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César Vicente | Actor

"Fui a un casting para 'Los Japón' y acabé en 'Dolor y gloria"

  • El joven andaluz se ha convertido en una de las promesas del cine español a raíz de su aparición en la obra de Pedro Almodóvar

El actor César Vicente posa en la sede de Diario de Sevilla.

El actor César Vicente posa en la sede de Diario de Sevilla. / Belén Vargas

La vida ha cambiado bastante en poco tiempo para este actor de 22 años criado en Tomares y formado teatralmente en Triana. César Vicente ha llegado a la primera división de la industria del cine y las series de un salto desde una compañía de teatro independiente. Compartir Dolor y gloria con Antonio Banderas o Penélope Cruz bajo la dirección de Pedro Almodóvar le ha hecho entender el significado de la fama en todas sus vertientes. El paso de un pueblo a la capital le ha traído nuevos trabajos, un nuevo amor y, por ejemplo, la nominación a actor revelación en los Premios Asecan.

–¿Cómo se pasa de Tomares a ser chico Almodóvar?

–Pues la verdad que fue un salto bastante grande. Yo estudiaba en el Teatro Viento Sur y ahí es cuando empecé a darme cuenta de que valgo como actor. Pero antes en el colegio, con 12 o 13 años, empecé con la danza y el canto.

–Es un enamorado del teatro, ¿qué le aporta?

–Me da vida. Saber como soy. El teatro es una enseñanza desde dentro hacia fuera. Creo que es muy diferente al cine. El teatro me da profesionalidad personal y laboral. También me sirvió de liberación y para olvidarme de cosas que me hacían mucho daño. Estuve cuatro años de aprendizaje en Viento Sur y luego montamos la Compañía del Tiempo, en la que estamos los que hicimos el curso. Tenemos un hangar grande donde ensayar y actuar.

–¿Qué le ha supuesto el ser reconocido por el papel en Dolor y gloria?

–Cambia el entorno, las amistades, tu forma de pensar. Pero mis manos, mis ojos y mi pelo son iguales. Le tenía mucho miedo al cine y las series. Mi directora, Maite Lozano, me apuntaba a castings, pero yo me negaba porque no me veía preparado. Yo sólo quería ser actor de teatro. Pero Maite me seguía apuntando y me dijo que había uno importante con Yolanda Serrano y Eva Leira. Buscaban un chaval pillín y con acento andaluz.

–¿Le dijeron para qué película era?

–Fui para Los Japón y acabé en Dolor y gloria. El casting no lo pasé y estaba supercagado. Había mucha gente de otras ciudades de España y fui uno de los últimos por mi apellido. Me dijeron que al mes me llamarían para decirme si me cogían o no, pero al día siguiente llamaron y me dijeron que me fuera a Madrid para el casting de otra película que no me podían decir de quién era.

–Va a su primer casting y acaba trabajando con Pedro Almodóvar, ¿cómo lo vivió?

–Eso no sé explicárselo. Ha sido así. Fue un honor trabajar con él y con el gran elenco de la película. Mi padre es muy cinéfilo y había visto películas de Almodóvar, aunque no las entendía de pequeño. Pedro en las distancias cortas es una maravillosa persona con un coco muy peculiar e interesante. Es directo y tiene claro lo que quiere hacer en cada momento. Lo que pasa por su cabeza tiene que ser grandísimo. Me pregunto cómo es capaz una persona de crear estas obras.

–¿Y qué sintió al verse en la pantalla de cine por primera vez?

–Me emociono cada vez que lo veo, aunque me veo diferente. Veo al personaje, no a mí. Hay que verse sí o sí para aprender de los fallos. El papel me costó trabajo, pero Pedro y el equipo me ayudó muchísimo. Iba con mucho miedo, pero poco a poco me lo fui quitando e intentando aportar al personaje.

–¿Le ha abierto muchas puertas Dolor y gloria?

–Sí, sobre todo hacia series del ámbito del cine. Hice La otra mirada con las mismas directoras de casting. Además, un personaje muy propio: era un jardinero con esquizofrenia en los años 20 en España. Después vino Hernán. Me gustó muchísimo trabajar con Óscar Jaenada y manejar espadas en una serie tan bonita. Y pronto habrá más cosas.

–El cine también le ha abierto las puertas de Madrid a nivel laboral, ¿cómo lleva esa vida?

–Al principio iba loquísima. Pintan Madrid como sexo, drogas y rock&roll y es cierto. Hay que tener mucho cuidado porque te atrapa. Aunque a Madrid se va a trabajar y a Sevilla se va a morir. Echo de menos mi tierra. Allí hay mucho trabajo y aquí mucho arte. En Madrid hablan mucho de Andalucía y se ponen celosos. Nos envidian.

–Sabemos que el mundo de la cultura es muy volátil y su ascensión ha sido meteórica. Si saliera mal, ¿tiene plan B?

–No tenía ningún plan, así que no sé si hay plan B. Me gusta el ámbito. Si no puedo trabajar de actor, trabajaré de cámara, de luces o lo que sea. Pero en esto. Aunque tampoco me importa estar en una tienda de deportes, que me encanta.

–Estudió un ciclo formativo de marketing en la Escuela Mercantil, ¿por qué?, ¿se ve trabajando en ese terreno?

–Mi padre es profesor y da marketing. Para los estudios he sido siempre nefasto, me gustaba el arte. Pero si es verdad que el grado medio de marketing me interesó. El marketing forma parte de la imaginación y de la forma de vender. Marketing es convencer y cuando me subo al escenario del teatro también intento convencer a través de la expresión. El día de mañana me puede ayudar. Pero, aunque me gustó hacerlo, me escaqueaba para ir al teatro (sonríe).

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