José María Sumpsi. Subdirector general de la FAO

“Los precios de los alimentos bajarán a medio plazo”

  • Tiene 59 años, lo que significa que cuando dirigió la reforma agraria andaluza tenía 34. Entonces ya era catedrático de Política Agraria de la Politécnica de Madrid. Ahora está en excedencia, mientras sea subdirector general de Cooperación Técnica de la FAO. Entre una y otra función ha trabajado en Bruselas, en un grupo de expertos que estudió la reforma de la PAC, y en Washington, en el Banco Interamericano de Desarrollo. Su agencia de la ONU reclama unos 20.000 millones de dólares al año para combatir el hambre en el mundo.

¿Cuánta gente hambrienta hay en el mundo? 

840 millones de personas. 

¿Cuántos dependen de la caridad mundial? 

Unos 1.500 millones, si se cuentan todos los programas de cooperación. 

Y los habitantes del planeta no dejan de crecer. 

La población de la tierra aumentará en un 50% para mitad de siglo. En 2050 seremos 9.000 millones. 

La FAO reparte esa caridad mundial. 

No. La FAO es una agencia especializada de Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación. No damos dinero a nadie, sino asistencia técnica a donantes como el Banco Mundial o Japón. 

También son un foro mundial. 

Somos el organismo en el que se debaten reglas, estándares de alimentos, pesticidas o genéticos. Eso nos acerca a un gobierno mundial de la agricultura. 

¿Fue un fracaso la cumbre de la semana pasada? 

Según se mire. La agricultura ha ido perdiendo peso en los últimos 25 años en la agenda internacional. Y ahora se ha convertido en un sector estratégico. La reunión del G-8 [los países más industrializados], que se celebra en julio en Japón, se dedica a la agricultura y la alimentación, por primera vez en la historia.

¿Conseguirán más dinero en el G-8 de Japón que en Roma? 

Aquí se han conseguido unos 6.000 millones de dólares y en el G-8 las donaciones serán superiores. 

¿Y la parte mala de Roma? 

Que no se ha avanzado nada en biocarburantes o en comercio mundial.  No es una novedad. La Ronda de Doha de la OMC lleva dos años parada.  Y aquí se debería haber parado la ayuda para transformar alimentos en combustibles. 

¿Por qué no ha sido posible? 

Porque Brasil, la UE y Estados Unidos no han querido. 

¿Usted qué les pediría? 

Unas reglas internacionales que ayuden al mundo a evitar estas crisis.  

¿El déficit de energía nos lleva a la energía nuclear? 

El mundo se puede independizar de las fuentes clásicas de energía, que son escasas y contaminantes. Se ha avanzado mucho en seguridad, pero no se ha resulto el problema de los residuos. 

¿Qué cosas no conocemos de esta crisis alimentaria? 

Hay países asiáticos que han suspendido sus exportaciones de arroz.  

Y hay que compartir menos comida con más gente. 

Ahora chinos e indios comen lo que antes no comían. 

Y están los especuladores. 

Es un proceso diabólico. La crisis provoca el acaparamiento. El mercado se estresa y entra en pánico. 

Contra la especulación, la FAO estudia crear un banco mundial de alimentos. 

Crear un sistema de recursos internacional no es sencillo. Y si se pretende que cada país tenga una reserva estratégica sería insostenible económicamente. 

¿Bajarán los precios de los alimentos? 

Creemos que están tocando techo. El maíz está estabilizado, el trigo comienza a bajar. Están más baratos los aceites y el azúcar. Y hay países como Japón, China, Vietnam o India que han empezado a exportar arroz. 

¿Y en el futuro? 

A medio plazo, los precios bajarán, pero no a los niveles anteriores a esta crisis. 

¿Qué le aconseja cultivar a los agricultores andaluces? 

No necesitan consejos. Son muy buenos profesionales.  Insisto.  Que aumenten la producción. Los europeos tienen capacidad técnica y medios. Y eso les da mucha ventaja. 

¿? 

Los países pobres no pueden reaccionar. No tienen dinero para comprar semillas, cosechadoras, investigar variedades... 

¿Acertó hace 25 años cuando propuso una reforma agraria productivista en Andalucía? 

A principios de los 80, antes de entrar en la UE, lo importante era desarrollar el potencial productivo, luchar contra el paro y lograr el desarrollo económico. A finales de los 80 y en los 90, en la UE se eliminaban los excedentes y se pagaba por no producir. Y ahora, de nuevo, faltan alimentos. 

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