España

Cataluña y el misterio del anticipo electoral en 2015

  • Mas y su círculo de asesores buscan transformar su marca política, mellada por importantes escándalos de presunta corrupción, en una candidatura unitaria independentista en torno a la figura del presidente de la Generalitat.

Cataluña inicia 2015 con la incógnita de si Artur Mas adelantará unos comicios que pretende convertir en un plebiscito independentista, pese a que en el último sondeo de la Generalitat se impuso por primera vez el rechazo a la independencia y nuevos partidos no soberanistas como Podemos ganan apoyo ciudadano.

Mas y su círculo de asesores del Palau buscan transformar su marca política (CDC), mellada por importantes escándalos de presunta corrupción -casos Pujol, ITV o Palau-, en una candidatura unitaria independentista en torno a la figura del presidente de la Generalitat, al que consideran aún su mayor activo político tras liderar el proceso participativo del 9N. Descolgados ICV-EUiA y la CUP, que ayudaron a Mas en su apuesta por celebrar una consulta soberanista, el president llama a la unidad frente al Estado y quiere que ERC se sume a una lista junto a representantes de la sociedad civil que permita visualizar en las urnas el apoyo a la independencia, algo que probablemente rompería la tradicional alianza de CDC con UDC. La formación democristiana que lidera Josep Antoni Duran Lleida, que rechaza públicamente adelantar las catalanas para dar estabilidad al crecimiento económico, podría sufrir en este proceso escisiones como las vividas en el PSC durante el 2014 y ya busca ampliar su espacio desde la nueva plataforma Construim.

En paralelo, ERC se resiste a quedar absorbida por la lista del president Mas justo cuando los sondeos le dan por primera vez la opción de lograr la victoria, y teme que los casos de presunta corrupción en CDC les salpique, sobre todo cuando se ve con fuerzas de arrasar en el territorio en las elecciones municipales de mayo. El discurso de fin de año de Mas no ha despejado la incógnita electoral pero el president deberá decir en poco tiempo si asume decisiones "no exentas de riesgo", ya que el líder de ERC, Oriol Junqueras, le ha dado un plazo de 15 días para que se decida. Su preferencia es concurrir en listas distintas proindependencia. Mas y Junqueras deberán tener en cuenta los pasos que den las entidades soberanistas, como la Asamblea Nacional Catalana, cuya líder, Carme Forcadell, ya ha advertido de que agitará la calle si no hay un acuerdo para avanzar comicios. Hay quien advierte de la "frustración soberanista" que podría generar alargar la legislatura.

En este contexto, Mas protagonizará un acto de balance de mandato el 13 de enero, donde podría dar nuevas pistas de sus reuniones con ERC y las entidades soberanistas sobre si finalmente hay una candidatura única o varias bajo el paraguas de la independencia. Mas deberá además controlar el día a día de su gestión, pues no tiene garantizados unos presupuestos nuevos de la Generalitat para 2015 y todo apunta a que los de 2014 están abocados a la prórroga, puesto que ERC -su socio este mandato- ha presentado enmiendas a la totalidad por departamentos, un debate que arrancará el 19 de enero y acabará a principios de febrero. El soberanismo deberá tener en cuenta a un invitado inesperado para 2015: Podemos/Podem. El partido de Pablo Iglesias, que en pocas semanas deberá elegir líder autonómico, incrementa apoyos según los sondeos, por lo que empieza a ser el blanco de las críticas de las fuerzas independentistas, temerosas de que este nuevo actor político quiebre la mayoría soberanista del Parlamento catalán. Asimismo, Ciudadanos, liderado por Albert Rivera, crece en las encuestas superando a un PSC y a un PPC que van algo a la baja en un año decisivo, pues Cataluña afrontará como el resto del Estado unas elecciones municipales en mayo y unas generales en noviembre.

Tres contiendas electorales en un sólo año que pueden ofrecer grandes cambios en el escenario político catalán y en los liderazgos, porque 2015 también será año de congresos en algunos partidos, como el PSC, que tras las escisiones de sectores soberanistas deberá hacer frente a su reconstrucción a partir de un gran acto que celebrará a finales de este mes. En paralelo, el president Mas, la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, y la consellera de Enseñanza, Irene Rigau, deberán afrontar el devenir de la querella admitida a trámite por la Fiscalía por haber liderado el proceso participativo del 9N, que había sido suspendido cautelarmente por el Tribunal Constitucional. Nada hace prever en el horizonte que puedan restablecerse las relaciones entre la Generalitat y el Gobierno central en un año muy complejo en Cataluña y para su president, pues un adelanto electoral podría desestabilizar aún más el panorama político y no avanzarlas podría provocar a Mas un mayor desgaste con su Gobierno catalán en minoría. El proceso soberanista en 2015 puede ser así un punto y seguido o un punto y aparte, pero difícilmente un punto y final.

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