que finalice el segundo se conocerá el nombre del sucesor, y distintas personas del PP consideran que del congreso de principios de febrero podrían salir algún indicio o dato significativo sobre el nombre de la persona destinada a ponerse al frente del PP una vez que Rajoy inicie la retirada.

Es año clave para Podemos, y menos clave para Ciudadanos. Para Podemos, porque la lucha entre Iglesias y Errejón por marcar la estrategia del partido está llevándose la credibilidad del partido por delante, y si no consiguen apaciguar los ánimos en el congreso de Vistalegre 2, también en febrero, podría producirse una escisión de imprevisibles consecuencias. En Ciudadanos, el tercer partido que celebra congreso en las próximas semanas, nadie cuestiona el liderazgo de Albert Rivera, pero sí se está debatiendo internamente si sería conveniente mantener la posición actual de no participar en los gobiernos a los que se apoya. En el 2017 se despejará la incógnita, y en principio podría tomarse la decisión de aceptar la oferta que hizo en su momento Cristina Cifuentes de incluir algún consejero de Ciudadanos en su gobierno.

El rival de Puigdemont

La política territorial la ha dejado Rajoy en manos de Soraya Sáenz de Santamaría porque es una cuestión prioritaria, sobre todo por la actitud del independentismo catalán y de su presidente Puigdemont. En el País Vasco, sin embargo, el lehendakari Urkullu no se plantea la independencia, sino mayores cotas de soberanismo. Lo que preocupa, por tanto, es Cataluña.

Hay que estar muy atentos a Oriol Junqueras, que se ha convertido en un importante interlocutor de Sáenz de Santamaría, por ser vicepresidente de la Generalitat y porque su partido, ERC, es hoy el que suma mayor número de votos.

Se ha producido un cambio muy relevante en la actitud de Junqueras, que se concretará abiertamente a lo largo del 2017: se siente cada vez más alejado de Puigdemont y la CUP, hace semanas que no realiza públicas reivindicaciones independentistas y se centra en cómo se podría satisfacer a los que exigen el derecho a decidir de manera que se celebre algo de acuerdo con la Constitución y con el Gobierno central.

Una posición en la que veremos cómo profundizan, sin duda, Soraya y Junqueras, quien, no es ningún secreto, aspira a convertirse en presidente de la Generalitat tras unas elecciones autonómicas que se adivinan cercanas.

Año, por tanto, de definiciones más que de decisiones. Año de acuerdos, de reformar leyes, pero no derogarlas, y de avanzar en la solución de los problemas territoriales. Y año, hay que insistir en ello, en el que se vivirá una recuperación de la fórmula que ha dado estabilidad a España durante 40 años: el bipartidismo.

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