Primarias de los socialistas madrileños

Divididos para sumar contra Aguirre

  • Zapatero exhibe su falta de neutralidad pero garantiza que gane quien gane tendrá "todo el apoyo del partido" · De la Vega afirma que el presidente del Gobierno no se juega "absolutamente nada"

Todo empezó el 15 de julio, cuando el presidente del PSOE, Manuel Chaves, citó al líder del partido en Madrid para comunicarle que la dirección nacional no le consideraba idóneo para medirse en las autonómicas con Esperanza Aguirre, y todo acabará mañana, cuando los 18.000 militantes convocados se decanten bien por el corazón, por Tomás Gómez, bien por la cabeza, por esa racionalidad sobrevenida que encarna Trinidad Jiménez.

El presidente del Gobierno corroboró este viernes su falta de neutralidad al admitir sin empacho que todo el mundo conoce cuál es su preferencia y puso árnica al garantizar que el que salga elegido el domingo tendrá "todo el apoyo del partido". Debió hacerle gracia al que fuera alcalde (de Parla) más votado de España en los municipios de más de 50.000 habitantes en las elecciones de 2003 y 2007, que no le vale ahora a Zapatero para enfrentarse a la dama de hierro madrileña y que por eso le convocó en La Moncloa a primeros de agosto para persuadirle de que cediera el testigo de la candidatura que en rigor le corresponde en su calidad de secretario general del Partido Socialista de Madrid. Algunas fuentes refieren que hubo más gritos que susurros. A Gómez no le convencieron los argumentos de que las encuestas le trituraban y le dijo no a Zapatero, su "mayor activo" según comentó maliciosamente el ministro Rubalcaba.

El caso es que la ministra de Sanidad tampoco estaba por la labor de bajar de nuevo a una arena electoral de amargo recuerdo de cuero negro, pues fue arrollada por Alberto Ruiz-Gallardón en 2003, aunque al menos pudo consolarse con haber obtenido el mayor número de concejales socialistas desde que perdieron el control del Ayuntamiento de Madrid, en 1989, tras una moción de censura con la que el bastón de mando pasó de Barranco a Rodríguez Sahagún (CDS).

Eso ya es historia, como la llegada en julio de 2000 de un joven diputado leonés de ojos azules y maleta roja a un piso de la madrileña Cuesta de San Vicente en plena convulsión del Partido Socialista, que buscaba un nuevo líder tras el batacazo de Almunia meses antes en las elecciones generales ante Aznar. El piso era de Jiménez y allí estaba germinando Nueva Vía, ese grupo de los Caldera, Blanco, López Aguilar, Sevilla, ella... que llevó un año después al timón del barco a ese hombre que nunca estuvo allí, en las quinielas para derrotar al todopoderoso José Bono.

Una relación entrañable pues. Las malas lenguas que se cebaron con la malagueña cuando el jefe la desterró a la Secretaría de Estado para Iberoamérica en 2004 se tuvieron que ir a hacer gárgaras cuando la sacó del ostracismo exterior para entregarle la cartera de Sanidad, el pasado año, dos antes de que Gómez relevara como número uno de los socialistas madrileños a Rafael Simancas, otro rehén de la maldición electoral y que se quedó descompuesto y sin presidencia de la Comunidad tras el protervo tamayazo de 2003.

Unos polvos que han dejado en el lodo a los socialistas, que siguen pasando por la picadora electoral popular, con paracaidistas ilustres como Cristina Almeida, Miguel Sebastián o Fernando Morán por los suelos. La última en lanzarse ha sido Trinidad Jiménez, Trini para los votantes, esa apuesta personal de Zapatero que se visualiza como la candidata del aparato frente al de las bases. El desenlace del pulso es incierto, como demuestran sus respectivos avales, 6.874 para él, 6.802 para ella.

La ministra de Sanidad llama a votar en clave electoral, no interna, y repica el mensaje de que las encuestas le son "enormemente favorables en términos de conocimiento, popularidad, valoración e intención de voto".

Gómez afirma que su mejor aval es su palabra y se enroca displicente ante los sondeos: "Siempre cumplo mi palabra, nunca miento, nunca, además soy coherente, y como soy coherente nunca utilicé ninguna encuesta".

Sí, la pelea es de guante blanco. Favorita es ella, que es la apuesta de Zapatero y de casi todos los que tienen mando en plaza en el PSOE. Pero Gómez tampoco está sólo y ha exhibido el apoyo de históricos como Joaquín Leguina, Juan Barranco, Matilde Fernández o el ex ministro Barrionuevo, amén de veteranos pero menos como Carmen Calvo. Y el desprecio del jefazo ha hecho popular (con perdón) al perfecto desconocido que era.

La vicepresidenta De la Vega les dio sus bendiciones y aseguró que son "dos magníficos candidatos", que Zapatero "no se juega absolutamente nada" y que gane quien gane será "el candidato" del presidente del Gobierno.

Lo que hay que oír.

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