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Martín Caparrós. Periodista y escritor

"Los obesos son ahora los desnutridos del mundo rico"

  • El escritor ha ganado el Premio de Ensayo Caballero Bonald con 'El hambre', un gigantesco fresco sobre uno de los grandes problemas del mundo moderno.

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957), hijo de uno de los más célebres psicoanalistas argentinos, Antonio Caparrós, es un escritor y periodista indefinible que ha hecho carrera en las dos orillas. Él mismo es incapaz de decir si sus influyentes libros de no ficción (El Interior, Contra el cambio...) son crónicas, reportajes, ensayos. De momento, por El hambre, un libro lanzado en 2015 que es un gigantesco fresco sobre uno de los grandes problemas del mundo moderno, ha ganado el Premio de Ensayo Caballero Bonald.

-Ha dedicado dos años de su vida a estudiar el hambre. No las hambrunas, sino al hambre en general.

-Es que las hambrunas no explican el hambre. Las estadísticas dicen que sólo el 8% de las personas que mueren de hambre en el mundo lo hacen por una emergencia de guerra o catástrofe natural.

-El resto es invisible. Sabemos que está ahí, pero no lo vemos.

-Es mucho menos mostrable, más difícil de contar porque no es espectacular, no es actualidad. Hablamos de casi 900 millones de personas que comen menos de lo que deberían comer, lo que supone que entregan al organismo menos de lo que el organismo necesita, que se encuentra debilitado ante cualquier enfermedad que a nosotros no nos causaría ningún tipo de problema.

-La FAO diseñó un plan para acabar con el mundo del hambre. Costaba 30.000 millones de dólares. No parece mucho.

-Claro que no es dinero, sobre todo si sabemos que sólo en Estados Unidos se gastaron 800.000 millones en salvar los bancos. Acabar con el hambre en el mundo no es un problema técnico, sino un problema político. El planeta tiene capacidad para producir alimentos para muchos más de los que somos.

-Es que hablamos de un gran negocio.

-Lo es. Las grandes corporaciones alimentarias ganan mucho con la concentración de mercados, aunque luego resulte que nos sobra el 35% de los alimentos y los tiremos a la basura. Y no es que estas corporaciones deseen que haya hambre en el mundo, sino que es una consecuencia normal de su negocio. Vender alimentos al mundo rico es rentable, vender alimentos al mundo pobre no lo es.

-Hablaba antes de cómo se salvó a los bancos y, si aplicamos la teoría de las fichas de dominó, fueron esos bancos salvados los que, de algún modo, provocaron los dos grandes conflictos bélicos del momento en Siria e Iraq.

-Sin duda. Cuando los bancos recibieron esas inmensas cantidades de dinero por haber arruinado el sistema bancario se encontraron con muchísimo dinero fresco que no tenían en qué invertirlo. Entonces se fijaron en la Bolsa de Chicago, donde se concentra el mercado de futuros de los alimentos. Convirtieron la alimentación en un elemento especulativo. El resultado fue la subida de los precios de alimentos básicos en toda la franja mediterránea africana. Aquello fue el detonante de la Primavera Árabe aprovechada por el EI para hacerse fuerte y que ha desembocado en unos conflictos que cuestan cientos de miles vidas, miles de millones de dólares y, cerrando el círculo, más hambre.

-Cita en su libro a Helder Camara, un religioso brasileño de la Teología de la Liberación, que decía: "Si les doy de comer me llaman santo y si pregunto por qué existe el hambre me llaman comunista".

-Sí, era un obispo muy involucrado. Porque la verdadera solución de los problemas se encuentra en conocer las causas. Están muy bien todas esas organizaciones caritativas que se dedican a repartir alimentos. Pero la caridad no resuelve el problema en general, el que haya cientos de millones de personas que comen menos de lo que deben.

-Bueno, la razón de ser de algunas de esas organizaciones es que haya hambre. Si no hay hambre no tienen sentido.

-Por el momento está bien que existan, pero, ya digo, no son la solución. Lo único que pueden hacer es parchear una situación que no es irreversible. No podemos consolarnos en nuestras buenas conciencias diciéndonos que hay hambre en el mundo porque no hay más remedio que la haya.

-Necesitaríamos un pensamiento internacionalista.

-Es que si no se soluciona el hambre en el mundo es sencillamente porque en nuestros respectivos rincones nacionales no pensamos que sea nuestro problema. Es el problema de otros, gente que no conocemos, y lo que nosotros queremos es que nos solucionen nuestros problemas. Hasta que no percibamos el hambre como nuestro problema los políticos no harán nada.

-Dice que no hay ningún hambriento ateo.

-Yo no los he conocido y he hablado con cientos. Siempre hay un dios dando vueltas cuando hay hambre. Supongo que cuando hay alguien en una situación muy desgraciada necesita un orden superior donde mirar.

-En el mundo pobre los desnutridos están en los huesos y en el mundo rico están gordos.

-Hubo un tiempo en que la obesidad era síntoma de opulencia; ahora los obesos son los malnutridos del mundo rico porque no pueden acceder a una alimentación sana. ¿Qué hay menos nutritivo que una dieta de hamburguesas baratas?

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