Reseña del libro ‘Las casas palacio de El Puerto de Santa María’

Un importante legado histórico

  • El matrimonio alemán formado por Ronald y Ursula Daus destaca en su libro el importante legado que suponen para la ciudad las casas palacio de Cargadores a Indias

La pareja alemana formada por Ronald y Ursula Daus.

La pareja alemana formada por Ronald y Ursula Daus.

Es una auténtica suerte para El Puerto de Santa María que una pareja de investigadores alemanes hayan aprovechado la actual pandemia para fijar en ella su mirada y descubrirle su vieja y rica historia al público germano.

Ronald Daus, durante medio siglo profesor de romanística de la Universidad Libre de Berlín, y su esposa, la socióloga y crítica de arquitectura Ursula Daus, se han ocupado ya en obras anteriores de los contactos culturales entre Europa y el ancho mundo, y este ensayo es una nueva aportación a ese conocimiento.Apoyados en una amplísima bibliografía, en la que es rica la que llaman “la Ciudad de los Cien Palacios”, los Daus nos hablan del esplendor y la decadencia de una ciudad que tuvo durante varios siglos un papel clave en el comercio transatlántico.

Lugar del que nos habla el geógrafo griego Estrabón, que cuenta cómo en la época romana utilizaron el llamado Portus Gaditanus los comerciantes y aristócratas romanos, que compraron tierras al otro lado de la bahía para su explotación agrícola.

Siglos más tarde, en el XII de nuestra era, el historiador árabe Al-Zuhri, de Almería, describe tanto el puente de treinta arcos construido por los romanos en la desembocadura del río Guadalete, desde hace siglos desaparecido, como las almadrabas para la pesca del atún, práctica que continúa hasta nuestros días.Una huella de la presencia árabe en la ciudad que entonces llamaban Al-Qanatir la tenemos en los restos de la mezquita que conserva el castillo de San Marcos, mandado construir por Alfonso X el Sabio, el rey castellano que reconquistó El Puerto y lo menciona en sus famosas Cántigas de Santa María.Tras la reconquista llegarían gentes de otras partes de España para colonizar aquellas tierras y entre los llegados destaca el almirante genovés Benedetto Zaccaria (1235-1307), que sirvió a varios señores, entre ellos el rey de Francia y Sancho IV, de Castilla, hijo de Alfonso X.

Encargado de vigilar con sus galeras el estrecho de Gibraltar y proteger la costa atlántica de las incursiones de los piratas bereberes, Zaccaria había amasado una enorme fortuna al recibir del emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo el control de las minas de alumbre de Focea (Asia Menor).

Zaccaria vendió la mitad de El Puerto a Alfonso Pérez de Guzmán, quien a su vez se la entregó en 1306 a su hija Leonor como dote para su matrimonio con don Luis de la Cerda. Gracias a ese y otros acuerdos matrimoniales, la totalidad de la urbe pasó así al ducado de Medinaceli.El Puerto de Santa María iba a tener también un papel fundamental en la gesta colombinas: Colón paso allí al menos dos temporadas, la primera, preparando el viaje del descubrimiento, y luego, organizando se segundo viaje transatlántico.

Los Daus hablan del esplendor y decadencia de una ciudad con un papel comercial clave

Desde El Puerto partieron también otras expediciones que hicieron importantes descubrimientos como la de Alfonso de Ojeda, en la que participaron Americo Vespuccio y Juan de la Cosa, propietario y piloto de la nao Santa María, quien elaboró allí en 1500 el primer mapamundi de la historia, que incluía el continente americano.

Las relaciones comerciales con el Nuevo Continente fueron un importante motor de desarrollo para El Puerto y de riqueza personal para la Casa de Medinaceli, que tenía entonces el monopolio de ese comercio.En 1503 se fundó en Sevilla la Casa de Contratación, que fomentaba la navegación con los territorios de ultramar, regulaba el comercio con América y tenía además una misión fiscalizadora. Años después, en 1547, se crearía en la misma ciudad el Consulado de Cargadores a Indias, encargado de resolver los asuntos civiles.

En su libro, Ronald y Ursula Daus nos hablan de distintos personajes que contribuyeron a la prosperidad de El Puerto, entre ellos, el almirante Bernardino Valdivieso (1644-1691), que compró allí tierras y mandó construir casas palacio con las ganancias obtenidas en sus seis viajes a América.

Cuatro familias procedentes del norte de España controlarían durante años el comercio con América – los Vizarrón, los Araníbar, los Valdivieso y los Rodríguez Cortés- y las casas palacio que mandaron construir dan testimonio del pasado esplendor de la ciudad.

Las casas-palacio no brillaban por su riqueza ornamental exterior, sino por su interior

Aunque, como señalan acertadamente los Daus, las casas palacio portuenses no brillaban por su riqueza ornamental exterior –sus fachadas son siempre un tanto sobrias, con algunos elementos barrocos, sino por sus patios y su lujosa decoración interior, entretanto disipada.

Para los cargadores a Indias, la independencia lograda por las colonias americanas marcaría el fin de sus privilegios comerciales y los resultantes exorbitantes beneficios al tener aquellos que competir con otros comerciantes que decidieron también probar suerte en Cádiz.

Estos comerciantes, muchos de ellos extranjeros -alemanes, franceses, italianos- se afincaron en El Puerto para no estar sometidos al control permanente de la Casa de Contratación, que se había trasladado a Cádiz.Algunos de esos extranjeros se integraron en la alta sociedad gaditana como es el caso del alemán Johann Nikolaus Böhl de Faber, casado con una española y padre de la escritora que firmó como Fermín Caballero, o Thomas Osborne, que compró varias bodegas.

Recogen finalmente los autores los testimonios de viajeros europeos, muchos de ellos famosos escritores como Washington Irving, Teófilo Gautier, Henry Swinburne, lord Byron o Wilhelm von Humboldt, que visitaron la ciudad y quedaron prendados de su belleza.

¡Ojalá sirva este libro, que a uno le gustaría ver traducido al castellano, para que los portuenses tomen conciencia del importante legado cultural e histórico de su ciudad, cuyo centro histórico está hoy por desgracia abandonado, y sientan orgullo en protegerlo!

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