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Entrevistas

"Vamos a entrar en una época de menos extremismo"

-¿La calidad de nuestra democracia es homologable?

-Con la crisis ha empeorado. Es de peor calidad que la de los nórdicos o algún país pequeño como Holanda. Nos parecemos más a países grandes como Francia, Alemania o el Reino Unido.

-Ustedes sostienen en su libro que hay un buen nivel de información política, pero falta espíritu crítico.

-A los españoles no nos interesa mucho la política. Según la Encuesta Social Europea 2008/2009, en España interesa la política al 26 % de los ciudadanos; la media de los veintiocho países que participan en la encuesta es del 38 % y países como Alemania, Francia y los nórdicos superan el 50 %.

-¿Estamos poco involucrados?

-Somos poco críticos sobre todo en espacios públicos. En España falta debate en la sociedad civil y en los partidos. Y entre ambos.

-Faltan los intelectuales en el debate público. Savater es uno de los pocos que parece comprometerse.

-Hay pocos y la figura del librepensador es aún menos frecuente. Necesitamos intelectuales rigurosos, con autonomía, que ayuden a fundamentar propuestas políticas y no tengan miedo a expresar sus preferencias políticas. Hace falta debatir y con más rigor.

-¿Aquí fracasaría un Vargas Llosa candidato a presidente, como fracasó en Perú?

-Aquí se le quiere, se le comprende y se le valora; podía haberle ido bien. Aprovecho para felicitarle por el Nobel.

-¿Está el español satisfecho con sus instituciones?

-Sólo a medias.

-Cuando hay un caso de corrupción, ¿quién es más culpable el político que cobra o el empresario que paga?

-Los dos lo son, pero el político es el primero al que no se le debería ocurrir nunca caer en la tentación de cobrar.

-¿Por qué el político piensa tanto en las siguientes elecciones? Las luces largas de Griñán, ¿no se venden bien?

-La política trata del poder, el poder es gobernar y para eso hay que ganar. Hay una cultura del poder muy pegada a ese esquema, que debería hacerse menos esclava de lo inmediato. Los programas a largo plazo son necesarios. Y venden si los ciudadanos entienden su sentido, su contenido y tienen credibilidad.

-¿Lo de Sarkozy con los gitanos es electoralismo?

-Es un electoralismo de muy mal gusto y poco afín al modelo europeo.

-El electoralismo vende. Italia se rindió a Berlusconi.

-Cuando la política se degrada tanto, durante tanto tiempo, los ciudadanos le pierden la confianza y el respeto. Y acaban haciendo cosas difíciles de entender.

-¿Es necesario un nuevo pacto social para ajustar la dimensión social a los nuevos tiempos?

-Es absolutamente necesario, sin perder de vista que el objetivo debe ser reducir las desigualdades y ayudar a los que más lo necesitan mediante políticas que sean lo más eficientes posibles.

-¿Tenemos una crisis de legitimidad?

-La democracia tiene una alta legitimidad como forma de gobierno. Tenemos una crisis de confianza que se traduce en desafección. Los ciudadanos querrían intervenir más. Tienen la sensación que de que pueden influir poco.

-¿Los políticos del inicio de la Transición eran mejores?

-Los políticos de la Transición se formaron en un contexto en el que primaban el compromiso social, la defensa de las libertades y deseos muy sentidos de mejorar nuestra sociedad. Había gente muy formada, que venía de otras actividades. Hoy la formación se hace, en la mayor parte de los casos, en el seno de los aparatos de los partidos. Es otra cosa.

-¿A los españoles les gusta la confrontación?

-Les gusta el bipartidismo, que no tiene por qué ser siempre confrontación. En España se siguen confrontando, sin intermediarios, las dos cosmovisiones que han dominado el debate del último siglo: conservadores y progresistas, izquierda y derecha. Eso sí, con posiciones mucho menos alejadas de las que antaño tuvieron.

-¿Vamos a entrar en una época de menos extremismo?

-Creo y espero que sí.

-¿El sistema autonómico ha mejorado la calidad democrática de España?

-Las autonomías han creado ciertas asimetrías que no gustan, pero han acercado la política a la gente y han contribuido mucho a la solución de problemas regionales y locales. El balance es positivo. Más del 80% de los andaluces están de acuerdo con este modelo de estado. Pero las críticas a la democracia dentro de las autonomías son parecidas a las que se hacen al gobierno central.

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