El bello paisaje de las lagunas de Terry no tiene nada de idílico para Francisco Hernández Iglesias. Este portuense lleva ya un año instalado en una tienda de campaña junto a la laguna Juncosa, una de las tres que forman este enclave rural, poco conocido y situado en mitad de la campiña, apartado de la ciudad. Francisco Hernández se vio obligado a instalarse allí con su precaria vivienda de lona cuando fue desahuciado del piso donde vivía en la barriada de Los Madrileños. Debía un mes de alquiler al propietario y se marchó a Málaga a buscar trabajo. No encontró empleo y cuando regresó a El Puerto se encontró que le habían cambiado la cerradura del piso. Ni siquiera pudo entrar para rescatar los escasos muebles de su pertenencia.

Esto sucedió hace doce meses y desde entonces Francisco Hernández, de 61 años, se despierta cada mañana confuso y desorientado, sin más horizonte que las aguas estancadas y una vieja bicicleta con la que recorre los campos y la ciudad en busca de chatarra, su único medio de subsistencia desde hace un año.

Francisco Hérnández es soldador y alicatador, un oficio que desarrolló hasta que la crisis lo desplazó del mercado laboral. Su último trabajo fue como oficial de albañil en el Ayuntamiento. Sin embargo, el 3 de marzo de 2010 se quedó en el paro de forma definitiva y desde esa fecha su situación social, económica y personal se fue deteriorando. Al entrar la pobreza por la puerta el amor saltó por la ventana: ahora vive separado de su mujer y sus dos hijas, de 17 y 19 años de edad.

Cuando la Junta de Andalucía publicó el Decreto contra la Exclusión Social, Francisco Hernández vio una puerta abierta para poder salir de la espiral de pobreza en la que había caido, por lo que presentó la documentación y fue preseleccionado junto a otros 881 portuenses.

Sin embargo, la semana pasada se publicaron en el tablón de anuncios del Ayuntamiento las listas con los admitidos, en las que su nombre no aparece pese a su desesperada situación.

Ayer se cerró el plazo para las reclamaciones, entre ellas las que él ha presentado en el Registro General Municipal, en la que pregunta al Ayuntamiento "de qué manera han evaluado los asistentes sociales mis carencias, ya que estoy sin cobrar ni una peseta, sin casa para vivir después de un desahucio y durmiendo desamparado en una tienda de campaña, sin luz ni agua". Francisco Hernández lamenta que lo hayan rechazado y se queja de que han admitido a demandantes con una situación económica y social mejor que la suya: "Dentro de la selección hay gente con sus cónyuges con trabajo y cobrando la ayuda familiar, muchos casos de personas que están cobrando. No entiendo cómo han evaluado, cuando hay una persona que está tirada en la calle y que tiene más puntos según la Junta", añade con tristeza.

Su entorno familiar más fercano, sus hermanos, tampoco pueden ayudarle, porque están también en una situación económica precaria.

Su esperanza, según confiesa, era conseguir tres meses de trabajo para poder solicitar la ayuda familiar: "Yo creo que peor que yo no hay nadie, espero que lo reconsideren, porque estoy desesperado y derrumbado", ruega en su reclamación. "Os pido que analicéis bien mis papeles, os lo pido porque ahora viene un invierno y sin casa estoy perdido", concluye en su emotivo escrito dirigido a Bienestar Social.

El Ayuntamiento por su parte afirma que desde el área de Bienestar Social se han analizado el informe y puntuaciones y han garantizado que se siguen "los máximos criterios de justicia y rigor posibles".

El Ayuntamiento afirma comprender su situación de exclusión social "pero son 881 las solicitudes recibidas, por tanto 881 portuenses esperanzados en poder conseguir un contrato". No obstante, confirman que se encuentra en lista de espera, "al igual que otras tantas personas que han obtenido menor puntuación a los seleccionados".