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Entrevista

Miguel Ríos: “A nosotros no nos vino a ver Dios, pero teníamos a Elvis”

El músico Miguel Ríos.

El músico Miguel Ríos. / Javier Salas

“Como cuando te vienen hijos, o nietos de mayor, y no tienes problemas para criarlos. Los recibes con una nueva energía y mucha alegría”. Así asume Miguel Ríos (Granada, 1944) las canciones de Un largo tiempo, su último trabajo, en colaboración con The Black Betty, con el que actualmente se encuentra de gira. Un tour que llegará el 6 de agosto al Concert Music Festival (Chiclana, Cádiz) y que culminará en Sevilla el 17 de diciembre.

–Para que usted se llame Miguel Ríos, para que su ser “pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio, un largo tiempo”, ¿y qué más?, ¿cuál cree que es el elemento imprescindible que ha conformado su personalidad musical?

–Supongo que trabajar de aprendiz en la tienda de discos, fue un cambio fundamental para conocer otra cultura musical diferente a la que oía en Granada a final de los años cincuenta. Se puede decir que a los jóvenes en el planeta no nos vino a ver Dios, pero teníamos a Elvis.

–¿Qué es lo más gratificante que le está trayendo esta etapa con The Black Betty?

–Después de sesenta años en la carretera, hago un disco acústico cercano a las raíces del rock&roll, la música que cambió el mundo. Con Jose Nortes, el productor, guitarra y compositor de Un largo tiempo, tengo una relación fraternal y muy creativa. Quizás lo más excitante es girar con unos músicos tan buenos como son el pianista Luis Prado, Manu Clavijo al violín, Gabi Pérez, steel guitar, lap steel y mandolina, y Jose. Una formación novedosa, y con una sonoridad tan diferente a todo lo que he hecho anteriormente, que es un placer compartir el éxito con ellos.

–¿Cómo comienza esa colaboración?

–A Nortes lo conocí en el disco en directo de Quique González en el que hice una colaboración. Eso sería en el año 2008 y desde entonces ha producido todo lo que grabado y, también desde entonces, hemos actuado juntos. Incluso cuando estaba jubilado y cantaba en actos solidarios y en conciertos benéficos. Cuando volví con El gusto es nuestro, se enroló como guitarra, después nos metimos con el Symphonic Ríos y ahora esto.

–Con un cancionero tan inabarcable como el suyo, ¿cómo se plantea el repertorio de un concierto?, ¿duele siempre dejar cosas fuera?

–Claro que duele. Yo voy rotando algunos temas, pero puede pasar que alguien se sienta decepcionado si no escucha su canción. Pero hay temas que son imprescindibles en el repertorio si no quieres que tus mecenas te retiren su favor.

–Con ‘Un largo tiempo’ estará en diferentes localidades andaluzas. ¿Nos echa un pelín de menos? ¿Qué sigue siendo Andalucía en su vida y en su música?

–Hasta ahora y al cerrar la gira el 17 de diciembre en Sevilla, habremos actuado en todas las provincias andaluzas, menos en Jaén, y, en algunas, en un par de ocasiones. Yo tengo Andalucía y Granada en mi corazón y conozco sus tribulaciones y su gloria. Tengo el honor de ser Hijo Predilecto de Andalucía. He trabajado para que mis paisanos me quieran y lo he conseguido. Así que con ese premio no puedo ser desagradecido.

–¿Dónde están los hijos del rock and roll andaluces? Quiero decir, ¿cree que la llama del rock andaluz o desde Andalucía sigue viva?

–El rock, como forma de expresión, sigue influyendo y mestizándose como muchas otras raíces musicales. Probablemente, ahora, el rock identitario tenga menos presencia en la escena andaluza, aunque sigue habiendo bandas que defienden ese pabellón. El flamenco goza de buena salud y ha alcanzado el estatus de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pero el rock sigue siendo la música hegemónica para la mayoría de chicos y chicas que se cuelgan una guitarra en Andalucía. Solo que ahora no son ya los hijos del rock&roll, son los nietos.

–Este año se han cumplido cuatro décadas, se dice pronto, del Rock&Ríos y lo celebró con otro par de noches grandes. ¿Cómo se sintió?

–Me sentí pletórico y muy agradecido a los fans que acudieron a la llamada de la celebración. Muy emocionado de poder reunir la banda original y rendir tributo a los dos compañeros que en ese tiempo fallecieron. Lo cierto es que no quería hacer un concierto mimético al de hace cuarenta años. Por eso lo diseñé para que fuera una fiesta del rock patrio y quise compartirla con colegas que eran hijos y nietos del rock&roll. Artistas que con su talento han sabido impedir que la llama del rock se extinguiera, bombardeada por el aluvión de músicas, modas y estilos. Cantar con ellos y ellas ha sido una pasada.

–Una vez dijo ‘Bye Bye Ríos’, ¿qué le hizo regresar?

–El Bye Bye Ríos era la canción que Luis Prado y yo escribimos para cerrar el concierto de la gira en la que, sinceramente, me despedía de la afición, mostrándole mi agradecimiento y respeto. Aunque técnicamente no paré de cantar, porque seguí aceptando invitaciones de compañeros y de organizaciones solidarias, yo no era más que un jubileta que quería devolver a la sociedad parte de lo que me había regalado. Pero el verdadero regreso lo propició la celebración del 20 aniversario de El gusto es nuestro. Fue ese tipo de invitación que cuando llega ves el cielo abierto para tener la excusa de corregir una mala decisión. Estaba en buena forma, seguía teniendo pelo, me llamaban unos amigos a los que admiraba y adoraba y, además, me pagaban. Luego empalmé con el Symphonic Ríos, y, rodando rodando… caí en Un largo tiempo. Así de sencillo como parece. Ahora expío mi falta de palabra flagelándome con el Hola Ríos Hello, en donde canto todo lo dicho.

–¿Cómo vivió la época más dura de la pandemia? y, en ese regreso a los escenarios, ¿no tuvo miedo?

–Fui uno de los muchos ciudadanos que dio muestra de un civismo que no creía poseer. Con resignación y miedo. Veía como caía la gente de mi generación y daba gracias a la vida de estar a salvo, y me estremecía con las noticias que llegaban de las residencias de la tercera edad, donde la iniquidad se estaba cebando con ellos. Como estábamos componiendo el disco, quise reflejar mi inmenso cabreo escribiendo La estirpe de Caín.

–Y para cerrar, futuro, hablemos de proyectos. ¿Seguirá esta etapa con The Black Betty Trío o en qué anda su cabeza metida?

–El último bolo de la gira lo tenemos programado en Sevilla el día 17 de diciembre. Después, la energía que me quede la quiero emplear en ayudar al desarrollo de mi Fundación para el rock y la solidaridad que, espero, me lleve de vuelta a Granada. Pero eso es otra historia...

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