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Pedro Sánchez en FITUR.

Pedro Sánchez en FITUR. / Javier Lizón / Efe

A Sánchez se le están poniendo las cosas muy cuesta arriba, electoralmente hablando. Siempre tiene a Félix Tezanos para darle alguna alegría, pero pocas satisfacciones más le quedan al presidente de Gobierno, más allá de las cuestiones internacionales, en las que se refugia todo lo que puede. Acaba de celebrar la cumbre con Francia y dentro de unos días será la de Marruecos, más complicada. Esta última, además, viene precedida de una decisión insólita que se produjo esta semana en el Parlamento Europeo: el grupo socialista español, con la excepción de Iratxe García –que preside también el grupo socialista de la Eurocámara– no votó a favor de la condena de Marruecos por su falta de respeto a los derechos humanos. Los socialistas españoles, y el grupo de Marine Le Pen, fueron los únicos que no avalaron la condena.

El último disgusto –si el presidente es de los que se disgustan, que está por ver– le ha venido en forma de manifiesto.

El miércoles, más de 200 políticos, intelectuales y periodistas hicieron público un comunicado en el que criticaban duramente la política del presidente y de su Gobierno. No es nuevo. Pero la novedad en esta ocasión es que entre los firmantes había un puñado de personas muy conocidas, pero muy conocidas, por su apoyo incondicional al PSOE. En unos casos, por formar parte del partido y de algunos de sus gobiernos; en otros, porque desde sus artículos habían dado siempre la cara por el PSOE y por sus gobernantes. Por ejemplo, los periodistas Juan Luis Cebrián, Miguel Ángel Aguilar o Augusto Delkader, pero también están entre los firmantes Leguina, Rosa Díez, Trapiello, César Antonio Molina, el diplomático y ex director del CNI Jorge Dezcallar, Fernando Savater y Clemente Auger. Personas que solo se movilizan ante situaciones que consideran de gravedad.

Hace unos meses, sería impensable que cualquiera de ellos firmara un manifiesto que dice que el modelo que hoy propone el Gobierno "coincide con la pretensión del secesionismo vasco y catalán de ruptura flagrante de la Constitución" y que si prosperase "estaríamos a las puertas de un proceso que acabaría destruyendo la nación política española".

Ataque a través de argumentario

Pedro Sánchez no se inmuta, pero en Moncloa se nota la preocupación por el futuro, aunque los hombres y mujeres del presidente desmienten que exista inquietud sobre el resultado de las elecciones que se celebrarán este año. La consigna en el gobierno es, en primer lugar, ataque despiadado al PP; cada día se envía a los ministros un argumentario para utilizar contra el PP y Feijóo. Por eso las declaraciones de los ministros suelen ser muy parecidas y con los mismos ejemplos. Si además se les da pie para la crítica, como ha ocurrido esta semana con el famoso protocolo antiabortista promovido por el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, de Vox, obvian las explicaciones del presidente del Gobierno regional y su insistencia en que ese protocolo no existe. Es igual, el Gobierno arrecia el ataque.

El PP ha tenido una mala semana con el caso Gallardo, lo que abundará en la escasa simpatía que tiene el partido, con Feijóo a la cabeza, por el partido de Santiago Abascal. Ya intentó Vox poner contra las cuerdas los gobiernos de Juanma Moreno, de Isabel Ayuso y el municipal de Martínez Almeida, pero lo de Gallardo lo consideran en la sede de Génova casus belli y si ya eran reticentes a plantear la idea de formar gobiernos de coalición con Vox, ahora están decididos a buscar cualquier fórmula antes de llegar a ningún tipo de acuerdo. Pero Pedro Sánchez ha encontrado carnaza con la que hacer que se soslayen sus propios problemas y pone el acento en las alianzas del PP y Vox.

El manifiesto de los 250 es una demostración más de que el descontento hacia Pedro Sánchez es generalizado. Al rechazo a las cesiones que ha hecho a los independentistas y a Bildu se suma ahora un asunto mucho más grave… que es precisamente lo que ha provocado que las acusaciones al Gobierno de anticonstitucionalismo. Ha aprobado leyes que han soliviantado a gran parte de la sociedad y han causado un tsunami en las propias filas socialistas, donde cada vez son más frecuentes los ejemplos de distanciamiento de personajes relevantes con el gobierno de Pedro Sánchez.

