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Sitapha Savané | Ex jugador de baloncesto

"Yo era el gordo de mi barrio"

Sitapha Savané.

Sitapha Savané. / M. G.

Sitapha Savané (Dakar, Senegal, 1978) entra al trapo con humor. Baloncestista profesional, llegó en 2000 a las Baleares y hasta su retirada (2018) pululó por Canarias, Badalona y Madrid. "Vivo en Bilbao por mi mujer, soy un calzonazos", bromea Taph, que hinca codos para aprobar un máster, con su hijo, Lamine (7 años), encantado de tenerlo a la vera hincando codos, aunque sea por el virus.

–Se formó en la Navy, como el Almirante Robinson. ¿Qué se considera a su lado: capitán de navío, guardiamarina o grumete?

–La prensa me llamaba el Pequeño Almirante, el mayor piropo que me han dicho en toda mi carrera, porque iba detrás de David Robinson en muchas estadísticas.

–¿Qué rival fue el más marrullero de su carrera?

–Hubo unos cuantos. Pero me acuerdo de Marko Banic. Alguna vez me dijo: "Me caes muy bien, pero tienes que odiarme porque soy muy marrullero".

–¿Confirma que es el único no madridista de los comentaristas televisivos de la ACB y que corre sangre culé por sus venas?

–Confirmo que no soy madridista; no haría falta decirlo si me retiré en el Estudiantes... Pero culé en el básket tampoco; en el fútbol sí admito que bastante, aunque cada vez lo sigo menos.

–Se retiró con 40 tacos. Dice un colega que los profesionales aguantan más para pasar menos tiempo en casa...

–Hombre, después de la retirada le compro esa teoría.

–Jugó un año en las Baleares, muchos en las Canarias, varios en Cataluña y en Madrid, vive en Bilbao... ¿España es un país, una nación de naciones?

–Estoy preparado para presentarme a las elecciones porque he vivido en más comunidades que la mayoría de españoles de nacimiento.

–¿No tenemos los españoles muy mala imagen de nosotros mismos?

–Sí, pero pasa en muchos países, salvo los yanquis, que se creen mucho mejores de lo que son. Aquí tendemos a machacarnos mucho más de lo que se debería y con esta crisis lo estamos viendo otra vez.

–Cuentan que fue un galán antes de formar una familia.

–Hace mucho, mucho.

–¿Cómo se ligará a partir de ahora sin arrimarse ni tocarse, don Juan Savané?

–A don Juan nunca llegué. Los niños ya lo tenían fácil con el Tinder y eso es poco de arrimarse, sólo escribir y quedar para rematar.

–¿Lo han acusado más de podemita o de indepe?

–Mucho más de podemita. Un senegalés español que se convierte en indepe sería muy complicado.

–Pepu Hernández lo habría incluido en su gobierno de Madrid. ¿No es mejor entrenador que candidato?

–Como entrenador ha ganado mucho más que como candidato, aunque también se ha formado mucho más.

–Es progresista y feminista. ¿Por qué no lo llamó Pedro Sánchez, que encima es del baloncesto, para nombrarlo ministro?

–Hay mucha gente interesada en ser ministro y después hace falta mucho para serlo; yo no entro en ese grupo.

"En España nos machacamos más de lo que deberíamos; los yanquis se creen mejores de lo que son"

–De crío soñaba con presidir Senegal. ¿Y de mayor?

–Aquel sueño venía porque el presidente es el que realmente puede cambiar las cosas. De mayor aprendes que se puede hacer desde otros sitios sin pasar por el aro de la política.

–Su padre fue ministro y su madre, pionera del movimiento feminista en África. Usted sólo se ha quedado en baloncestista.

–Eso me dicen en la familia. Siempre hay uno que sale rana y fui yo...

–La oveja negra.

–Nunca mejor dicho.

–Él es musulmán y ella, católica. No será ateo, ¿no?

–Ateo no soy. Creo en Dios, pero el más prácticamente del mundo nunca he sido.

–Senegal, de mayoría musulmana, se caracteriza por su tolerancia religiosa. ¿Percibe el peligro de radicalización islámica?

–Muchas cosas de la cultura en Senegal harán de cortafuegos, aunque el peligro existe. Allí se valora la unión entre las dos religiones. En la fiesta del cordero, los musulmanes regalan carne de cordero a los católicos. Y el Viernes Santo, los católicos preparan un dulce riquísimo y le dan a los musulmanes. Los líderes religiosos se respetan muchísimo. Hay más cultura de unión que de división. Que siga así.

–Denuncia que el racismo aún existe en España. ¿No hemos mejorado en los 20 años que lleva aquí?

–Mucho, pero hay ignorancia hacia África. España no ha tenido los vínculos de Francia. Lo que he vivido aquí es la ignorancia, que puede hacer tanto daño como el racismo puro y duro. Jode igualmente si te dicen: "Es ignorancia, no racismo".

–Hablando de ignorancia, Seedorf se quejó de que un periódico español lo llamase "subsahariano" cuando él nació en América.

–Es un ejemplo: negro, pues africano. Si le dices a algunos que hay muchos negros en Suecia, les explota la cabeza. Cuando me preguntan de dónde soy, hago la broma de responder que español y me miran raro. Lo hago por chinchar.

–En la película Airbag sale un lehendakari negro. ¿Ve a Iñaki Williams en el Palacio de Ajuria Enea?

–No me importaría ver a un negro ahí, pero preparado, no creo en las cuotas sólo por rellenar. La igualdad es poner a la persona más preparada, negra o blanca. Pero si lo coges sólo por ser negro y luego la caga, no habrá otro que llegue en la vida.

–Hoy luce buenos bíceps, pero ¿es verdad que de niño lo ponían de portero al fútbol porque era gordito?

–Yo no era gordito, era gordísimo. Era el gordo del barrio, vaya. Donde me crié, si pregunta por Sitapha muchos no sabrían quién es; si dices Buda, que era mi apodo por gordo, todos dirán "ah, sí, claro que sabemos quién es". No corría mucho y me pusieron de portero.

–¿Por eso fue su ídolo Joël Bats, portero de Francia que ganó a España la final de la Eurocopa 84?

–Claro, pensé que un portero puede ser guay también.

–¿Es cierto que se cagó un fin de semana en Baltimore en su época universitaria?

–Sí, sabrá que Baltimore tiene zonas muy peligrosas.

–Por la serie The Wire.

–Exactamente. En Annapolis está la Academia Naval e iba de marcha a Baltimore. Una vez me equivoqué de salida con el coche y acabé metido en lo peor de lo peor de Baltimore. Miraba fuera y me decía: "Mierda, dónde me he metido". Y cuando peor pintaba la cosa, me percaté de algo: "Si tú eres negro, coño". Jajaja. Y pensé que si ponía cara de gángster, nadie me diría nada. Y así salí de allí.

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