PEDRO Sánchez es un hombre obstinado, y además tiene poco que perder. Este apunte psicológico y esta circunstancia vital son sustanciales para que comprendan cómo va a jugar sus cartas hasta el final para ser el presidente del Gobierno. La retirada de los barones le ha conferido una confianza de la que ya iba sobrado. Sin embargo, Sánchez ha conseguido que Patxi López sea el presidente del Congreso gracias a la voluntad de Ciudadanos de favorecer a un Gobierno del PP. Los de Rivera opinan, y acertadamente, que es bueno que el líder de la Cámara legislativa sea de un partido diferente al del Gobierno, por eso apoyan a López, porque suponen que el Ejecutivo será popular. Rajoy, consciente de que necesita a Pedro Sánchez, y ésa es una flaqueza casi insalvable para su objetivo de volver a ser presidente, ha dejado hacer y los populares se abstendrán hoy en el Congreso.

Pedro Sánchez ha hecho algo más, algo que indica que no está dispuesto a todo con Podemos: ha impedido que los de Iglesias cuenten con cuatro grupos en el Congreso. Tampoco negociará mientras mantengan la prioridad de un referéndum independentista, pero más allá de eso no hay otras líneas rojas. A partir de hoy, Sánchez intentará cercar a Pablo Iglesias para que le apoye. Mientras el hombre obstinado no cambie de opinión, y parece que será así al menos hasta que el Rey le encargue formar gobierno, el PP no tendrá ninguna oportunidad. "O Pedro o elecciones", explican los suyos. Sánchez se ha colocado en el centro, y puede pactar a su izquierda, con Podemos, o a su derecha, con Ciudadanos. Necesita a ambos, el apoyo de uno y la abstención del otro. Confía en que a Ciudadanos le entre el pánico ante unas nuevas elecciones, y se mezcle en una operación con Podemos. Sólo si Ciudadanos se resiste a acercarse a los morados, aun a riesgo de ser consumidos por el voto útil, el PP volverá a tener otra oportunidad para el gran acuerdo.