El Rocío

Campanitas de plata en el Tiro de Línea

  • Después de 24 años, Sevilla Sur estrena la carreta terminada de su Simpecado ante una multitud de pequeños rocieros

Sevilla Sur, la primera hermandad que ayer echó a andar hacia El Rocío desde la capital, rompió el tedio de la mañana en el Tiro de Línea. Decenas de rostros, en los que los surcos de los años se confundían con la somnolencia, se asomaban a golpe de cada cohete a las ventanas de los humildísimos bloques de Doña Clarines, una de las obras de los Álvarez Quintero, que dan nombre a las calles del barrio.

Era un día especial y no porque el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, hubiera aceptado la invitación del hermano mayor, Juan Perea, y les acompañara en su salida. La hermandad lleva al fin terminada toda la carreta de su Simpecado. Las cofradías vecinas han donado cada una de las campanitas de plata -orfebrería de Marmolejo- que tintinean con sus nombres grabados: la Paz, el Cautivo, Santa Genoveva, la Estrella. Es un aperitivo del 25 aniversario que se celebrará el año que viene.

Muchos de los de Sevilla Sur eran capaces ayer de recitar la lista de precursores, vecinos llegados al barrio a finales de los 70, rocieros de Triana: Antonio Palacios, Maíto, Manolo Cabello, José María Martínez, Manuel Bernardo o Don Carlos, el párroco que ha dado nombre a una plazoleta emblemática para la hermandad. La lista la apunta Enrique Naranjo, otro veterano, al que en mitad de la conversación agarra su nieto Manuel, de tres años. Los dos visten cubana y sombrero de ala ancha. La medalla, al cuello.

Con tantas crónicas y tópicos a la espalda, es difícil describir qué supone el Rocío, admite Naranjo, pintor de brocha gorda, que pone por delante "la convivencia", aunque "cada uno lo vive a su manera". ¿En qué se diferencia Sevilla Sur? Humberto Japón, funcionario y segundo alcalde de carreta, que dejó Triana hace tres años para ir con el Tiro de Línea, apuntaba que "es lo mismo, pero más tranquilo, con menos infraestructura". Porque los 500 romeros, las 37 carriolas, los 20 todoterrenos y los 40 caballistas son pocos si se comparan con las hermandades de Triana y la Macarena y eso que con Sevilla Sur también va Montequinto.

El nieto de Enrique no es el único chiquillo que iba de avanzadilla del Simpecado tirado por Naranjero y Candela, dos bueyes de Los Palacios. Sevilla Sur lleva una multitud de niños; "por lo menos 30", caculaba Inmaculada, una de las madres que iba ojo avizor con Manuel y José Antonio (gemelos de cuatro años); Claudia (de cinco); Juan Carlos (cumplirá seis en el camino) y Rocío, de cinco meses. Apilados en la carriola van juguetes, chucherías y un puñado de fichas escolares.

En su trasiego por el barrio, la hemandad va haciendo paradas en los colegios; en la sede del distrito, donde el teniente de Alcalde de IU, Antonio Rodrigo Torrijos, aportó un ramo; en el cuartel de Eritaña y en la clínica de Fátima. La comitiva se va ampliando con los rocieros que desayunan en los bares (Los Lagares y el Cabeza se llevan la palma) y se van sumando salves y emociones.

Para Manuel Vílchez, el cartero del barrio, son contradictorias. Fue uno de los primeros que hizo el camino con Sevilla Sur hace 24 años. "El Simpecado iba tirado por dos burritas y una carreta de madera prestada de Dos Hermanas". Pero, después de siete años en precario, Correos lo ha hecho fijo y no puede ir. Ayer, acondicionó su ruta para persignarse ante el Simpecado y recibir el beso de su madre, Esperanza García, que lo acompañaba desde la misa de romeros. El móvil permitió que la tía Dolores, que emigró a Valencia, escuchara las primeras sevillanas de esta Hermandad de Sevilla Sur que ya está en el camino.

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