alon bar. embajador de israel en españa

"Creo en la capacidad de avance de esta sociedad"

-Este año se conmemora el 70 aniversario de la partida de varios buques de la diáspora judía desde distintos puertos españoles. No es un episodio muy conocido dentro de nuestra propia historia. ¿A qué cree que se debe esto?

-Ahora sí existe un mayor esfuerzo por saber de todo aquel episodio, de las personas y familias que ayudaron a escapar a los judíos que huían del fascismo, sin saber si lo que estaban haciendo era algo peligroso o no, legal o no. En el momento en el que hoy las autoridades han empezado a hablar de cultura y patrimonio, han comenzado a surgir más y más experiencias, más testimonios. En los últimos dos o tres años, sí que ha habido esfuerzos en distintos lugares para explicar este episodio.

-Al contrario de lo que comúnmente se ha creído, parece que el régimen franquista intentó nadar y guardar la ropa respecto a la causa judía...

-Aún actualmente, es difícil de definir la ayuda a los judíos por parte de los particulares, pero parece que la actitud del entonces Gobierno español buscaba congraciarse de alguna manera con los Aliados, una vez parecía claro el signo de la guerra. Probablemente, estos brotes de solidaridad se debieron a un cúmulo de circunstancias, pero la explosión fue tal que no parece que se debiera únicamente a una labor personal. El Ministerio de Exteriores, cuanto menos, miró hacia otro lado cuando los diplomáticos extranjeros ayudaban. Pero, como digo, es algo confuso.

-Estuvo en España durante los noventa, ¿le parecen dos países distintos?

-Tanto como eso no, pero sí que estoy en una realidad muy distinta. La primera vez, vine como consejero y tenía conmigo a tres niños pequeños. Ahora, mi mujer y yo vivimos en el centro de Madrid, y podemos participar en gran parte de la vida cultural de la ciudad... Considero este puesto como una gran suerte, siento un amor muy fuerte por este país. La principal diferencia que encuentro es en la moral de la gente. En el 94-98, se notaban los diez años desde el ingreso en la UE, la gente veía que, prácticamente de ser un país con inercias tercermundistas, habían pasado a ser un país del primer mundo. Toda esa confianza se ha perdido ahora, pero yo creo en la capacidad de la sociedad española para salir adelante.

-¿En qué postura le coloca representar a Israel en un país propalestino, como es España?

-Es un trabajo tremendo, que asumo como un reto, y espero no defraudar. Es cierto que los medios le dan más cobertura a Palestina, y a veces no es fácil. Pero sí te digo que se puede hablar con los españoles, que el diálogo no es duro. Las partes se escuchan. A mí no me asusta la diferencia de opiniones. En Israel, ese diálogo es imposible. En los últimos años, además, se ha dado un endurecimiento de las posturas.

-¿Tiene alguna teoría de por qué esto es así, por qué Palestina parece haber ganado la guerra mediática?

-El porqué del palco mediático debería ser objeto de un largo análisis, aunque es obvio que uno empatiza con el lado débil, y la facción palestina es el lado débil. Eso no quiere decir que, sólo por serlo, tenga que tener siempre razón. Creo que es ahí donde el conflicto se presta a confusión. El segundo aspecto, siempre teniendo en cuenta todas las circunstancias y responsabilidades, es que muchas veces se tira de clichés y repeticiones. Por ejemplo, hace unos días hubo un atentado en Israel en el que un palestino embistió con un coche a un grupo de gente. Murió una bebé e hirió a cinco personas y el Ejército, lógicamente, lo abatió. Yo he podido leer en algún medio: 'El Ejército israelí dispara contra un palestino'. Bueno, sí. Disparó contra un palestino.

-Sí, pero hay escenarios desproporcionados, como el del pasado verano, con 1.200 víctimas civiles. La ONU calificó así mismo, como "injusto y desproporcionado", por ejemplo, el ataque a la escuela que estaba bajo su tutela.

-En la distancia, es difícil tener un escenario claro de lo que ocurre, porque se mezclan muchos términos. Pero parece que no se quiere hablar de las amenazas a Israel, como los túneles, o la negativa de Hamas, hasta en tres ocasiones, a las advertencias de alto al fuego en la frontera. Está bastante claro que se cometen errores graves, pero entre ellos está también esconder armas con escudos humanos. De hecho, sé que mucha de la población de Gaza es consciente del intento de Israel de intentar reducir el número de víctimas civiles. Hamas es una organización terrorista reconocida por la UE y España. También es fácil que, simplemente por ser israelí, te hagan partícipe de lo que muchos extremistas piensan. Y en Israel somos muchos, incluso los hay que opinan que Israel no tendría que existir bajo la premisa de un país judío.

-¿Es realmente Israel un chalet en la jungla?

-A veces nos lo parece. El otro día estaba hablando con el ministro Montoro y me decía: "¿Cómo lo hacéis? No tenéis desempleo, tenéis un crecimiento de 4%, un I+D extraordinario...". Y yo le contesté: "Sí, pero muchos cambiarían todo eso por cambiar de vecinos".

-Israel ha sido ejemplo de optimización de recursos, inversión y potencial humano. España, ahora mismo, parece un erial socioeconómico. ¿Dónde podríamos encontrar reactivos?

-Bien, toda transformación es difícil, pero pienso que el modelo israelí podría ayudar. Creo que los puntos de encuentro entre las diferentes sociedades son relevantes. Tenemos modelos para trabajar con capital riesgo, tecnología, defensa, agricultura intensiva, telecomunicaciones y ordenadores, energías renovables... Creo que las empresas y sociedades israelíes pueden acoplarse a la capacidad industrial y de mercado que hay en España. Los sistemas son compatibles y podemos aprender unos de otros. No estoy en absoluto de acuerdo con esa idea de que España está llena de vagos y gente poco cualificada. Nunca lo he creído. Hay que cambiar el enfoque y reclamar la excelencia. Hay que aprovechar lo que se llama "ecocultura" y estimularnos para llegar a lo que aspiramos. Fácil no es, pero sí posible. La necesidad es la madre del ingenio.

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