Pol Camps | Escultor

“El respeto es la gran herramienta para el sentido de la vida”

El escultor Pol Camps, en el Muelle de la Sal con su sirena de bronce al fondo.

El escultor Pol Camps, en el Muelle de la Sal con su sirena de bronce al fondo. / Antonio Pizarro

Pol Camps (Madrid, 1964) es escultor, fue publicista y mantiene un férreo compromiso con la conservación del patrimonio cultural. Acaba de ensamblar su sirena de bronce como mascarón de proa de La Naumón, la embarcación de la Fura del Baus que participó el pasado fin de semana en los actos del V Centenario de la I Vuelta al Mundo y que toma el relevo para otra singladura alrededor del planeta con Málaga como punto de partida. Su obra, de media tonelada de peso y tres metros de longitud, simboliza la sostenibilidad.

–¿Cómo nació el proyecto de la sirena y La Naumón?

–En 2016 estábamos en casa de Lita Cabellut, una pintora muy, muy buena española, que vive en La Haya. Carlus Padrissa (uno de los directores de La Fura del Baus) iba a hacer una ópera de Rossini para el festival de Pésaro y me invitaron para captar las emociones de aquel encuentro con fotos. Pasamos varios días en casa de Lita mientras se concebía toda la producción de la ópera, y en un viaje a Rotterdam, Padrissa y Pedro Lapique, que es uno de los armadores, sacaron los arrestos para sacar de nuevo La Naumón, un barco que ya había dado la vuelta al mundo. En ese proceso, me dijeron que les encantaría que les hiciera el mascarón de proa.

–¿Por qué una sirena?

–Al hablarlo con Padrissa no sabíamos si iba a ser un hombre, una mujer, un ser mitológico, un animal... Lo de la sirena surgió porque buscábamos un ser especialmente protector, especialmente fuerte, y la iniciativa medioambiental es compleja. La ONU ha tumbado una iniciativa que protegía el mar... es una lucha compleja y buscábamos algo con poder.

–La sirena se llama Posidoneia, y el alga posidonia es vital para la oxigenación del Mediterráneo y que tenga ese precioso azul turquesa.

–Sí, hacemos un juego de palabras. Es una raíz mitológica, hija de Poseidón, con una llamada medioambiental, una llamada a la conservación del mar.

–Estamos junto al monumento a la tolerancia. Eduardo Chillida fue escultor porque tuvo una lesión muy grave de rodilla cuando era portero de la Real Sociedad. La vida te trae y te lleva...

–Creo mucho en eso de que todo está escrito. ¡Qué bien que tuviera esa lesión en la pierna, porque Chillida es un escultor fascinante! Mis derroteros hacia el arte son directos: es que entiendo la vida así. Pertenezco a una familia de gente artista, y aunque empecé en publicidad, un día encontré unos troncos con cosas maravillosas dentro, la carcoma había comido algunas partes y me dije “anda, otro escultor...”. Jugué mucho con eso. Protegía zonas de la madera y dejaba que otras se las comieran los bichitos. Tuve un patinazo empresarial y en ese desengaño, gané un concurso de escultura sobre violencia de género, en Murcia.

–¿Cómo surgió su inspiración para esa obra?

–Leí una noticia sobre una niña de 13 años a la que habían violado, lapidado por tener relaciones antes del matrimonio. Ella tenía deficiencias mentales. Descubrí que las culturas y religiones se inventan argumentos para disponer de las libertades e incluso de las vidas de los seres. También en occidente, ojo.

–Y la mujer, especialmente ella, en el punto de mira.

–Veo en la mujer a mi pareja, mi madre, mi hija... y las veo iguales. Y aunque las veo mucho más fuertes que yo, respecto a las actitudes de algunos hombres, sólo algunos, veo a la mujer en una situación vulnerable. Las situaciones de machismo en la rutina me chocan muchísimo. Soy de una familia muy numerosa, somos cinco hermanas y tres hermanos y la igualdad la vivimos siempre.

–¿Concibe el arte como un compromiso, más que como una expresión estética?

–Toda mi obra está llena de compromiso. No tanto para invitar a la gente a reflexionar, como para que vea el lado positivo de las cosas. En el rostro de mi niña no se ven las marcas de la lapidación, es el momento más bello, pero con una tristeza profundísima.

–Es un hombre muy comprometido también con la conservación del patrimonio nacional.

–He participado en proyectos de restauración de molinos en Guadalajara, aportado material y asesoramiento... Aunque el apoyo administrativo es fundamental, si no hay recursos financieros para mantenerlos la iniciativa privada es clave. La Iglesia tiene numerosos edificios muy valiosos, pero no tiene un sentido del tiempo y que el tiempo pase por ellos, piensa que ahí están y punto. Es encontrar el diálogo y el respaldo financiero para restaurar.

–También se vuelca usted en el reciclado...

–Me encanta hacer arte con la basura. Y que se le diga que es arte-basura. No se trata de coger un plastiquito, sino ir más allá, y que mande la materia a la hora de hacer la obra. Con carretes gogantes de cable, pues los transformamos en emojis y los dispersamos por una aldea asturiana, con emojis de sonrisas en las cosas que nos gustaban y de vómito en las que no tanto... Una forma de llegar. Y más a los niños. Tú le hablas a un adulto de reciclado y lo encaja en la economía, los niños se sensibilizan naturalmente. Si les das herramientas para que con la basura hagan arte...

–Acabo la entrevista y me salta en mayúsculas la palabra RESPETO. Por la mujer, el medio ambiente, el legado histórico.

–Y por todo. Por el respeto es como te entiendes. El respeto es la gran herramienta para el sentido de la vida. Elcano y Magallanes embarcaron en una nuez a la mayor aventura del hombre, pues en el Viaje a la Luna había más control técnico. Las relaciones humanas se basan en el respeto, sin él, a ver cómo manejas a esos seres miedosos en una nuez.

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