l El Miércoles Santo fue ayer una jornada plena. Desde que la Sed puso en la calle su cruz de guía hasta que la Virgen de Regla entró en San Andrés discurrieron más de 12 horas de sentimientos, olores y sabores imposibles de resumir en una sola instantánea. Hay una Semana Santa que se representa en los misterios y palios que portan los costaleros por las calles de la ciudad y otra que dura sólo unos instantes, como la petalada de ayer a la Dolorosa de la Lanzada. O el reclamo de un pequeño monaguillo que, nervioso, busca los brazos de un nazareno del Baratillo . La Giralda o la Feria de Abril son iconos de Sevilla que se asoman siempre que pueden a las ventanas que la ciudad universal abre al mundo. Ayer unos turistas quisieron integrarse vistiendo de flamenca a sus hijas en la salida del Carmen Doloroso. Contrapunto de la sobriedad de un Cristo sediento buscando la Catedral desde Nervión.