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Pilar Cernuda

Conquistar el bastión barcelonés

La batalla por la Alcaldía de la capital catalana será un duelo al sol entre la regidora, Ada Colau, y el ex primer ministro galo Manuel Valls, con el resto de figurantes

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante un pleno municipal.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante un pleno municipal. / Marta Pérez (EFE)

Cataluña impregna la vida nacional, la condiciona, marca pautas, comportamientos e impulsa decisiones. Los constitucionalistas hacen cuentas sobre qué Gobierno saldrá del 28 de abril y adelantan ya propuestas relacionadas con sus proyectos para apaciguar las calles o qué medidas se pueden aplicar contra los independentistas. Se maneja el 155 con cierta frivolidad -Casado promete aprobarlo de inmediato sin recordar que previamente debe tener el visto bueno del Senado y los independentistas deben cometer alguna ilegalidad, lo que Torra tiene muy en cuenta para no cometerla- y el juicio a los procesados por presunta rebelión tiene a independentistas y constitucionalistas con el alma en vilo porque del tribunal depende en buena parte el futuro de Cataluña.

A corto plazo no se celebrarán elecciones autonómicas en Cataluña y el tándem Torra-Puigdemont seguirá marcando la respiración de la calle. Las elecciones del 28-A preocupan a los catalanes porque La Moncloa tiene mucho que decir, pero las que de verdad supondrán un impulso o una derrota para los secesionistas serán las del 26 de mayo, cuando se eligen los ayuntamientos. Como decía a esta periodista un dirigente catalanista hace un mes: "No se trata de ser más independentistas que los demás, sino ser más en número. Por eso lo prioritario es tener alcaldes y que no los tengan PP y Cs... que es lo mismo que ellos pretenden pero al revés. Cuanta más presencia municipal tengan PP y Cs más se retrasará la independencia". Se comprende, por tanto, que la Alcaldía de Barcelona sea el objetivo número uno de todos los partidos.

En busca del candidato

Ada Colau no es independentista, pero como si lo fuera. Logró el Gobierno por carambola, con pocos concejales pero con el apoyo de ERC, PSC y un edil de la CUP, para arrebatar el Consistorio a CiU, que había ganado ampliamente. Su gestión ha sido muy negativa -pérdida de inversiones, huida de empresas, incremento de la inseguridad, bajada del turismo, amenazas de fuga de las más importantes ferias internacionales, precariedad de los servicios...-, pero si logra más votos que los independentistas y suma, es posible que pueda repetir. La llave la tendrían los socialistas, que presentan un candidato con experiencia municipal, Jaume Collboní, que ha formado parte del equipo de Colau y provoca recelos en el PSC y en los votantes socialistas más constitucionalistas, que, tras cuatro años, creen que la alcaldesa no ha defendido los principios de la Constitución.

Los independentistas se presentan divididos. ERC echa mano de un veterano con cargos en el Gobierno tripartito, que abandonó el PSC para integrarse en Esquerra. Ernest Maragall es hermano del ex president de la Generalitat Pasqual Maragall. El PDeCAT ha intentado una jugada rocambolesca: número uno Joaquim Forn, ex conseller de Interior que está en prisión, con Elsa Artadi, clave de la política independentista, como dos. Ella sería alcaldesa ante la previsible condena a Forn. Esa jugada que podría atraer muchos votos podría venirse abajo antes de que se proclamen las candidaturas: durante el juicio, Forn se ha apartado de la estrategia de sus compañeros, intentando abominar de las iniciativas independentistas. Artadi ha debido constatar que sus posibilidades de ser alcaldesa son muy reducidas y ha anunciado que quiere mantener su puesto como consellera, donde tiene un papel mucho más relevante que Torra.

A independentistas e izquierda plantan cara PP y Cs, con un Vox creciente que prepara un acto en Barcelona que es un desafío: llenar el Palau de Sant Jordi el 30 de marzo. Símbolo del catalanismo, Abascal pretende convertirlo en símbolo del auge de su partido.

El fenómeno Valls

En ese maremágnum barcelonés ha aparecido una figura insólita: Manuel Valls. De origen catalán pero que vive en Francia desde su infancia, forma parte de la primera línea política gala desde hace 20 años. Ha sido primer ministro con Hollande y aspiró sin éxito a presidir la República en las últimas elecciones. Fue ministro del Interior, diputado de la Asamblea Nacional y tiene larga experiencia municipal en Argenteuil primero y después en Evry, donde fue alcalde 12 años, hasta que fue elegido jefe de Gobierno.

En uno de sus viajes a Barcelona tras perder las elecciones prolongó su estancia por razones personales -recién divorciado se enamoró de una empresaria catalana- y aceptó participar en varios actos organizadas por Sociedad Civil Catalana y también la propuesta de presentar su candidatura a la Alcaldía de Barcelona en una plataforma junto a Cs.

Valls, con nacionalidad española desde hace años, puede convertirse en alcalde de Barcelona a poco que los independentistas y En Comú, el partido de Colau, pierda unos miles de votos. El PP presenta un buen aspirante, Josep Bou, presidente de los Empresarios de Cataluña, aunque el rechazo al partido es tan grande que en Génova se darían por satisfechos con tres o cuatro concejales, porque los sondeos los dejan fuera del Ayuntamiento. Aunque extraoficialmente afirman en el PP que darían sus votos a Valls si con ellos pudiera ser alcalde.

Cs no presenta candidato porque apoya al galo y la clave está en los socialistas. Si su rechazo a Valls impidiera dar el Ayuntamiento a los constitucionalistas, los socialistas catalanes, en caída libre, estarían definitivamente fuera de las primeras filas de la política. En cuanto a Vox, Valls insiste en que jamás gobernará con ellos, pero tiene la convicción de que impedirían que los independentistas se hicieran con el Gobierno de Barcelona.

A Valls lo acusan de extranjero, de gabacho, pero su empeño es total. Conoce la historia de Cataluña porque ha visitado con frecuencia Barcelona, donde vive su hermana y casi toda su familia. Tiene tíos y primos en todos los sectores sociales. Lleva meses pateando la Ciudad Condal, conoce los problemas económicos, sabe qué ocurre en cada casa del Raval, los datos del turismo, cómo respiran los pequeños comerciantes; se reúne con empresarios, intelectuales, líderes vecinales y periodistas. Quiere recuperar la gran Barcelona.

Nadie sabe qué ocurrirá el 26 de mayo, pero nadie duda de que Barcelona se ha convertido en el bastión más importante a conquistar esa fecha, y que la lucha es entre Ada Colau y Manuel Valls. El resto de los candidatos son figurantes.

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