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José Antonio Gil-Delgado Alberti | Biólogo

“El césped artificial perjudica a gorriones y otras especies”

El biólogo José Antonio Gil-Delgado Alberti.

El biólogo José Antonio Gil-Delgado Alberti. / J.A.G.A.

Un estudioso de los naranjales

José Antonio Gil-Delgado Alberti (1950 Madrid), Doctor en Biología por la Universdad de Valencia y perteneciente al Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, ha dedicado toda su vida a investigar sobre las aves de los naranjales y, últimamente, también sobre mamíferos como el lirón careto. En las lagunas manchegas encontró residuos plásticos en los excrementos de anátidas. Lector voraz y amante del campo, este madrileño que vive en Valencia tiene raíces vascas por su padre (Zarauz) y andaluzas por su madre (Puerto de Santa María).

–Usted ha participado en un estudio que demuestra los perjuicios del césped artificial en las aves que viven en las ciudades

–Sí, iniciamos un estudio en Alcoy sobre las causas del declive del gorrión y, por casualidad, nos encontramos con que, en algunos parques que analizábamos, empezaron a cambiar el césped natural por césped artificial, y poco a poco fue disminuyendo hasta un 60% la población de gorriones. Nos planteamos analizar en profundidad las causas y entre las variables significativas que salieron figura el césped artficial. En los parques en los que se mantuvo el césped natural la bajada de gorriones –una especie que viene sufriendo un declive– no fue tan fuerte. Así pues el césped artificial perjudica a los organismos que dependen del césped natural. Esas conclusiones se han publicado en la revista Urban Ecosystem y la firmamos Edgar Bernat-Ponce, José Antonio Gil-Delgado y Germán López-Iborra.

"El césped natural tiene bichitos y semillas que desaparecen cuando se sustituye por el artificial"

–El césped natural les aportaba alimentos a esas aves que ya no tienen con la hierba artificial…

–Probablemente a los mirlos y otras especies que se alimentan de lo que hay en el suelo les haya pasado lo mismo. Sucede que el césped natural tiene bichitos: caracolillos, lombrices, insectos y semillas que les sirven de alimento. Cuando lo sustituyes por césped artificial esos alimentos desaparecen y ese cambio debe de tener un efecto directo y negativo sobre aquellos organismos que se alimentaban de estos recursos.

–Estas consecuencias no las tienen en cuenta los ayuntamientos...

–Así es. Y ojo que esto no sucede solo en los parques. También pasa en muchas urbanizaciones, propiedades privadas, que están sustituyendo el césped natural por artificial. Creo que hay que probar previamente los procedimientos que se quieren aplicar y actuar solo cuando se tiene clara la respuesta. Lo coherente es saber qué va a pasar.

"Y ojo que esto no sucede solo en los parques. También pasa en muchas urbanizaciones, propiedades privadas, que están sustituyendo el césped natural por artificial"

–¿Por qué esa fiebre de césped artificial en algunas ciudades?

–Supongo que por lograr un ahorro de agua y de costes de mantenimiento. Pero vivimos donde vivimos y no se puede pensar en tener césped como los ingleses o como en el Cantábrico. En las zonas mediterráneas hay que buscar alternativas naturales que necesiten menos agua y que dejen un espacio bonito. Vamos a una gran sequía: o cambiamos las formas de actuar o tendremos que aguantarnos con el cambio global.

–¿Cree que ha influido su uso masivo en los campos de fútbol y en las zonas de juegos infantiles?

–Quizás sirva para los campos de fútbol de los grandes equipos porque es un material más resistente y probablemente no entren aves, pero en los campos de fútbol de los pueblos que están en las afueras sí hay gorriones. Aprovechando los días de lluvia la hierba natural funciona en estos campos y no necesitan mucho más.

"Vivimos donde vivimos y no se puede pensar en tener césped como los ingleses o como en el Cantábrico. En las zonas mediterráneas hay que buscar alternativas naturales que necesiten menos agua y que dejen un espacio bonito"

–El césped artificial para el fútbol se aborda hasta en los másteres deportivos universitarios. Su instalación ha generado un gran negocio

–Sí, son oportunidades nuevas de negocio que se inventan y hay personas que viven de eso. Pero insisto en que para cualquier material nuevo que queramos instalar lo primero es probarlo y ver qué efectos tiene. En el caso que haga daño o se busca una alternativa más válida o vamos destruyendo naturaleza poco a poco.

–¿El césped artificial es antiecológico?

–Claro, es antiecológico como todo lo artificial y es inorgánico. Es plástico entre comillas con todo lo que lleva aparejado el plástico. Entonces ahí no se cría nada. En el caso de los gorriones también le afecta la construcción de contenedores soterrados, ya que los contenedores en la calle les aportaban alimentos orgánicos, pero es lo que hay en aras de la limpieza.

"Para cualquier material nuevo que queramos instalar lo primero es probarlo y ver qué efectos tiene. En el caso que haga daño o se busca una alternativa más válida o vamos destruyendo naturaleza poco a poco"

–Usted también ha estudiado los naranjales de Valencia y sus cambios

–He trabajado en los naranjales desde 1975 y aquí en Valencia hubo una persona en 1995 que se puso a cambiar todo el sistema de riego para sustituirlo por goteo. En aquel entonces los naranjos se regaban por inundación y tenían un tapiz vegetal continuo con multitud de animalitos. Cuando todo estuvo cambiado, a partir de 2007, resulta que no quedó un bicho. Los naranjales que tenían de 200 a 300 parejas de aves reproductoras de más de 20 especies, hoy no llegan a las 20 parejas de tres especies cada año. Se ahorraron en herbicidas y en agua a costa de cargarse mucha vida que funcionaba alrededor de los naranjos.

–¿Había alternativas al goteo para los naranjales?

–Si se hicieran números, y espero que alguien los haga algún día, ahorro de agua no hay tanto en el cambio de inundación al goteo. Pero si se incrementan las superficies cultivadas hasta la cima de las montañas, la superficie de árboles aumenta y se carga el ahorro, y a eso hay que añadir el coste de la energía para subir el agua hasta lo más alto.

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