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Juan y Medio. Presentador y humorista Grande, pero menudo

"Cuando viajo por el mundo digo: ¡España, España, ra, ra, ra!"

  • Juan José Bautista Martín tiene 45 años, pero asegura que no ha evolucionado lo más mínimo desde la niñez. Dice que lo mejor de su vida le ocurrió durante su infancia en Luca (Almería), el pueblo en el que se establecieron sus abuelos y donde todavía pasa las vacaciones con su familia. El mote de Juan y Medio se lo puso una vecina, por su altura,y se le quedó hasta hoy. Antes de triunfar como presentador de televisión ejerció como abogado y representante musical. Su programa de niños, `Menuda Noche', que seguirá emitiendo Canal Sur, bate récords de audiencia.

De dónde le viene la vena ocurrente?

Somos ocurrentes. Mis hermanos son muy divertidos, mis padres también, mis tíos son geniales. En el pueblo todo el mundo nos tiene por gente simpática.

¿Forman una gran familia?

Soy el mayor de seis: cuatro chicos y dos chicas. Todos solteros.

¿Y eso?

Ninguno se ha casado ni divorciado nunca porque estamos muy a gusto juntos, con mis padres. Pues sí que están unidos. Nos gusta mucho hacer reír y reírnos, trastocar la realidad para que se convierta en absurda. ¡Quién sabe si la lle gada de un cuñado acabaría con la armonía!

¿Qué es el humor?

Es un prisma que colocas entre la realidad y tus ojos y que la deforma para que la puedas digerir. Con el humor puedes soltar una carcajada enterrando a un familiar.

¿Usted cree?

En los funerales se confirma la teoría de que los que hemos nacido nos tenemos que morir. Te da la risa floja porque compruebas que también te llegará tu hora.

¿La risa es una válvula de escape?

Claro que sí. La presión de la sociedad, el estrés, la insatisfacción que arrastran millones de personas en su trabajo, en su familia, se escapan con la carcajada sana.

¿Cómo es nuestro humor?

Es un humor arriesgado, que aguijonea al poderoso desde Quevedo, con sus juegos de palabras. Es esperpéntico, gestual y llamativo.

¿Y de qué podemos reírnos los españoles?

De todo. Somos un país de Una carcajada sana es la mejor válvula de escape para el estrés y la insatisfacción" privilegiados, por clima, por gastronomía, por paisaje... Nada como viajar por el planeta para añorar España hasta extremos enfermizos.

¿Nos quejamos de vicio?

He estado en treinta y cinco países, en la mayoría de ellos trabajando, y siempre digo: ¡España, España, ra, ra, ra!

¿Qué gracia tiene que suba la hipoteca?

Eso no tiene mucha gracia. Nos hacen la pascua.

Pues ya me dirá.

Es que no puedes obsesionarte con algo que te viene de fuera, hay que saber encajar las cosas. Es como si lloras porque llueve.

Hombre, no es lo mismo.

Piense, entonces, que hace no muchos años los créditos estaban al 15%.

¿Lo suyo es ir a lo positivo?

Intento no convertir el problema en el centro de mi vida. Cojo el subrayador de mi cerebro y subrayo las partes bellas para que destaquen de entre la basura.

¿Así de fácil?

Lo decía el poeta Fito Páez, de Fitipaldis: "No me interesa el poder ni la fortuna / me interesan mucho más las flores que nacen de entre la basura". Su belleza destaca más.

¿Cuántas veces se ha reído de sí mismo?

Es mi deporte favorito. Soy un sujeto digno de que se rían de él y con él. Me da igual que alguien se ría porque le parezco patético y absurdo.

¡No será para tanto!

Soy bastante inocentón y cuando me engañan... ¡me hace una gracia! Digo, joder, aún me las meten dobladas.

¿No hay nada que le irrite?

Me irrita que alguien llegue tres cuartos de hora tarde a una cita. Pero no se imagina hasta qué punto huyo del enfado, porque afecta al estómago, al corazón y al sueño.

¿Por qué se lleva tan bien con los niños?

Su humor no tiene artificios, doble trasfondo. Se ríen de lo que les hace simplemente gracia: la caída, el tomatazo, la tarta en la cara...

¿Y a usted eso le divierte?

Tengo una mente infantiloide. Creo que la madurez no es más que una sucesión de capas artificiales que te colocan para que seas más operativo para el mecanismo de la sociedad.

¿Qué tienen en común niños y ancianos?

Van a la esencia. Lo decía Machado: la ancianidad es la segunda inocencia de tanto creer en nada. Unos y otros necesitan que se les escuche. He demostrado que se puede conversar un rato largo con niños que ni pronuncian bien, pero que tienen las ideas muy claras.

¿Si tuviera hijos, los dejaría solos frente al televisor?

Si está apagado. Bueno, les dejaría que vieran la tele en las horas que les corresponde. Es ventana al mundo.

¿No teme que digan que utiliza a los niños?

No me preocupa. Las mentes enfermas no me amargan la vida.

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