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La lucha contra eta Una reunión abocada de nuevo al fracaso salvo sorpresa

Ibarretxe entra en campaña

  • El lehendakari se presenta hoy de nuevo en La Moncloa con su proyecto ultranacionalista bajo el brazo sabedor de que el presidente del Gobierno volverá a pararle los pies, lo que reactivará el victimismo del PNV para apelar a las urnas

El presidente del Gobierno saldrá hoy a las diez de la mañana a la escalinata del Palacio de La Moncloa flanqueado por una bandera española y una ikurriña y recibirá al lehendakari, con una sonrisa más postiza que blanca. Tragos de saliva y lluvia de fotos para la primera ¡y última! mano tendida del día entre ambos. ¿Quién dijo que una imagen vale más que mil palabras? La de ese apretón de manos será barata y engañosa: no anticipará acuerdo alguno y no prologará una reunión sino un desencuentro. Uno y otro pondrán toda la carne en el asador pero el pescado ya está vendido: aunque el anfitrión anticipa diálogo "hasta la extenuación" en esta cita, será (mayor y probablemente) de besugos.

Las respectivas posiciones, más que fijadas están enquistadas. Uno, con su manida hoja de ruta ultranacionalista bajo el brazo y la subsiguiente amenaza de convocar un referéndum ilegal el 25 de octubre. El otro, parándole los pies a su invitado con la Constitución mientras le exige que se deje de "aventuras" y se pliegue a las reglas del juego.

Pero esto es mucho pedirle al lehendakari, que para este viaje sólo tiene billete de ida. Su apuesta no tiene vuelta de hoja: está obsesionado con su proyecto soberanista. Y no es ninguna madre. Eso de dar mucho y pedir poco es justo lo contrario de lo que hace Ibarretxe, que por alguna extraña razón rebosa optimismo y se muestra confiado en alcanzar hoy algún acuerdo con Zapatero. El presidente vasco o fantasea o fantasmea o tiene una moral a prueba de bomba, como la que hizo saltar por los aires hace cuatro días una casa-cuartel llevándose una vida por delante y el sueño de niños y mujeres, o como la que estalló el lunes de madrugada en Las Arenas de Guecho. Ya pueden caer chuzos de punta, que le da, más o menos, igual. No está dispuesto a que ETA marque el ritmo. ¿Quién dijo primero la paz y luego la política? Él las ve compatibles. Ibarretxe propondrá hoy a Zapatero que impulse un "proceso de negociación política entre los partidos vascos, sin exclusiones". Un proceso que culminaría con un nuevo referéndum en 2010 para levar anclas, "en ausencia de cualquier tipo de violencia y coacción". Hoy recitará a Zapatero el mismo monólogo que en su última reunión, el pasado octubre, aunque aliñado con la sal tramposa de las conversaciones de Loyola, de las que los socialistas huyen ahora como alma que lleva el diablo. La Propuesta abierta de Pacto Político para la Convivencia de Ibarretxe es un afluente de la negociación entre PSE, PNV y Batasuna en octubre de 2006 en el convento jesuita durante la tregua de ETA y que nunca se llegó a firmar. "La sociedad vasca no puede aceptar que aquellas cuestiones que el presidente español ha estado dispuesto a dialogar con ETA no esté dispuesto a hacerlo con el legítimo representante de los vascos", dice el taimado.

Un argumento extemporáneo pero que le viene como anillo al dedo al lehendakari. Nada mejor que un baño de victimismo en La Moncloa tras el enésimo portazo a su delirio soberanista para dar el txupinazo y poner en marcha la precampaña vasca. Donde pintan bastos para el PNV, porque los socialistas le han ido recortando terreno hasta el punto de haberse erigido en alternativa de poder.

Ibarretxe tiene hoy la misión imposible de que Zapatero avale su proyecto. Después, intentará que lo haga el Parlamento de Vitoria. Es la condición que se ha impuesto para esa consulta de aire espectral del 25 de octubre. Y la historia volverá a repetirse. Tendrá que ser otra vez el brazo político de ETA (ANV ahora, Batasuna en 2004) el que legitime su proyecto en nombre de los vascos. De los nacionalistas, claro.

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