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España

Editorial: 'Podemos rompe el bipartidismo'

CON la solvencia y profesionalidad con que suele trabajar, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha venido a confirmar el cambio de tendencia operado en los últimos meses en la escena política española. Según su encuesta de octubre, materializada tras una consulta a 2.500 ciudadanos, Podemos se confirma como la tercera fuerza política nacional, con una estimación de voto del 22,5% si las elecciones tuvieran lugar ahora, solamente por detrás, pero a escasa distancia, de PP (27,5%) y PSOE (23,9%). Sería la primera, según el barómetro, en intención directa de voto, un criterio menos significativo, puesto que solamente recoge la intención de los que sí han decidido votar y declararlo expresamente. La irrupción de la plataforma liderada por Pablo Iglesias, que en estas semanas se está organizando como partido político bajo su liderazgo personalista, ha sido progresiva y espectacular, hasta el punto de que, tras el éxito alcanzado en las elecciones al Parlamento Europeo -los únicos comicios reales a los que ha concurrido por el momento-, no ha parado de crecer en expectativas electorales y respaldo ciudadano. Si los sondeos se confirmasen en las urnas en la próxima ocasión se podría decir que el sistema de representación política ha experimentado un cambio sustancial, dejando atrás el modelo bipartidista con matices generado por la transición democrática e imponiendo una lucha entre tres partidos hegemónicos que se situarían muy lejos del resto de las formaciones políticas. El éxito de Podemos está íntimamente relacionado con la prolongación y profundidad de la crisis económica, con sus secuelas de desempleo y desigualdad social, y con los escándalos de corrupción que afectan crecientemente a los partidos tradicionales y a las instituciones vigentes, que han sido incapaces de dar una respuesta adecuada a estos problemas arrastrados. Por eso mismo depende en buena medida de ellos la posibilidad de enfrentarse al desafío que representa la entrada en escena del grupo que lidera Iglesias, muy beneficiado de la indignación ciudadana contra la vieja política y de su propia inteligencia política en el manejo de los tiempos, las tácticas de persuasión y las técnicas que avala la sociología de la comunicación en el siglo XXI. Su mensaje resulta atractivo para un amplio sector de la población desesperanzada y que probablemente no es consciente de que el fenómeno Podemos no deja de ser una expresión de radicalidad y populismo de dudosas convicciones democráticas, aunque sus líderes se esfuercen por suavizar sus planteamientos y matizar sus propuestas para ganarse el favor de un electorado harto y ansioso de oír cosas y ver caras nuevas.

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