Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

el escultor ignacio lópez en el III centenario de su muerte (IV)

La imaginería del Retablo de Ánimas (II)

  • Dentro de la principal obra documentada del autor, ubicada en la Prioral, dos figuras ocupan las hornacinas laterales del cuerpo principal de la obra, los santos Gregorio y Judas Macabeo

San Gregorio Magno, a la izquierda, y San Judas Macabeo, a la derecha.

San Gregorio Magno, a la izquierda, y San Judas Macabeo, a la derecha.

En esta cuarta entrega que dedicamos a rememorar la importante figura del escultor Ignacio López continuamos analizando su primera obra conocida y documentada, la imaginería del retablo de Ánimas de la Prioral. En esta ocasión prestamos especial atención a las dos figuras que ocupan las hornacinas laterales del cuerpo principal, los santos Gregorio y Judas Macabeo, dejando para más adelante la del arcángel san Miguel.En esta cuarta entrega que dedicamos a rememorar la importante figura del escultor Ignacio López continuamos analizando su primera obra conocida y documentada, la imaginería del retablo de Ánimas de la Prioral. En esta ocasión prestamos especial atención a las dos figuras que ocupan las hornacinas laterales del cuerpo principal, los santos Gregorio y Judas Macabeo, dejando para más adelante la del arcángel san Miguel.

Estos tres santos están presentes en este retablo por su condición de antecedentes de la creencia en la efectividad que tenían las plegarias de los vivos para redimir los pecados leves de los difuntos a modo de "pilares" o "fundadores" del culto a las ánimas del Purgatorio. Son, pues mediadores, intercesores entre éstas y Dios justificando su liberación para alcanzar pronto la gloria.

Tienen en común, además de estar esculpidas por Ignacio López a partir de 1680, estar talladas en madera de cedro y policromadas con las correspondientes labores de encarnado y estofado en vestiduras y tener unas medidas que se aproximan al tamaño natural (160 x 75 x 40 cm.). También las tres manifiestan la doble influencia de Roldán y Arce, dos genios de la gubia que revolucionan el realismo barroco en la escuela sevillana de imaginería, en el tratamiento de cabellera y barba, composición escenográfica, dinamismo y gesticulación en sus posturas, pliegues en indumentaria y algunos rasgos faciales.

San Gregorio Magno

Fue un célebre personaje de la Iglesia del siglo VI, tanto en calidad de Papa, místico y erudito como de afamado escritor religioso (su Libro de los Diálogos se divulgó mucho). Fue canonizado, reconocido como Doctor y uno de los cuatro Padres de la Iglesia latina. También tuvo gran importancia su reforma del clero y la liturgia. La tradición lo asumió como patrón de  sabios e investigadores, profesores y estudiantes por su erudición y de los músicos y cantores por la escuela de canto (gregoriano) que fundó. Además es considerado abogado de las almas del purgatorio y patrón de las cofradías de Ánimas desde el siglo XVI merced a dos hechos milagrosos de su vida: la salvación del alma del emperador Trajano y la de un monje redimido mediante la celebración de treinta misas. Se le aprecia por la creencia en que sus plegarias alivian  el sufrimiento de las almas del Purgatorio, ya que fue uno de los primeros en defender y desarrollar la doctrina de este estado transitorio necesario para expiar las faltas leves y purificarse para acceder a la visión beatífica de Dios. Por todas estas razones la hermandad de El Puerto justifica e impone su presencia en este retablo y así lo representa Ignacio López. 

Aparece erguido, imberbe y con indumentaria papal: casulla, capa, tiara de tres  coronas, manos enfundadas en guantes rojos y cruz pontificia de triple travesaño sostenida con la izquierda, mientras la derecha denota ademán de bendecir. Sobre su hombro izquierdo aparece suspendida la paloma del Espíritu Santo inspirándole, uno de sus típicos atributos. La cabeza ligeramente ladeada hacia su derecha, la postura de los brazos, elevados y extendidos desplegando la capa pluvial con broche central a modo de pectoral, el movimiento de la indumentaria con sus pliegues, curvas y contracurvas y el báculo colocado en diagonal rompen la frontalidad y crean una composición abierta y teatral que recuerda las representaciones de los Padres de la Iglesia en piedra que José de Arce dejara en el Sagrario de Sevilla, influencia asimismo presente en la propia imagen de San Isidoro que López tallara en Lebrija, fechada hacia 1695 y de la que esta portuense podría ser un precedente.

¿Por qué Judas Macabeo?

Este líder de la llamada 'Revuelta de los Macabeos', insurrección judía patriótica y religiosa (167-160 a. C.) contra el  imperialismo de los griegos en Siria, que resultó derrotado, siempre fue considerado un héroe del Antiguo Testamento. En los Libros de los Macabeos se mencionan sus hazañas guerreras. El apodo "macabeo" significa martillo o maza, en alusión a su ferocidad en el combate. Más que por éstas, la Iglesia y el arte lo han recordado por uno de los episodios más importantes de su biografía: "Después de una batalla (…) ordenó un sacrificio expiatorio para que esos muertos fuesen absueltos de sus pecados". Su creencia en la resurrección y la defensa del culto a los muertos relacionan a Judas Macabeo con el dogma del purgatorio: los pecados de los difuntos pueden ser absueltos con plegarias y sacrificios de los vivos. Por eso, a partir de la Contrarreforma, este personaje bíblico jugó un protagonismo especial al servir de argumento contra los protestantes que no admitían el Libro de los Macabeos en el canon de las Escrituras. 

Por haber sido jefe de la sublevación hebrea contra los reyes griegos aparece en este retablo interpretado a modo de general clásico. Erguido y barbado, viste indumentaria de guerrero: cubierta la cabeza con casco o yelmo plumífero, coraza, faldellín con  numerosos y agitados pliegues, manto caído sobre la espalda y apoyado en el brazo izquierdo y medias calzas o borceguíes cortos a la romana cubriendo las piernas hasta la pantorrilla y pies salvo los dedos.Resulta muy interesante la actitud con que Ignacio López ha representado a Judas Macabeo. Los brazos se levantan y las manos muestran sus principales atributos: mientras que la izquierda sostiene y exhibe un corazón, símbolo del alma del difunto, el brazo derecho avanza hacia el espectador para mostrar en su mano el otro emblema que le identificaría y hoy está perdido, el martillo asociado a la fuerza y potencia de su enérgica vida beligerante. La postura de los brazos acompaña a la de las extremidades inferiores (avanzada la pierna izquierda y retrasada la derecha) y crea un contraposto en el cuerpo que, junto al giro de su cabeza hacia la derecha, la ondulación de los largos mechones de la barba y el movimiento de las voladas vestiduras, acentúa la sensación de movimiento en la figura. Quizá esta  impresión de dinamismo y su teatralidad gestual sean, junto con la potencia expresiva de la aguerrida pero noble mirada, las principales cualidades que convierten esta imagen en una de las más conseguidas creaciones de Ignacio López. No obstante, las influencias de Roldán y Arce son innegables. Moreno Arana la relaciona, además, con las figuras jerezanas de san Andrés de la capilla de san Juan de Letrán y la de Dios Padre del retablo de la Encarnación del convento franciscano.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios