CARMEN TORRES RIPA. PERIODISTA Y ESCRITORA

"No todas las mujeres quieren ser Angela Merkel"

-En su última novela, una bella mujer atraviesa los siglos para servir de modelo a los mejores pintores ¿cómo se le ocurrió ese atrevimiento?

-A lo largo de la historia hay una mujer ideal que cruza los siglos inspirando en la pintura, la escultura, la música, la literatura… Leda, La dama del cisne, es la compañera que pueda soñar un hombre y desear secretamente una mujer. El tiempo no se para, la imaginación siempre es la misma.

-Y además, lo hace por una intervención mágica de Leonardo da Vinci ¿por qué deberíamos creerlo?

-Como dice Ana María Matute: "Creed en mis novelas, son verdaderas, me las he inventado yo". Quiero que mis lectores vean posible lo imposible. Quiero que sean capaces de ir al mundo del más allá sin haberse movido de su butaca. Además, Leonardo era el hombre más guapo de Florencia, me gusta pensar que me ha acompañado y sigue haciéndolo hoy en día. Hay santos laicos más fascinantes que los celestes con corona dorada.

-¿Tan mal está la cosa que debemos refugiarnos en la magia y la ficción histórica?

-Me gusta huir al pasado, soñar y vivir dentro de los sueños que sucedieron o pudieron suceder. La imaginación es la facultad humana más poderosa. Creo que este mundo no es ni mejor ni peor que el Renacimiento. La corrupción, la bondad, el poder, la avaricia y el arte no tienen tiempo. Siempre hay Médicis y Savonarolas.

-Sus protagonistas son casi siempre mujeres que han tenido que abrir caminos.

-La historia, normalmente escrita por hombres, nos ha ignorado a las mujeres. En la Edad Media, por ejemplo, la mujer era el primer enemigo del hombre junto con el dinero y los honores. "¡Qué extraño una mujer que escribe!" -decían de Hildegard de Bingen (mi protagonista de La mujer de las nueve lunas)-. "¡Qué raro una mujer que piense!", comentaban de Santa Teresa. Cuando la santa de Ávila escribía Las moradas o El libro de su vida, Fray Luis de León, en el mismo tiempo, publicó La perfecta casada, donde decía que la mujer "jamás puede saber más que el hombre y, además, ha de permanecer en silencio". Releyendo la historia nos encontramos que la mujer que quería ser algo más que esposa, madre o religiosa, tenía que encontrar fórmulas "no prohibidas" para desenvolver su capacidad artística. Quizás por todos estos condicionantes busqué historias de mujeres políticamente incorrectas...

-¿Es esa su visión del mundo?

-No todas las mujeres son -ni quieren ser- Angela Merkel, pero sigue existiendo la violencia machista en el día a día laboral y familiar. Creo que nos falta mucho camino por andar, pero lo importante es que hemos empezado. Sigue siendo una aventura ser mujer.

-¿Qué papel nos reserva a los hombres?

-La mujer y el hombre han de estar al mismo nivel. Hay que cambiar. Platón confesaba cuatro siglos antes de nuestra era: "Doy gracias a Dios por haber nacido griego, y no bárbaro; por haber nacido libre, y no esclavo; por haber nacido hombre y no mujer". En muchos países hoy, en el siglo XXI, muchas mujeres viven con el sino de ser mujer.

-¿No dirá que nuestro tiempo -el de los hombres- ha pasado?

-Está por llegar el nuevo hombre que crea realmente en la igualdad. Hay que aprender otro lenguaje. "¿Qué vas a poner para cenar?" No. "¿Qué vamos a preparar para cenar?" Sí.

-Ha sido usted, como periodista, una observadora privilegiada en el País Vasco.

-Sin duda, y tristemente protagonista. He trabajado en todas las secciones de un periódico. Para mí el periodismo es como mi sangre. En el periodismo nunca encontré diferencia de sexos. Creo que la igualdad en la redacción es total. Nunca sentí que por ser mujer no debía ir a ningún sitio o no debía de escribir del algún tema. He ido hasta a cubrir atentados. Quizás alguno de los directores de periódico que tuve carecía de sensibilidad, porque a un atentado creo que yo no tenía que haber ido.

-Lo dice porque usted es una de las víctimas.

-El 28 de junio de 1978 ETA asesinó a mi marido, José María Portell. Era director de un periódico. Yo tenía 33 años, cinco hijos de 3 a 12 años y un carné de prensa. Gracias a ese carné inicié el nuevo camino y, sin yo saberlo, empezó mi nueva vida dedicada al periodismo y a la literatura. Me volví a casar, tuve otro hijo y por el trabajo de mi actual marido, (fue el último gobernador político del PSOE que hubo en Vizcaya, ahora son funcionarios) hemos tenido escoltas hasta la tregua de paz. Conozco bien una parte triste de esta tierra.

-¿Esa experiencia trágica no le ha llevado a escribir ninguna novela sobre ese miedo tan real?

-Es mi asignatura pendiente y voy a emprender la aventura. Creo que me va a costar mucho vivir con mis personajes en un mundo real y muy conocido por mí. Quiero situar la novela en el País Vasco. Es mi reto para el año 2015.

-Además, es una viajera impenitente. Incluso con una grave enfermedad, pensaba en viajar.

-La víspera de que me diagnosticaran cáncer de pecho me iba de viaje con unos compañeros periodistas a Sri Lanka. El médico me dijo que no me podrían intervenir al momento y… me fui una semana al antiguo Ceilán. No puedo decir que fuera el mejor viaje de mi vida. Pero creo que viajar es vivir dos veces y siempre estoy dispuesta a irme hasta el último rincón del mundo, aunque no sé inglés.

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