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Entrevistas

"Más que una crisis económica, atravesamos una crisis de conciencia"

-¿Qué es un psiconomista?

-En cierta ocasión un amigo me dijo: "Eres una rara mezcla entre psicólogo y economista". Y le contesté: "¡Un psiconomista!". Empezó como una ocurrencia, aunque ya hay varias facultades que imparten la asignatura.

-¿Y para qué sirve la disciplina?

-No sé si tiene el rango de ciencia, pero pretende integrar dos grandes eslabones que nunca se han unido, lo que dificulta que podamos entender algunos fenómenos, como la crisis actual.

-No me dirá que la crisis es psicológica.

-Todo lo que vemos en la realidad no es más que la manifestación de lo que llevamos en el alma. La psicología crea lo real y, por tanto, crea la economía.

-¿Entonces la economía es un estado de ánimo?

-Eso y mucho más. La crisis que atravesamos es de conciencia, no es económica. Nace por la falta de integridad y honestidad, por el exceso de ambición. Por haber comprado, con dinero que no teníamos, cosas que no necesitábamos.

-Pues vaya estupidez.

-Intentábamos impresionar a quienes no conocíamos, o no nos caían bien, poniendo como hipoteca o como activos de aval inmuebles que no valían lo que costaban.

-¿Y cree que tiene arreglo?

-Tendríamos que volver a una cultura del compromiso y la verdad. Hace falta mucha más regulación, acabar con los paraísos fiscales, que los políticos sean decentes…

-Uy, uy…

-Nunca tendremos calidad si no desarrollamos la conciencia.

-¿La crisis ayudará a poner las cosas en su sitio?

-Exactamente. La crisis te despoja de tener para que puedas ser, y eso para mí es una buena crisis. Toda crisis significa un dolor y un malestar, pero te abre las puertas hacia territorios desconocidos.

-¿Tanto como para decir "gracias, crisis"?

-Gracias, crisis, por supuesto, salvo que quieras negar la vida, porque crisis es vida y vida es crisis. No puede haber sombra sin luz. Y esa dualidad no la hemos aceptado.

-Pero hay gente que sufre.

-A quienes lo pasan mal habrá que echarles una mano. Pero debemos aceptar que la vida es una dialéctica continua entre la sístole y la diástole, el día y la noche, el dolor y la esperanza. No puedes transformarte, ni crecer, sin pasar por ciertas travesías del desierto.

-¿El desempleo es una travesía del desierto?

-El mero hecho de ir al paro es una mala noticia. Pero hay gente que aprovecha para ponerse las pilas. Piense cuántas bendiciones de nuestra vida son auténticas pesadillas y cuántas maldiciones, con el tiempo, son el mayor de los regalos.

-¿En eso consiste su teoría de la relatividad existencial?

-Exactamente. El significado que tenemos que dar a las situaciones de la vida se construye de manera dinámica: la lectura no la puedes hacer hasta el final.

-Hay personas que triunfan siendo jóvenes.

-La palabra éxito se ha pervertido también. Viene del latín exitus o exitere, que significa salida, y por tanto sólo puedes evaluar el nivel de éxito de tu vida al final, en un balance global.

-¿Es usted un optimista nato?

-Soy muy realista. El optimismo no se puede vender. Pero creo que hay una correlación muy alta entre el pesimismo y la holgazanería. Ser cínico, descreído y nihilista, ser pesimista, es muy fácil.

-Sospecho que los pesimistas no le gustan.

-Por el contrario, los optimistas que conozco son gente que trabaja mucho, que se arremanga, que cae y se vuelve a levantar. Son bellas personas. Para mí el optimismo no es ingenuidad, es más bien acción coherente y longanimidad.

-¿Longanimidad?

-Es un estado de ánimo que te permite superar la adversidad repetidamente. Mire si es importante el concepto y si está olvidada la palabra que nadie la conoce.

-¿Con qué máxima contra la crisis se queda?

-Me quedo con la idea de que "hay que fracasar hasta triunfar". Creo que es de Gandhi. También pienso que podemos utilizar el pasado como trampolín.

-¿Cualquier tiempo pasado no fue mejor?

-Depende. Mi opinión es que hay que mirar al futuro y, sobre todo, concentrarnos en el presente. Muchas enfermedades de las personas están en el pasado, porque se atormentan preguntándose lo que podrían haber sido, y en el futuro, por la ansiedad que éste genera.

-¿Cómo combatir la sensación de crisis colectiva?

-Estoy hartísimo de oír a la gente quejarse. Las profecías se autocumplen. No hay que ser ingenuo, pero tampoco autodestructivo.

-¿España se recuperará bien?

-España no se va a recuperar: se tiene que reconvertir y reinventar. La pregunta a los presidentes de las comunidades autónomas y del Gobierno, es: ¿Saben ustedes, señores presidentes, qué queremos ser dentro de diez años?

-¿Y cree que lo saben?

-No lo saben ellos, ni lo sabe la población. ¡Y tendríamos que tener claro hacia dónde vamos! Como dice Cortázar, hay que tener el valor de proclamar que todo está perdido y que se puede comenzar de nuevo.

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