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Agustín Vidal-Aragón, presidente de la fundación banco de alimentos de Sevilla

"El 11% de los españoles no puede poner la calefacción"

Agustín Vidal-Aragón posa en la nave de la Fundación Banco de Alimentos de Sevilla.

Agustín Vidal-Aragón posa en la nave de la Fundación Banco de Alimentos de Sevilla. / José Ángel García

Agustín Vidal (Almendralejo, 1962) ha pasado de la sucursal de banca al almacén de un banco de alimentos. "Quería vivir los últimos años de mi vida profesional en Andalucía". Algo que consiguió y que le llevó de manera "casual" a presidir una institución con más de 6.000 voluntarios y que da de comer diariamente a decenas de miles de personas. No obstante, toma este cargo como una etapa más en su vida. "Antes había tres etapas: formación, trabajo en la misma empresa y jubilación; ahora, la formación es continua y hay muchas fases, pues al jubilarte te quedan muchos años de vida".

-¿Qué es un banco de alimentos?

-Es una fundación. Tienen un ámbito fundamentalmente provincial. Hay 55 en España. Todos trabajamos, más o menos, juntos a través de una federación. Hacemos cosas conjuntamente. Este movimiento no se circunscribe a España, sino que es mundial. Nace en Estados Unidos en los años 60 y se expande rápidamente. Todos compartimos tres objetivos básicos: evitar el despilfarro de productos alimentarios, sustentar a los que no los tienen y fomentar el voluntariado. Además, algunos bancos hacemos una labor asistencial y de intervención, tratando de favorecer la integración sociolaboral. Cada año hacemos varios programas de este tipo en las provincias andaluzas.

-Si dejaran de funcionar estos bancos, ¿qué pasaría?

-En Sevilla tenemos 46.000 personas beneficiarias y en Andalucía más de 250.000. Si no actuáramos, dejarían de recibir el 75% de lo que comen. Cada persona recibe aproximadamente 140 kilos de productos no perecederos y unos 170 kilos de frutas y verduras. Sólo en la provincia de Sevilla entregamos siete millones de kilos de alimentos. Si no se entregasen, se tendrían que destruir, con el daño moral y medioambiental que conllevaría.

-¿Cubrís una labor que deberían hacer las administraciones?

-Sí, pero también es cierto que nos ayudan y apoyan.

-¿Gran parte de esa labor se hace en las recogidas?

-Son muy importantes. De los mencionados siete millones, uno y medio lo obtenemos en las dos grandes campañas que hacemos: una en primavera y otra antes de Navidad.

-¿Y cómo ha afectado la pandemia a todo esto?

-Muchas más personas han tenido necesidad de alimentos. Ha cambiado la tendencia positiva que teníamos desde la anterior crisis económica y hemos llegado a atender a más de 65.000 personas. El coronavirus ha hecho incrementar los niveles de pobreza y que se diversifique el perfil de los que piden ayuda. Es preocupante la cantidad de menores de 30 años que vienen a nosotros. Se están quedando descolgados de la sociedad. 

-¿Cuál es el perfil del beneficiario?

-Tradicionalmente, eran personas sin hogar, refugiados o vagabundos. La crisis anterior, entre 2008 y 2010, nos trajo al parado de 50 años que no han vuelto a encontrar trabajo. Ahora, familias jóvenes con hijos y trabajadores o pensionistas que no cobran lo suficiente para vivir. En los últimos años hemos tenido niveles de inflación muy bajos. Por ello, me preocupa que los niveles actuales se mantengan en el futuro.

-¿Tan preocupante es la situación de la gente joven?

-El 28,5% está en situación de exclusión. Esto es tremendamente grave. Pero no sólo ellos. Según el informe de la EAPN (Red Europea contra la Pobreza), el 11% de los españoles no puede mantener la vivienda a una temperatura adecuada. Es decir, si ponen la calefacción no comen y viceversa. Muchos piden para comer teniendo trabajo, porque su salario lo tienen que utilizar para otras cosas.

-¿En qué se parecen y se diferencian la banca y el banco?

-No se parecen en nada (risas). Lo único común es el nombre. La palabra banco, cuando hablamos de alimentos, hace referencia a que nosotros no trabajamos con el beneficiario directamente. Tratamos de almacenarlos, conservarlos y reordenarlos para entregarlos a los necesitados a través de organizaciones. Generamos un proceso de transformación.

-¿Colaborar con el banco le ha hecho cambiar su forma de ver los alimentos?

-Sí. El Banco de Alimentos te desarrolla una mentalidad de utilización adecuada y te cambia la manera de ver la sociedad. Te hace consciente y sensible de muchas situaciones que hay y que son muy próximas. No hay que ir a ningún país para verlo. La gente se muere de hambre en la provincia de Sevilla. Podemos mejorar las cosas aquí cerquita. Hay gente que pasa hambre mientras hay alimentos que se tiran. Alimentos hay de sobra para que todo el mundo coma perfectamente. El problema es cómo hacemos para que eso suceda. Ese es el reto.

-¿Qué tenemos que hacer para superar ese reto?

-Conciencia por parte de la sociedad, administraciones eficientes y mejor trabajo entre las entidades solidarias. Concienciación, colaboración y coordinación.

-¿Qué papel juegan los supermercados en esto?

-Ayudan mucho. Nos hacen donaciones directas y permiten que muchas personas las hagan también en sus establecimientos. Tenemos muchos acuerdos para reutilizar muchos productos que no se pueden vender pero sí consumir. Si no se donaran, se destruirían.

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