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España

Negociación con truco

  • Los sindicatos se sienten engañados por Zapatero y el Gobierno se siente maltratado por ellos, pero muchos sospechan que ambas partes tienen una 'hoja de ruta' en la que los reglamentos tendrán mucho que decir

ESPERARÁ a que tome posesión el sustituto de Celestino Corbacho. El presidente del Gobierno ha anunciado que negociará con los sindicatos una vez que nombre al nuevo ministro de Trabajo, y sus declaraciones han dado pie a que los que denunciaban que existía una hoja de ruta entre sindicatos y Gobierno relacionada con la reforma laboral se sientan cargados de razón, aunque desde las dos partes se insista en que jamás se ha acordado nada parecido: los sindicatos se sienten engañados por Zapatero, dicen los portavoces sindicales, y el Gobierno se siente maltratado por unos sindicatos que han convocado una huelga general a un presidente que siempre les ha tratado con guante blanco, dicen en el Gobierno.

Sin embargo, el mismo día de la huelga, al llegar al Congreso para someterse a la habitual sesión de control, Rodríguez Zapatero reiteraba su disposición a negociar con los sindicatos; y al día siguiente, Fernández de la Vega insistía en la disposición a negociar en una entrevista en la que coincidió con Cándido Méndez; y al día siguiente del día siguiente de la huelga, la vicepresidenta y portavoz volvió a decir que el Gobierno tenía la mano tendida a los sindicatos. Lo que significa que pueden producirse algunas modificaciones en las medidas económicas inducidas por la UE que Zapatero tuvo que presentar al Parlamento, y que fueron aprobadas con los votos socialistas y de UPN.

El problema es que precisamente por haber superado ya el trámite parlamentario, queda poco campo para la negociación. Pero muy relevante: las pensiones. Y un segundo capítulo del que también pueden sacar provecho los sindicatos: el reglamento. Estos días se ha recordado a famosa frase atribuida a Romanones: "Hagan la ley y déjenme el reglamento". La aplicación de la ley, el reglamento, puede ser más importante que la propia ley.

Respecto a las pensiones, el propio presidente ha dicho que está dispuesto a escuchar a quienes planteen fórmulas distintas a la ampliación de la edad de jubilación a los 67 años, que es lo mismo que expresar su disposición a echar marcha atrás en una medida que provocó un profundo malestar social cuando se anunció. Otro de los aspectos que los sindicatos pretenden que cambie el Gobierno es el cálculo de la cotización: frente a los quince actuales, que el Gobierno pretende ampliar hasta los 20 o incluso los 25, UGT y CCOO han puesto sobre la mesa la posibilidad de aceptar una ampliación, pero de manera que los trabajadores elijan los años sobre los que se aplica. Es decir, un trabajador que ha ido a menos, podría pedir que la pensión fuera calculada según sus primeros años de cotización, mientras que el trabajador que ha subido escalones profesionales, y sueldo, cotizaría según los últimos. Una propuesta sobre la que el Gobierno no se ha pronunciado, entre otras razones porque los sindicatos aún no la han presentado formalmente.

Es más difícil en cambio que el Gobierno dé marcha atrás en la congelación de las pensiones, no solo porque se ha aprobado en el Parlamento sino porque se ha empezado a aplicar en algunos sectores desde el pasado mes de junio. Pero al verse solo frente al mundo, sin un solo partido que apoye la congelación, y por supuesto sin el apoyo sindical, creen en UGT y CCOO que podría encontrarse una fórmula que permitiera salvar la congelación, teniendo en cuenta que para dar marcha atrás en ese punto el Gobierno tendría el apoyo de toda la Cámara.

Pero son palabras mayores que los sindicatos no se atreven a dar como probables, aunque tras la huelga general están convencidos de que lograrán ablandar al Gobierno en aspectos importantes de la reforma laboral. Explican por ejemplo que aunque la ley ha pasado el trámite parlamentario queda por delante la negociación colectiva. Y entonces habrá que escuchar las propuestas de la CEOE, organismo que no atraviesa su mejor momento porque el presidente Díaz Ferrán es cuestionado ya por algunos de los vicepresidentes que hasta ahora lo apoyaban. Si se concreta su cese y llega otro presidente a la CEOE, es posible que quiera entrar con buen pie mostrando un rostro dialogante. Pero temen también lo contrario: que por hacer amigos entre los empresarios, presente su rostro más inflexible ante los sindicatos.

Dentro del reglamento de la reforma laboral, el punto en el que todos quieren llegar a acuerdos es en el relacionado con los despidos. El Gobierno ha apretado mucho las tuercas al reducir los días por año trabajado que marcan la indemnización y sobre todo al abrir la puerta al despido si la empresa prevé pérdidas, lo que según los sindicatos equivale a admitir el despido libre porque "prever" no significa que la empresa esté en crisis. Concretar cómo se miden las previsiones de pérdidas o de crisis podría ser uno de los aspectos en los que se centrarían las negociaciones futuras entre sindicatos y Gobierno, pero eso significaría una corrección profunda a las medidas de Zapatero. Entre los sindicatos se advierte cierto optimismo respecto a las negociaciones con el Gobierno; en el Gobierno en cambio hay más cautela.

Pero quieren negociar.

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