Ha provocado escándalo la aprobación de la ley llamada del solo sí es sí, que tanto favorece a condenados por delitos sexuales hasta el punto de que más 200 violadores han sido excarcelados o reducidos sus años de condena. Menos escándalo ha provocado la ley trans, pero sus consecuencias se verán a medio plazo y serán muy graves si se aplica tal como fue aprobada. Por no mencionar que para Sánchez y el sanchismo puede ser letal, sobre todo en año electoral, la aplicación de la ley que elimina el delito de sedición y rebaja las condenas por malversacióin. De hecho, desde el Gobierno se ha pedido a los jueces que apliquen estas leyes con responsabilidad teniendo en cuenta sus consecuencias, pero la respuesta ha sido unánime: los tribunales están obligados a aplicar la ley, lo que diga la ley.

Desde Bruselas llegaba un nuevo susto para Pedro Sánchez: el comisario de Justicia, Didier Reynders, sobre las consecuencias de haber reducido las condenas por el delito de malversación: protección de los fondos que envía Bruselas a los países miembros. Palabras mayores, por mucho que desde Moncloa se reaccionara con supuesta indiferencia.

Los estropicios de Irene Montero

Indiferencia que ha indignado a personas que tienen capacidad para responder poniendo en su sitio –en mal sitio– al Gobierno. Por ejemplo, Manuela Carmena, juez y ex alcaldesa de Madrid por Ahora Madrid, vinculada entonces a Podemos, Pablo Iglesias e Irene Montero. Carmena, que continúa siendo un referente para la izquierda, incluida la socialista, ha expresado su rechazo rotundo a la ley del solo sí es sí, de la que ha dicho que se hizo "con poca inteligencia" y no corregirla es "soberbia infantil", recordando que el BOE está plagado de rectificaciones.

El Ministerio de Igualdad, que sigue difundiendo que los jueces son culpables de que se reduzcan las penas a los condenados por delitos sexuales, ha aprobado una importante partida de dinero para ampliar la protección de las mujeres víctimas de violencia machista. Entre otras medidas quieren facilitar pulseras electrónicas a los agresores para garantizar la seguridad de sus parejas. Las propias fuerzas policiales dudan de la eficacia de esa metodología, entre otras razones porque se necesitarían más funcionarios de los que hay actualmente para proteger a las mujeres en peligro. Nuevo problema: ha ley no recoge la protección de los hombres agredidos por mujeres, y los requerimientos de un hombre acosado por una mujer no han sido atendidos. Como diría Carmena, la ley se ha hecho con poca inteligencia.

El Gobierno, con Pedro Sánchez a la cabeza, confía en que les salve la recuperación económica, que se mueve estos días con buenas cifras. Se está controlando la inflación y se aleja el peligro de la recesión. Pero no es suficiente. La deuda alcanza ya el 116% del PIB y los intereses de esa deuda harán imposible cumplir con los compromisos de ayudas y subvenciones del Gobierno, que además no llegan a la mayoría de los ciudadanos que creían tener derecho a ellas pero se encuentran con que no cumplen los requisitos o la burocracia les impide entrar a tiempo sus solicitudes.

Las noticias positivas no alivian la situación de millones de familias, que no consiguen llegar a fin de mes por el alza abusiva de los precios. Por otra parte son muchos los españoles a los que indignan algunas iniciativas del presidente que pretenden presentarlo como un hombre cercano a los ciudadanos. Como ir a jugar a la petanca con un grupo de jubilados en un parque de Coslada, que se presentó como un encuentro casi improvisado, cuando los jugadores eran miembros destacados del PSOE en la localidad madrileña. Como también sorprende negativamente la nueva idea de la ministra Montero, peregrina como todas las suyas: sancionar a los medios de comunicación que no informen con "perspectiva de género".

La preocupación del presidente y sus ministros por las elecciones próximas, les está convirtiendo en marcianos: están perdiendo el norte.

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