Pepe Marín | Comunicador, flamencólogo y actor

“El flamenco de verdad te hace llorar; hoy hay muchas pinturerías”

El flamencólogo Pepe Marín, en su casa.

El flamencólogo Pepe Marín, en su casa. / Manuel Aranda (Jerez)

–Confiesa que la música negra le llevó al flamenco. ¿Cómo fue esa conexión?

–Uuuuh (ríe). El flamenco llegó a mí por la música negra, sí. Fui amante de joven de esa música y me aproximó al flamenco porque tiene raíces y pertenece especialmente a una etnia como le ocurre al flamenco. Ya cuando llegué a Jerez me imbuí más en el mundo del flamenco porque es el mundo musical de Jerez por antonomasia. Y me dediqué a ello 50 años.

–El concepto de flamenco que tenía entonces, ¿se parece al de hoy?

–Ciertamente, por mi edad, estoy algo desconectado de lo más actual. Yo me quedo más con la gente de mi generación, con los que he tenido más relación: La Paquera, Sordera, Terremoto, Sernita, Tía Anica, Tía Juana... Gente con la que he compartido la sal y el vinagre de los festivales, de la Fiesta de la Bulería, de los recitales, los encuentros... Ahora hay gente joven como los Mijita, Jesús Méndez... pero no los sigo tanto por lógico paso de la edad.

–Este alejamiento del flamenco, ¿lo vive con tranquilidad o con inquietud?

–No, no, no. Es normal y lógico. Hombre, aunque de vez en cuando ves algo... No hace mucho, en una Fiesta de la Bulería que vi por televisión, Juana la del Pipa le cantaba a María del Mar Moreno y ambas se abrazaron. Y es que el cante, el toque y el baile son un sentimiento, y si no lo hay pues no hay nada. Ese abrazo para mí ha sido uno de los momentos vividos, desde lejos, más gratificantes. Como muchos otros que he vivido con gente que ya no está como con Luisa Torrán, que me explicó que lo difícil en el baile por bulerías era entrar y salir. Y tantos recuerdos que son gloria bendita y que no se repetirán.

–Usted defiende que hoy hay masificación del flamenco.

–Sí, sí, sí. Por lo que he estado viendo, oyendo y leyendo creo que las cosas cuando se masifican... Este arte es más pausado. Es como cuando hace años había muchos grupos de sevillanas, hasta que un día dejó de grabarse. Y con el flamenco pasará lo mismo si sigue así, llegará un día en que por la abundancia tan continuada y abrumadora, llegará a bajar en la estimación del público.

–¿Se refiere al flamenco fusión, el flamenquito?

–Es que a mí el término flamenquito no me va, yo soy flamenco. Por eso mismo cuando oigo cantar algunas cosas y me acuerdo de un Agujetas, de una Paquera o de un Tío Borrico... no tiene nada que ver lo que yo he vivido con lo de ahora. Son muchos gorgoritos y fantasías que bueno, a la gente le gusta y no tengo nada en contra. Es así y todo cambia, pero yo pertenezco a la vieja escuela. Hay cosas de ahora que me gustan y otras no. El flamenco de verdad es el que te hace llorar. Hoy hay mucha pinturería.

–Háblenos de Lola Flores, a quien se le va a dedicar un Museo en Jerez.

–Esa famosa frase que se dijo en Nueva York de “no canta, no baila, pero no se la pierdan”, vale. Lola Flores ha sido una figura indiscutible del espectáculo, no del flamenco. Era espectacular y difícil. Su museo ya podría estar hecho y debería ser en su barrio, en San Miguel, no en otros donde no nació ni en edificios que no responden a un museo ya que Lola ha tenido y tiene muchos seguidores y atraería bastante turismo.

–Llega savia nueva a la Cátedra de Flamencología. ¿Le alivia?

–Sí. Murieron Juan de la Plata y Manuel Ríos Ruiz y nos quedamos Manuel Pérez Celdrán y yo. La Cátedra, que ha sido la primera de España, debe retomarse y así esperemos que sea. Debe estar en manos de jóvenes.

–Usted ha hecho de todo...

–Sí, pero mi verdadera vocación es la de actor. Estudié Arte Dramático en Málaga, trabajé con muchas compañías y actores de la talla de Manolo Dicenta, Francisco Piquer, Mary Carrillo, Mercedes Prendes... Y directores por toda España que ya no están. Hasta que la radio se me cruzó y me contrataron en Radio Popular en Málaga y ya dejé de hacer bolos con la compañía de teatro. Estaba ya un poco cansado y es que he llegado a dormir en una bañera en Cuenca por no haber hotel, o en Almería, en los toldos de los camiones de la compañía de Antonio El Bailarín porque El Cordobés y su cuadrilla habían ocupado el hotel que había. Pero cuando eres joven aguantas todo eso. De actor devino mi profesión de radiofonista y de escribir mis tres o cuatro libritos. Yo le debo más al flamenco, al periodismo, a la radio pero mi profesión primera fue el teatro. Esa fue la raíz.

–Llegó a Jerez en 1968 destinado por Radio Popular.

–Sí, me lancé cuando me lo pidieron. El día 28 de febrero. Y aquí estoy y no sé hasta cuándo Dios me tendrá aquí. A Málaga voy poco. Allí están mis hermanos y sobrinos y cuando todo esto acabe iré en autobús a verlos.

–¿Qué trabajos tiene a la vista?

–Sigo colaborando con Diario de Jerez, y estoy preparando un texto que escribió Manuel Ríos Ruiz dedicado a Manuel Torre, quizás lo grabe también en disco, como el que acabo de presentar con letras de Ventura Núñez. Y bueno, seguir viviendo un poquito más.

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