A Dios rogando...
A Dios rogando y con el mazo dando, Junqueras es tildado de vaticanista. Una definición con sustento, dada su calidad de católico practicante (todos los domingos asiste a misa, la cárcel no es óbice) y la suavidad de sus formas, que esconden un fondo rocoso. Dicen en su entorno que su dulce tono de voz "no fulmina a sus rivales políticos, los difumina". En todo caso, su perfil es atípico en la asamblearia formación republicana.
Tuvo el cuajo de declarar en el banquillo del Supremo durante la vista del procés su amor a la patria. "Yo amo a España. Amo a la gente y a la cultura española. Lo he dicho mil veces porque es verdad", aseguró Junqueras a su abogado Andreu Van Der Eynde durante su interrogatorio. Erigiéndose en paladín de la transversalidad. "¿Cómo es compatible esto con que sea republicano catalán?". "Estoy convencido de que el mejor modo de garantizar la convivencia y las relaciones es con un reconocimiento entre iguales".
Junqueras ha diseñado su carrera política al milímetro, evitando salidas de tono y conflictos. Así, en las municipales de 2015, ERC (que ya él presidía) animó a los alcaldes a colocar la estelada en la fachada de los ayuntamientos, pero él se negó. "No es la bandera de todos los catalanes", decía.
Con la heroica vitola de mártir del independentismo (ha perdido unos cuantos kilos en prisión mientras Puigdemont se pasea por la Grand Place de Bruselas creyéndose su mentira de que es una especie de Josep Tarradellas en el exilio), alumnos, profesores y responsables de la universidad le han hecho pasillo esta mañana entre aplausos y vítores a su llegada al campus Manresa de la Universidad de Vic, a escasa distancia de su centro penitenciario por cierto.
Junqueras desarrollará un encargo académico vinculado a la formación continua de corta duración. Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea y doctor en Historia del Pensamiento Económico, sus detractores le acusan de ir impostadamente de sencillo por la vida. Cuentan sus hagiógrafos que unas monjitas un día, viéndole tan capaz, lo llevaron a estudiar con ellas. La realidad parece diferente: hijo de un catedrático de Dibujo en un instituto y de una enfermera, era un niño acomodado cuando unas religiosas animaron a sus padres a que lo enviasen al privadísimo Liceo Italiano de la Ciudad Condal.
En 2011 empezó a brillar religiosamente en el mundo de la política, al ser elegido alcalde de Sant Vicent dels Horts, algo que compartió siempre, primero con el Europarlamento y después con la presidencia de Esquerra.
Ahora, desde Lledoners sigue llevando la batuta de ERC, que se las tiene tiesas con Jxcat en plena precampaña electoral catalana. Durante el acto puigdemontista del pasado sábado en Perpiñán se emitió un vídeo de Junqueras en el que apareció el Tribunal Supremo, que el público asistente abucheó, como a la mesa de diálogo en Moncloa. JxCat, que se sienta en ella, la tacha de "engañifa". Junqueras se jactaba en el vídeo de haber forzado al Gobierno a negociar y a adoptar su terminología, el ahora llamado "conflicto político" que Sánchez reducía, antes de necesitar los favores de ERC, a mero problema de convivencia.
La resolución del conflicto pasa por Lledoners y está cada vez más lejos de Waterloo.
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