El Puerto

Una escuela de verano para que los niños se alimenten también de valores

  • Un total de 83 menores acuden al colegio Mercedes Carbó, de Afanas, para disfrutar del comedor durante estos meses Los pequeños pasan la mañana entre juegos y talleres

Desde principios de julio y hasta el 30 de agosto 83 menores disfrutan por segundo año consecutivo de un verano diferente, que no sería posible sin la ayuda que presta la Delegación Territorial de Salud y Bienestar de la Junta de Andalucía, la administración local y a la gran labor de la asociación Afanas El Puerto y Bahía.

Con esta entidad se viene contando para este servicio desde el año pasado, ya que ha sido la encargada de acoger a estos pequeños no solo en sus comedores sino también permitiéndoles hacer uso de las diferentes instalaciones, tanto del colegio de Educación Especial Mercedes Carbó como del complejo deportivo Manuel Delgado Almisas.

Los representantes de Afanas, junto con el alcalde y diferentes medios de comunicación, realizaron ayer una visita a estas instalaciones para ver como discurre el día a día de estos pequeños.

Los niños que acuden de lunes a viernes a este centro tienen edades comprendidas entre 3 y 14 años y están en este programa por ser menores de familias con dificultades económicas, que han sido derivados a través de los Servicios Sociales del Ayuntamiento porque corrían el riesgo de que durante el verano no se vieran cubiertas sus necesidades alimenticias, al no contar en esta época con los comedores de sus respectivos colegios.

Cada día, a partir de las diez de la mañana dos autobuses realizan una ruta con cinco paradas en diferentes puntos de El Puerto para llevar a los 83 niños al colegio. Una vez allí a partir de las diez y media les dan su desayuno y es a partir de este cuando empieza la diversión para ellos, lo que hace que se les olviden los problemas de casa.

Lo primero, agrupar a cada niño con otros que tengan edades más o menos parecidas para que así puedan desempeñar de forma óptima cada uno de los ejercicios que se realizan durante la mañana, comprobando que se adecuen a cada franja de edad. Por ejemplo, a los más pequeño del lugar se les enseñan canciones, bailes y hacen anualidades.

Para los más mayores tienen apoyo escolar, manualidades, juegos o que ellos colaboren en ayudar a los demás compañeros del colegio a llevar adelante la fiesta de fin de curso, donde todos participan.

A lo largo de la mañana, cada grupo de niños va pasando poco a poco por la piscina para que puedan disfrutar y aprender a nadar, pueden jugar en las pistas de pádel y de fútbol y pueden ver su película preferida en una sala de cine.

A partir de la una y media aproximadamente es cuando empieza el primer turno del almuerzo. La comida que se les pone a estos niños la determina un nutricionista que ayuda con la elaboración de un menú pensado e ideado para que los pequeños coman de todo y que se acostumbren a tener otros hábitos alimenticios.

Luego, cuando terminan, se les hace algún que otro taller más y se les da un picnic como merienda-cena para que a partir de las tres y cuarto de nuevo los autobuses lleven a su casa a cada niño.

Según afirma la coordinadora y psicóloga del centro Manuela Martín-Bejarano, los monitores luchan porque estos niños además de alimentarse día a día también aprendan valores nuevos, pero para ello tienen el difícil reto de que solo cuentan para ello con dos meses, cuando esto es una labor que debería prolongarse durante todo el año.

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