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Elecciones del 5 de abril

Casado firma la coalición con Cs en Euskadi y pone a Alonso en la picota

  • Génova certifica el acuerdo electoral con Ciudadanos, que rechaza el todavía candidato a lehendakari de los populares vascos

  •  El ex ministro denuncia que ha sido un convidado de piedra en la negociación y que los naranjas no son nadie para ocupar puestos de altura en sus listas    

Alfonso Alonso y Pablo Casado, en la clausura de la convención del PP vasco en el Palacio de Congresos Europa de Vitoria, el pasado 14 de septiembre.

Alfonso Alonso y Pablo Casado, en la clausura de la convención del PP vasco en el Palacio de Congresos Europa de Vitoria, el pasado 14 de septiembre. / Igor Martín (EP)

Calabazas... naranjas de la China, mejor dicho. Es la esencia del mensaje que ha enviado el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, al supremo, Pablo Casado, respecto al acuerdo para ir en coalición con Ciudadanos a las elecciones vascas del 5 de abril.

Ya está firmado y ambas formaciones irán bajo la marca PP+Cs. Argumentan que han decidido sumar fuerzas "para afrontar de manera eficaz la amenaza del nacionalismo".

Queda en el aire la duda de si Alonso acabará finalmente encabezando la candidatura a lehendakari, si se marchará o si será laminado. 

El ex ministro de Sanidad había sido convocado este viernes en Génova para firmar el acuerdo por el que  los populares vascos harán un hueco, por lo alto, a candidatos naranjas para la cita con las urnas del Domingo de Ramos.

Convocado, a su juicio, según su entorno, tarde (fue avisado el jueves a medianoche para que estuviera este viernes por la mañana en Madrid) y mal (por WhatsApp)

Convidado de piedra

Algo inaceptable en fondo y forma para Alonso, que nunca fue invitado a participar en las negociaciones del pacto, cuyas condiciones conoció sólo a través de los medios de comunicación. El líder de los populares vascos considera "inasumible" entregar el segundo puesto de las candidaturas de Álava y Vizcaya.

El convidado de piedra se niega a aceptar el trágala de Casado, al imponerle que haga equipo con una formación que carece de representación parlamentaria en tierras vascas (el PP tiene nueve escaños en la Cámara de Vitoria) y que "tampoco la tendría si se presentara en solitario".   

Los populares vascos subrayan que  Cs no obtuvo ningún representante, ni en las pasados comicios autonómicos de 2016 en Euskadi ni tampoco en las elecciones generales de 10-N. El partido que dirige Inés Arrimadas tampoco tiene representantes en ningún ayuntamiento (el PP tiene 55).

Pero Génova, Casado, no da su brazo a torcer. Esta tarde acaba de sellar el acuerdo electoral con Ciudadanos, aunque se tengan que buscar otro candidato a lehendakari. El pacto se ha rubricado casi al límite para presentar la coalición ante la Junta Electoral (expira esta medianoche), aunque aún hay margen (hasta el 2 de marzo) para la confección de las discutidas listas.

Órdagos de Arrimadas

Y eso que los populares de Madrid y Vitoria ya habían sorteado otros escollos, como el órdago de Arrimadas (que sugirió, al principio de las conversaciones, que o pactaban una coalición electoral en País Vasco, Galicia y Cataluña o no habría ninguna). Finalmente, la portavoz en jefe de Ciudadanos asumió el rechazo de Alberto Núñez Feijóo, que gobierna Galicia con mayoría absoluta. También pintan bastos para Cs en Cataluña, donde los naranjas cosecharon 36 diputados en las autonómicas del 21 de diciembre de 2017 frente a cuatro de los populares.

El otro escollo era la apuesta por el foralismo de los populares vascos. Ciudadanos lo ha criticado siempre, pero ya lo había asumido en Navarra, hasta ahora única coalición exitosa entre ambos partidos.

El desencuentro entre Alonso y Casado no ha caído del cielo. Este río es un afluente del apoyo que brindó el primero a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias por el timón del partido que perdió ante el segundo.

De ese polvo viene este lodo. Que se ha ido haciendo más compacto al ritmo de Vox. Alonso convocó el pasado 7 de febrero una convención del PP vasco para el otoño, de cara a definir "una personalidad y perfil propios" con el objetivo de desmarcarse con nitidez de la fomación ultra. Las tres derechas han consumado su maridaje oficialmente en comunidades como Andalucía, Murcia, Madrid y los populares vascos están empeñados en poner tierra de por medio con esa travesía y viajar decididamente al centro, con la moderación como seña de identidad.

Dos almas en el PP vasco

Dos almas han venido conviviendo en las últimos años en el PP vasco. La del ala que encarnaban Jaime Mayor Oreja y María San Gil. absolutamente refractarios al más mínimo entendimiento con el  nacionalismo. De "aznaristas sin complejos" se les puede tildar siendo generosos. Enfrente, un grupo de políticos más cercanos al marianismo, como Alonso, Iñaki Oyarzábal o el último caído en desgracia, Borja Semper, que también ha hecho las maletas y ha salido de la cueva.

El ex presidente del PP de Guipúzcoa explicó su marcha por la hartura por la "confrontación permanente". "He pasado más de 15 años de mi vida protegido por la Policía, la Guardia Civil y la Ertzaintza", recordó en rueda de prensa el pasado 14 de enero, cuando anunció su adiós en un discurso muy crítico contra Vox. El gran mérito de Semper fue resistir en una plaza tan complicada para el PP como San Sebastián, donde mantuvo sus tres concejales en las municipales del 26 de mayo de 2019.

En medio, en el centro (es un decir), Casado, más propio del primer grupo aunque está obligado a convivir con los segundos. Da fe que tiene como mano derecha a uno de ellos, el ex alcalde de Vitoria Javier Maroto (es el número tres del partido).

El caso es que Alonso está en la picota. Y que Feijóo, solidario, le ha echado un capote este viernes, reivindicando  las siglas del PP vasco, "que aportan mucho a la política española en su conjunto y al PP de forma concreta".      

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