Manuel lozano leyva | Catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear

"Sin formación científica no se ejerce la democracia"

Manuel Lozano Leyva

Manuel Lozano Leyva / José Ángel García

Manuel Lozano Leyva (Sevilla, 1949) se negó seis veces a irse a Madrid a desempeñar un alto cargo en la empresa pública del uranio (Enusa). Al final cedió por un compromiso ético y porque su director, José Vicente Berlanga, es "una buena persona y un gran gestor". Después de 42 años de vida académica, Lozano Leyva comparte vida en la Residencia de Estudiantes con varios altos directivos del Estado. El 28 de marzo presenta en Burgos El sueño de Sancho (Debate), su última incursión en el mundo del ensayo científico que confronta ciencia y creencia.

-Físico, divulgador, novelista y, desde hace unos meses, alto cargo del Estado en la empresa pública del uranio. ¿Qué es?

-Es una empresa estatal que compra uranio del que se fabrica el combustible que hace funcionar las centrales nucleares. El 60% de la producción se exporta a Francia, Bélgica, Suecia, China y algo a Estados Unidos. El resto es para las centrales de España.

-¿Y es ese combustible cómo es?

-Son varillas de cuatro metros y pico que se introducen cada año y medio en los reactores de las centrales nucleares para que funcionen. El combustible lo hacen 700 trabajadores en una fábrica de Salamanca. Es una ingeniería tan cualificada como la aeronáutica, que en España se hace muy bien.

-¿Cuál es su función?

-Quiere establecerse una estrategia para que la empresa siga, con independencia de lo que ocurra con las centrales españolas y seguir exportando combustible nuclear. En eso estoy, entre otras cosas, poniendo en marcha una estrategia para que la empresa perviva.

-Las centrales españolas tienen a la vista el apagón, ¿no es así?

-El tope es 2035. Son tantas las presiones de ecologistas, partidos y gobiernos que los propietarios -Endesa, Iberdrola y Naturgy- han decidido cerrarlas.

-Usted intentó explicar durante años las virtudes de la nuclear, pero nada...

-Estoy a favor de las renovables, pero hace falta una energía que las respalde. Nunca habrá viento constante y las noches siempre sucederán a los días. En un futuro se logrará almacenar la energía, que es lo difícil, pero falta mucho y por ahora se necesita respaldo: gas, carbón, petróleo o energía nuclear. Si estás contra la nuclear, que es la más limpia, el respaldo tienen que dártelo los combustibles fósiles.

-¿No es paradójico que cierren las centrales en una época en la que hay tanta conciencia con el cambio climático?

-Aún luce mucho posar como antinuclear. Eso cambiará.

-¿Está seguro?

-El propio Gobierno le ha rogado a los dueños de las centrales que sigan, pero han respondido que no, que cierran. Algunas incluso antes de 2035.

-Cuánto temor creó el accidente de Chernóbil en la opinión pública...

-Es curioso. Nadie se cuestiona el transporte aéreo. No es de izquierdas ni de derechas, ni ecologista. Hay quien saca rédito político a denostar la nuclear. Eso debe aceptarse en democracia, pero tiene que ser replanteado. Porque la energía nuclear no es mejor ni peor, es inevitable, como los aviones.

-En Europa tampoco es popular.

-En casi todos los países se asume lo antinuclear como progresista. En Francia sí van camino de un equilibrio entre la nuclear y la renovable. Eso es ser independiente del gas de Putin y del petróleo de Oriente Próximo. La independencia de Europa llegará de la combinación de nuclear con renovables. Y llegará.

-Hay la polémica del cementerio de residuos radiactivos de El Cabril. Los ecologistas piden la visita de europarlamentarios.

-Por muy ecologista que sean, siempre querrán que haya tratamiento hospitalario con radiación nuclear para intentar curar el cáncer, ¿no? Pues eso utensilios médicos generan residuos que tienen que ir a algún sitio. Y, si no quieren que vayan a El Cabril, ¿adónde van? ¿A otro sitio? ¿O es que no quieren que se trate el cáncer?

"Cuando los ecologistas critican el cementerio de El Cabril, ¿qué piden?, ¿que no se trate el cáncer?"

-Usted defiende la importancia de la formación científica en democracia.

-Hoy no puede ejercerse la democracia sin tener unas nociones básicas de ciencia. Hay una carta de 109 premios Nobel que acusan a Greenpeace de crímenes contra la humanidad. Su campaña contra los transgénicos está provocando la ceguera y la muerte de cientos de miles de niños en África. ¿Acaso 109 nobeles están comprados por multinacionales? Pues todos consideran a Greenpeace como ecologista, bonito y amable.

-¿Si hubiera más interés por la ciencia no cundiría esa propaganda?

-Si hubiera una verdadera formación científica podría entenderse que el hombre ha modificado genéticamente los frutos desde el Neolítico y que ahora, en nuestra era, puede hacerlo científicamente, con medios tecnológicos. Nos daremos cuenta un día de que el amor al planeta es una cosa y otra ese ecologismo activista que no necesariamente actúa por el planeta. Ese día se estará ejerciendo democracia.

-¿Por qué es más persuasiva la pseudociencia que la ciencia?

-Porque la ciencia nunca va a lograr cosas que consiguen las pseudociencias o las religiones. Porque no pronostica felicidad, riquezas ni curas milagrosas. Tampoco consuelo por la pérdida de un hijo ni eliminar el miedo a la muerte. En certezas, la ciencia pierde.

-Y hoy todo el mundo quiere certezas.

-La ciencia es modesta. Es capaz de curar enfermedades, dar luz en la noche y volar más rápido que los pájaros, pero cuando afirma algo no lo hace categóricamente, siempre está sujeto a ser mejorado. El tren de vapor funcionaba perfectamente y el AVE lo hace mucho mejor, pero el de vapor funcionaba.

-Lo que va raro es el mundo: Trump, la ultraderecha... ¿Qué está pasando?

-Está relacionado. La propaganda del populismo sobre la inmigración o sobre la pérdida de los valores nacionales es como la pseudociencia. Es pseudopolítica.

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