Proyecto windincap Programa europeo de vela adaptada

Cuando la integración se llama espíritu de equipo

  • Personas con discapacidad y navegantes experimentados recorren la Bahía a vela, en una travesía participativa organizada por las asociaciones Ilehandi y La Gaviota

La integración es la capacidad de las personas para formar parte de un equipo, de encontrar un lugar en la sociedad donde conseguir la mayor libertad y autonomía. En el caso del colectivo discapacitado para conseguir esa integración son necesarias unas condiciones de accesibilidad, unas adaptaciones que hagan posible el acceso universal. Un barco funciona como una sociedad en pequeño. Si no está adaptado es difícil acceder a él, pero con una serie de retoques técnicos se consigue hacerlo más accesible. El barco francés Bahies du Monde, de la asociación Ilehandi, no está completamente adaptado, pero sí lo suficiente para que se puedan incorporar a su tripulación personas en sillas de ruedas y con distintas minusvalías.

La operación más complicada es subir a bordo, pero se solventa mediante una sencilla plataforma elevadora. Después, el capitán del barco, Sebastián Berteux, distribuye las tareas entre los discapacitados que forman las tripulaciones.

El velero ha estado tres días en Puerto Sherry, como parte del proyecto Windincap, que llevará la nave por distintos puertos de Europa hasta concluir en Croacia. Ayer salieron a navegar un grupo de discapacitados de las asociaciones La Gaviota y Faisén. Cada cual en el puesto asignado y como un equipo bien compenetrado, fueron izadas las velas desde las sillas de ruedas y con ayuda de la tripulación habitual del catamarán, formada por Arthur Monié y Lidivine Riffault. "No es un barco ideal, pero todo el mundo puede participar en la maniobra; el acceso es participativo y eso es lo importante de este barco", manifestó el capitán, certificando el objetivo del proyecto Windincap, la integración a través de la vela.

La navegación se desarrolló en condiciones moderadas de viento y con la prudencia como norte fundamental: pudiendo izar mucha más vela el barco navegaba a velocidad media. En ocasiones, algunos retazos de bruma dificultaban la visibilidad en la transitada Bahía de Cádiz.

En el barco imperó la sensación de libertad cuando fue impulsado sólo por el viento y se apagaron completamente los motores. Personas con grandes discapacidades, algunas mayores y que nunca habían navegado, disfrutaban de la travesía. "El viaje es perfecto y el estado de ánimo estupendo. Esta actividad es terapéutica. Para una persona discapacitada, el mero hecho de subirse en el vaporcito es un mundo; aquí salen a navegar y se olvidan de su discapacidad", subrayaba Antonio Castejón, fisioterapeuta de La Gaviota.

José María Arrobas, miembro de Faisén, asentía con un gesto y confesaba que con la experiencia había descubierto "algo nuevo, que ahora conozco y me gusta". Tras regresar a puerto, los discapacitados participantes recibieron un diploma de su bautismo de mar y celebraron la travesía, en la que descubrieron que con un espíritu participativo no hay barreras en el mar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios