Entrevistas

"No soy restaurador, soy tabernero, que es un confesor laico"

-¿Cuándo dejan la Montaña?

-Mi padre, Triunfo Gómez Ortiz, llega a Sevilla con 12 años, en el 29. Trabajó en la tienda de ultramarinos El Reloj hasta 1942, en que se estableció por libre.

-Y lo de Trifón.

-Al alistarse en el Ejército, había un sindicalista muy conocido que se llamaba Trifón Gómez y así le llamaron los militares.

-¿Cómo lleva la relación norte-sur?

-Soy sevillano en la Montaña y montañés en Sevilla. Es la ventaja de tener dos patrias. El escudo de Santander tiene el río Guadalquivir, la torre del Oro, las cadenas del puente de barcas y el barco llamado Carceña como el monte del que sacan la madera con la que hacen el barco en el que vino el almirante Bonifaz a recuperar Sevilla en 1248.

-¿A qué político andaluz se le nota el ascendiente montañés: Felipe González, Teófila Martínez o Alejandro Rojas-Marcos?

-Yo he tratado más a Alejandro. Tiene casa en Liendo igual que su hermano Luis, el psiquiatra, y la tenía la hermana que falleció. Van muy a menudo.

-Felipe conservó la aureola de su padre, el vaquero.

-Mi padre conoció mucho al padre de Felipe. Los niños que venían de Santander se buscaban entre sí.

-¿Jacinto Pellón, comisario de la Expo 92, el Bonifaz del siglo XX en Sevilla?

-No entiendo de política ni quiero entender, pero creo honradamente que a Pellón no se le ha hecho justicia en Sevilla. Si no viene con esa tenacidad del montañés, la Expo no se termina. Y en la política y en las cuentas no me meto. Su familia es de Villasevil, un pueblo próximo al de mi padre. Eran once hermanos. He tratado a Miguel Ángel y a don Jesús Pellón, que es sacerdote.

-¿Con la crisis han aumentado los fiados?

-Lo de niño, apúntamelo, eso ya desapareció, afortunada o desgraciadamente.

-¿Se hizo bético porque los dos goles de la final del 77 los marcó López, de Laredo, y el capitán era Cobo, de Cabezón de la Sal?

-Tengo el carné de socio número 232, aunque no voy desde que a mi padre le dio un infarto en 1980.

-¿En el campo de fútbol?

-No. Fue en una consulta médica. Cuando salió de aquel infierno de cables en la UVI, su médico, el doctor Enrique López Romasanta, le prohibió que volviera a ir al fútbol. Y yo también lo dejé, aunque todos los años saco el carné. El último partido que vi, con mi padre en la UVI, fue un Betis-Valencia. Sólo recuerdo un paradón que Esnaola le hizo a Kempes.

-¿Se habla de política en La Flor de Toranzo?

-Se ha hablado y se habla. Cuando hice la reforma de la fachada, el arquitecto quería que fuera más diáfana, para que se viera. Le dije que aquí había reuniones de personas conocidas y no se podía ver desde la calle. En esta casa se han llegado a celebrar hasta plenos municipales. Llegaban los concejales del PA, PP y PSOE.

-¿Y los rojelios de Izquierda Unida?

-Que yo sepa, no.

-¿Siempre se va al Norte?

-Durante cinco años estuve yendo todos los días, de lunes a jueves y en invierno los domingos, a Cádiz a bañarme en la Cortadura porque tengo soriasis. Sigo manteniendo el vínculo con la ciudad. He visto los ensayos del coro de la Viña con mi maestro chirigotero Antonio Burgos.

-¿Hay que tener psicología detrás del mostrador?

-Debes tenerla. El tabernero es un confesor laico. Alguna gente en plan vaina nos llama restauradores. Restaurador es Miñarro.

-¿Y confiesa a confesores no laicos?

-Claro. Mantengo amistad con muchos sacerdotes. Tienen derecho a tomarse una copita de vino. Mi hijo me dice que yo tenía que haber sido cura.

-¿Pasará esta crisis?

-Si no pasa, apaga y vámonos. Yo soy tabernero de dietario, no de ordenador. Hubo una crisis muy gorda, en el 93, pero duró un año.

-¿Siempre tabernero?

-Desde niño. Con siete años, hacía lo que hacen los carritos de las grandes superficies. En la mili hice de tabernero. Como a casi todos los del Arenal, estuve en Parque y Maestranza de Artillería. Como Curro Romero. Estaba formando para el curso de cabos y pasó el capitán de batería. Era director de la constructora Almedi. Cuando le ponían la bandera a un edificio, daba una copa a los albañiles que servíamos nosotros. Me vio en la fila y me reclamó para la sala de oficiales.

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