margaret macmillan. historiadora

"España fue sabia al permanecer neutral en las dos guerras mundiales"

-En Diario de Berlín, William Shirer escribe sobre la natural tendencia guerrera y dominadora del pueblo alemán. ¿Está de acuerdo?

-Difiero totalmente de Shirer. No creo que las naciones tengan características imperecederas. Las sociedades evolucionan de muchas formas; sus economías, valores e instituciones se transforman. En el siglo XVIII, Suecia era uno de los países más agresivos de Europa; en cambio hoy es uno de los más pacíficos. Los españoles del presente, por ejemplo, son muy distintos a los de hace un siglo, y exactamente igual ocurre con los alemanes. Si Alemania disfruta de una posición de dominio en el Viejo Continente no es por un gen enraizado profundamente en su carácter como pueblo. Es porque se trata de un gran país con una economía muy fuerte.

-¿Fue el Tratado de Versalles una mala decisión para los vencedores tras la Primera Guerra Mundial? ¿Lo fueron los de Trianón, Neuilly, Sèvres y Saint-Germain-en-Laye?

-Los vencedores no lo vieron así. Pensaron que Versalles era un buen tratado que castigaría a Alemania y la desactivaría como amenaza de futuro para Europa. Pero los alemanes nunca aceptaron sus términos básicamente porque la mayoría nunca creyó que el país perdiese de veras la guerra. Alemania quería revisar o deshacerse de Versalles. Era la idea: en la década de 1920 se satisfaría esa aspiración, pero una década después Hitler prefirió inclinarse por la guerra como mecanismo corrector. Los otros tratados dieron lugar a una Austria pequeña, una Hungría todavía menor, una Bulgara aproximadamente del mismo tamaño y la reducción del Imperio Otomano a Estambul y parte de Asia Menor. Algunas de esas fronteras se modificaron posteriormente pero otras existen todavía.

-¿Cuál fue en su opinión el momento clave de la Gran Guerra? ¿La irrupción de EEUU? ¿El telegrama de Zimmermann a Carranza? ¿Alguna de las batallas más sangrientas (Verdún, Somme, Galípoli)?

-En el instante en que EEUU decide pelear Alemania tiene todas las papeletas para perderla. Con sus ataques submarinos a barcos americanos, la pérdida de vidas estadounidenses y el telegrama de Zimmermann, el alto mando alemán enfureció a muchos de los americanos que habían confiado en mantener al país neutral. Los soldados y recursos de EEUU inclinaron la balanza contra las Potencias Centrales. Alemania perdió la guerra porque sus aliados colapsaron (sus ejércitos se quedaron sin hombres y sin material), y ése fue el epílogo de su andadura.

-¿A quién adjudicaría el título de mejor estratega militar de la Primera Guerra Mundial?

-Ésa es una pregunta verdaderamente difícil de contestar.

-La trinchera era vital. Eternizó el conflicto en muchos frentes. ¿Cuánto de deshumanización hubo en esas estrechas franjas de tierra, polvo y sangre?

-Las trincheras siempre han estado ahí, por ejemplo en la guerra civil americana. Los ejércitos crecían porque entonces Europa tenía una población en expansión y además contaba con la base industrial para equipar y proveer a millones de soldados. Esos mismos ejércitos eran capaces de recorrer enormes distancias gracias al ferrocarril, permaneciendo en el campo de batalla indefinidamente. Ciencia y tecnología -las claves que hicieron tan notable la civilización europea- contribuyeron a producir armas mejores y más potentes. Atacar se convirtió en una tarea mucho más compleja. En las numerosas guerras previas a 1914, era evidente que los atacantes siempre sufrían enormes pérdidas ante posiciones bien defendidas. Sin embargo, los estrategas militares todavía conservaron durante un tiempo el chip ofensivo.

-¿Le llama la atención que España permaneciese neutral en las dos guerras mundiales?

-En mi opinión, España fue sabia. En 1914 estaba recuperándose de la guerra hispanoamericana y en 1939 justo terminaba la Guerra Civil. Apuntarse a otra contienda habría causado espantosas penurias a una sociedad que ya estaba muy debilitada.

-¿Cuál ha sido el peor tirano del siglo XX? Hay donde elegir.

-No me gustan esos rankings. La Historia no es un concurso de belleza. Hitler, Stalin, Mussolini o Mao fueron todos terribles.

-Dictadores aparte, ¿qué opina de Chamberlain?

-Fue un hombre de honor que hizo todo lo posible por evitar otra guerra. Ahí le respaldó el pueblo británico. Los recuerdos de la Primera Guerra Mundial seguían vivos. Si algo se le puede achacar a Chamberlain es que tardase tanto en comprender que Hitler no era un hombre de Estado corriente que iba a conformarse cuando viera satisfechas sus metas más inmediatas. Hitler quería someter a Europa y veía la guerra con ilusión.

-Intento imaginar aquella cumbre entre Nixon y Mao.

-Fue un momento muy importante porque marcó el final de un largo periodo de hostilidades entre dos grandes potencias y el inicio de una relación muy diferente. Suele decirse que sólo Nixon podía ir a China y creo que es verdad. Su reputación anticomunista era indudable, así que nadie podía acusarle de ser blando con los chinos. Mao también fue crucial: él solo decidió cuál sería la postura de su país. Sin estos dos hombres, la política internacional no habría dado el giro que dio.

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