El Puerto

El mercadillo del parque Calderón, afectado por el botellón y la crisis

  • Los vendedores dicen sufrir uno de sus peores veranos y critican que la concentración de jóvenes "espanta a la clientela" y les impide cerrar más tarde

Los puestecillos del parque Calderón no son ajenos al contexto general de la economía y en palabras de algunos de sus propietarios sufren "uno de los peores veranos que recuerdan" en lo que a ventas se refiere. Rondando las siete de la tarde comienzan a abrir los primeros puestos a la espera de clientela. Bolsos, collares, pendientes, anillos, pulseras, colgantes, vestidos, calzado, jerseys, cinturones y hasta figuras decorativas de corte africano reciben a los que se dejan caer por el parque.

El próximo 15 de septiembre los puestos cerrarán al público hasta el año que viene y llegará la hora de hacer balance. Unas cuentas que al parecer este año no va a ser fácil que cuadren. El marroquí Hassan lleva 14 años abriendo cada verano su puesto en el parque Calderón. En él encontramos bisutería, vestidos de playa, gorras, collares o zapatos entre otros artículos a la venta. Este año, sin embargo, las compras han descendido y las perspectivas de Hassan, que es ayudado en su trabajo por su hija, no son nada halagüeñas. "Está siendo el peor año desde que estoy aquí y el próximo será aún peor, porque este año la gente todavía cobra el paro". El botellón que de jueves a sábado tiene como sede el parque tampoco ayuda a mejorar la situación. "Los días de botellón la gente se pone junto a los puestos sin respetar nada, si no hubiera botellón cerraríamos más tarde".

De la misma opinión es la ecuatoriana Doris, que durante el año vive en Madrid y vende peluches, bisutería y objetos personalizados. "Los fines de semana hay que cerrar a las 2 de la mañana porque los jóvenes no se comportan con el botellón y espantan a la clientela, es una pena", se queja amargamente Doris, la responsable del puesto. El mercadillo lo componen 34 casetas, pero junto a ellas también hay otros que buscan sacar unos euros. Así, es posible cambiar de peinado y hacerse unas trenzas o comprar polos de primeras marcas y dudosa autenticidad por sólo 12 euros frente a alguno de los puestos del mercadillo.

Tras la hora de la cena, para la que muchos eligen los bares y restaurantes del centro de El Puerto, el ambiente se anima y centenares de personas recorren la hilera de puestos simplemente mirando o en busca de un artículo que llame su atención o sirva para sorprender a algún ser querido.

Los precios resultan más asequibles que en las tiendas tradicionales, y productos como gafas de sol, bolsos o cinturones entre otros no superan en ocasiones los diez euros, un hecho que teóricamente facilita las compras en una situación de crisis económica como la presente, pero que no ha servido para que los responsables de los puestos cubran sus expectativas de ventas. En unos días se despedirán del parque Calderón hasta el próximo verano.

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