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Jorge Edwards | Premio Cervantes

"Fidel quitó la Navidad y me mandó un pavo de regalo"

Jorge Edwards.

Jorge Edwards. / José Ángel García

En 1999 consiguió el premio Cervantes. Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) es escritor y diplomático. Ambos oficios se mezclaron en Persona non grata, que escribió cuando salió de Cuba, entre abril de 1971 y abril de 1972, en el primer gobierno de Allende en su país. Invitado por el colegio Buen Pastor y Cesur (Junta Directiva de la Asociación de Empresarios del Sur), ayer participó en un llamado Thin Tank de Innovación Educativa titulado Educar con literatura. Acto que condujo Fernando Iwasaki en la Fundación Cajasol de Sevilla. En 1973, la Junta de Pinochet lo echó de la carrera diplomática. Es autor de El rey de las ranas.

-¿Leen los chilenos?

-Un librero uruguayo de apellido italiano me contaba que sus dos mejores clientes eran Neruda y Pinochet. Éste leía libros de historia militar. Cuando lo detienen en Londres leía la biografía de Napoleón.

-Llega a Barcelona en 1973, el mismo año que Cruyff al Barcelona...

-Carlos Caszely llegó ese año al fútbol español. Ganaron un campeonato y los recibió Pinochet. Caszely era comunista y llevaba una corbata roja. El general hizo el gesto de que se la iba a cortar y él le dijo que la llevaba en el corazón.

-Lo ha invitado un colegio. ¿Recuerdos escolares?

-Uno muy luminoso, La Maisonette, un colegio preescolar mixto en francés. Mis primeros amores vienen de allí, se llamaba Julia. Después pasé a los jesuitas, todo oscuro y frío. Tenías que comulgar todos los primeros viernes de mes para ganarte el cielo.

-¿Cómo se debe enseñar la literatura en el colegio?

-La literatura es útil en la vida. Vicente Huidobro decía que es mucho más difícil escribir un soneto que dirigir un banco.

-¿Y los políticos?

-Deberían leer menos filosofía y más poesía. Que la entiendan, que la profundicen. Pero, por favor, que no escriban. Hay excepciones. En Francia traté, sin llegar a la amistad, a De Gaulle, que había leído a Racine, Molière o Montaigne. Macron tampoco es tonto. En un reciente viaje hablaba de Hegel.

-¿Ha visto a Vargas Llosa en la convención del PP?

-Lo vi y me ha dado pena. Qué complicado tiene que ser ir por la vida de premio Nobel. Escribió un artículo muy favorable de mis memorias. Me llamó y me dijo que se divirtió mucho.

-En Memoria non grata fue testigo del día que Fidel anunció que se suprimían las Navidades...

-Suprimió las Navidades y me mandó un pavo de regalo. Lo cocinó una francesa, la mujer de un poeta amigo, César López.

-¿Imaginaba que Fidel iba a durar tanto?

-Cuando cayó el muro de Berlín, decían que Fidel Castro iba a caer y yo decía que no. Todo lo controlaba con los comités de la Defensa de la Revolución. Cada vieja, cada portera era miembro del Partido.

-¿El dictador perdura?

-Si la economía empieza a funcionar, el dinero, la exportación, la gente no necesita dictaduras. El centroderecha es lo menos malo. Los males menores hay que tenerlos en cuenta siempre, preferibles a las soluciones globales que quieren solucionarlo todo.

-¿Su vocación literaria?

-Mis Memorias las he titulado Los círculos morados. Los escritores chilenos iban a tabernas llenas de humo y bebían vinos malos y baratos que me dejaban círculos morados en la boca. Mi madre le tenía mucho miedo al alcoholismo, tenía un hermano borrachín que murió de cirrosis.

-¿Sabe que Rajoy es persona non grata en Pontevedra, su ciudad natal?

-Rajoy es muy gallego. Yo soy persona non grata en la casa de una hermana mía que es beata y cree que yo soy un pecador peligroso.

-¿Es bueno fomentar la lectura en el colegio?

-Cuando me obligan a leer el Quijote con 12 años lo odié, gracias a eso leí mucho a Azorín. Los dos curas que me enseñaron literatura colgaron la sotana.

-¿El escritor va por libre?

-Yo soy libertario, pero hay que tener cuidado. Lea el poema de François Villon: "Si yo hubiera estudiado en mi juventud, ahora dormiría en cama blanda".

-Una de las cosas más vigentes de su libro, casi medio siglo después, es la "indignación unilateral"...

-El mundo está lleno de indignados unilaterales, pero los derechos humanos son atropellados en todas las ideologías. En política es peligrosa la obsesión ideológica. A los políticos hay que decirles: tómense un rato, tómense un té caliente antes de decidir.

-¿Cambio en Andalucía?

-Si es un cambio legítimo, sin violencia, lo veo bien.

-¿Alguna manía libresca?

-Cuando sufro de no ser rico me voy a una librería de viejo.

-¿Su última obra?

"Un librero uruguayo me decía que sus dos mejores clientes eran Neruda y Pinochet"

-Una novelita sobre el joven Neruda cuando el Gobierno chileno lo mandó de cónsul al Extremo Oriente y vivió el amor de una birmana que tenía celos enfermizos. Salió de allí y el libro, que va a publicar Acantilado, se titula con las primeras palabras de la carta que le dejó: Oh, Maligna. Se fue de Rangún a Colombo, capital de Ceilán. Cuando recreé Rangún, un amigo me dijo que Salgari no salió de su casa de Roma y se inventó Sandokán e Indonesia.

-1989, cae el Muro de Berlín y le dan el Nobel a Cela.

-Fue mi principal enemigo en el premio Cervantes, era partidario de dárselo a toda costa a Umbral. No firmó el acta del jurado. Cuando saqué mi primer libro, coincidí en Chile con él y con Curzio Malaparte en un congreso de escritores. Neruda decía que Cela sería de derechas, pero era un verdadero escritor. He disfrutado mucho con La Rosa, su autobiografía.

-Los jóvenes atléticos cubanos que describe recuerda a los que Chaves Nogales encontró en el Berlín de 1933.

-Estaba en Alemania cuando le ganó el Mundial a Alemania y vi grupos de alemanes semidesnudos borrachos bebiendo cerveza, pena de barbarie. Cuidado con la cerveza, lo civilizador es el vino.

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