El orden de los tiempos

El oficio de un matemático portuense

  • A finales del siglo XIX nace en El Puerto uno de los matemáticos españoles más relevantes, Pedro de Pineda y Gutiérrez, que llegó a entablar amistad con el científico alemán Albert Einstein.

Hace unos días, el acogedor espacio del archivo histórico municipal del edificio de San Luis fue noticia porque en el mismo tuvo lugar un acto de suma importancia, al menos para conocer y acercarnos a la historia de El Puerto a través de sus personajes. La conferencia titulada 'Pedro de Pineda y Gutiérrez: un matemático portuense en la Edad de Plata de la Cultura española', a cargo de Francisco A. González Redondo, doctor en Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y Profesor Titular de la Historia de la Matemática en la Universidad Complutense de Madrid introdujo la figura de un portuense desconocido para la mayoría. Su retrato, pintado por José Manuel Rivas Espinar, forma ya parte de la galería de alumnos del Colegio de los Jesuitas.

Tras este descubrimiento, y basándonos en el trabajo publicado por el profesor González Redondo en la Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, conozcamos un poco la vida de este ilustre portuense. Para más señas, el día 2 de diciembre de 1891 nace en la calle Luna de nuestra ciudad. Hijo de Rafael de Pineda, de ocupación propietario y María Asunción Gutiérrez, era el mayor de cinco hermanos. Superado el examen de ingreso en el bachillerato en el instituto de Jerez de la Frontera en 1901, realiza los dos primeros cursos de los estudios secundarios en la escuela portuense de Don Manuel Ruiz Catelín; y hasta finalizar sus estudios en el Colegio de San Luis Gonzaga, donde coincide con Rafael Alberti y juega en el recreo con Juan Ramón Jiménez y Pedro Muñoz Seca, dos años mayor que él.

Pedro queda huérfano muy joven y en 1909 se traslada a vivir a Madrid con su madre y hermanos. Comienza una nueva vida en la capital del reino, y para él se abría de par en par un horizonte cargado de ilusiones. Se matricula en la Sección de Exactas de Ciencias en la Universidad Central, aunque al principio no le fueron bien las cosas. Además del cambio de residencia, el 'oficio de matemático' en la España de la restauración era una opción muy desprestigiada. Tras los primeros vaivenes, Pineda encauza definitivamente su futuro hacia las matemáticas en el curso 1913-1914, obteniendo los primeros sobresalientes, todos ellos con matrícula de honor.

Terminada la licenciatura, comienza sus estudios de doctorado, obteniendo los mejores resultados. Comenzaba a vislumbrarse a un hombre enamorado de lo que hacía, pleno conocedor de sus limitaciones y asido a ese oficio de matemático que tan bien definiría el no menos destacado matemático Julio Rey Pastor. Tan es así que ingresa como socio en la Sociedad Matemática Española en la que desarrolla una extensa labor epistolar e investigadora y se incorpora al denominado Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta, instalado en los bajos de la Biblioteca Nacional. Sus tareas docentes comenzaron en academias privadas, donde impartió las asignaturas de Geometría Descriptiva, Análisis Matemático y Cálculo Infinitesimal.

Pero el gran acierto de Pedro Pineda fue el de acceder a las becas de estudio en el extranjero. Su espíritu aventurero y la enorme capacidad para el aprendizaje de otras lenguas le lleva a Basilea y Zürich, habiendo sido seleccionado tras presentar como aval en su curriculum la memoria que constituiría su tesis doctoral, alcanzada con la calificación de sobresaliente el 15 de junio de 1916.

Nada más aterrizar de nuevo en España solicita el certificado de suficiencia que le daba derecho a participar en oposiciones a cátedra. Para acceder ello se pide informes a Rey Pastor quien dice de Pineda: "no sólo revela un gran aprovechamiento de las enseñanzas adquiridas en la Universidad de Zürich, sino que contiene resultados originales interesantes, fruto de su labor de investigación". La Junta no pudo sino acceder al certificado. Tras su paso por todas las escalas docentes universitarias, fue catedrático de las Universidades de Zaragoza, Madrid y Valencia.

Su carácter bondadoso y sus conocimientos de alemán le sirvieron de mucho. En 1923 Albert Einstein visita España, en la gira que le lleva por medio mundo explicando su Teoría de la Relatividad, y Pedro Pineda fue designado interlocutor oficial por la Universidad de Zaragoza. Tan buena fue la impresión al conocerlo, que decidió visitar su casa.

Si numerosas han sido sus publicaciones científicas, no menos importantes su reconocimiento nacionales e internacionales, pudiéndose destacar la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio. Sincero hasta sus últimos días, no llegó a ocupar plaza como académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid y justificó su negativa: 'una dolorosa enfermedad primero, y un decaimiento moral y físico después, no me permitieron ni ahora me permiten iniciar una tarea que, aún antes de todo esto era superior a mis fuerzas'. Tras una larga enfermedad, Pedro de Pineda fallece en Madrid el 7 de enero de 1983. Tras él la interesante vida de un portuense, matemático de oficio.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios