Tribuna Libre

Un trozo de balcón

Una imagen de los cascotes que cayeron ayer desde un balcón en la calle Luna.

Una imagen de los cascotes que cayeron ayer desde un balcón en la calle Luna.

Tuve suerte al igual que mucha otra gente que pasó esa mañana por la céntrica calle Luna de nuestra ciudad: el trozo de balcón de una vivienda había caído al suelo con el inevitable estrépito poco antes de que pasara por allí.

El gran bloque de piedra podía haber matado a un vecino o a cualquier visitante y podemos imaginarnos lo que habría sucedido de no haberse producido el milagro de que en ese momento no hubiera nadie justo debajo.

Inmediatamente se procedió a proteger la finca con una valla: una valla más de las cada vez más numerosas que permanecen luego durante meses en las calles del centro de El Puerto para evitar desgracias mayores y que tanto entorpecen el paso.

He vivido en varias ciudades europeas, y debo confesar que nunca he visto tan irresponsable negligencia. ¿Se toman medidas preventivas o basta con poner una red o una valla cuando sucede algo y confiar en que se produzca otro milagro si vuelve a ocurrir?

¿Hemos pensado en las posibles víctimas y también en la mala reputación para una ciudad como El Puerto, que pretende vivir sobre todo del turismo, de ocurrir una desgracia de ese tipo, algo que puede suceder cualquier día y en cualquier momento, dado el lamentable estado de muchos edificios del casco histórico?

He comentado lo sucedido con varios vecinos de la ciudad, algunos de ellos comerciantes o propietarios de fincas, y todos se quejan de algo que desde estas páginas uno lleva años denunciando: la intolerable burocracia, bajo cualquiera de los gobiernos municipales que se han sucedido, a la hora de conceder cualquier licencia de obra.

Con el pretexto de la protección del casco histórico se ponen continuas e inexplicables trabas a cualquiera que quiera acometer obras de mejora de 

los edificios, incluso cuando se trata simplemente de pintar una fachada de los mismos colores que tenía.

La protección de los edificios de valor monumental o histórico, loable en sí misma, puede llevarse a extremos, como ocurre en El Puerto, que, más que proteger, contribuyen su inevitable deterioro ya que los propietarios no pueden hacer nada si no es esperar a que llegue el solicitado permiso si es que llega algún día.

Y así quienes tenemos una vivienda en esta ciudad que tanto amamos y a la que tanto nos gusta volver una y otra vez, vemos cómo pasa el tiempo, aumentan los edificios en ruinas o semi-ruinas y cada vez se hace más costoso para sus propietarios restaurarlos.

¿No es hora de que el Gobierno municipal, del partido o los partidos que sea, tome medidas urgentes y presione a quien haga falta, ya sea en Cádiz o Sevilla, para que esta ciudad pueda estar a la altura de lo que vecinos y visitantes esperamos de ella?

Es decir, una ciudad de limpias y bellas fachadas, donde haya nuevos museos que inviten a pasar tiempo en ella, la bicicleta sustituya progresivamente al automóvil y pueda circularse por sus calles o sentarse en una terraza sin arriesgarse a que le caiga a uno un trozo de balcón o marquesina sobre la cabeza. Todos nos merecemos algo mejor de lo que vemos aquí diariamente.

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