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El Puerto

El asilo de ancianos afronta una obra de gran magnitud que durará ocho meses

  • El mal estado de su estructura y la antigüedad de las tuberías obliga a las Hermanitas de los Pobres a arreglar el edificio para evitar que se venga abajo · Ahora sólo pueden atender a 56 ancianos

Si no fuera por las obras que se están ejecutando desde hace unos diez días en el asilo de ancianos de las Banderas, en un par de años, el edificio podría venirse literalmente abajo. Un problema en el forjado interior de la planta baja ha propiciado que las vigas que sujetan el hormigón se hayan ido oxidando, y por tanto, dilatando hasta ir rompiendo el propio hormigón que las sujeta.

Los encargados de llevar a cabo estas labores de reparación estiman que se extenderán por un periodo aproximado de ocho meses, dividiendo la actuación en tres fases diferentes. La idea era la de no paralizar la labor de las Hermanitas de los Pobres en el asilo, ya que no podrían trasladar temporalmente a todos los ancianos que allí son atendidos. Por tanto, mientras se ejecutan las obras, se han desalojado por completo las zonas afectadas, reubicando tanto a los residentes como al mobiliario en el resto de áreas.

No obstante, como explicaba la madre superiora, Sor María Beatriz, desde este verano ya no reciben a nuevos ancianos, con la intención de perjudicar lo menos posible las tareas de traslado mientras duren las obras. Así, actualmente, sólo hay 59 personas atendidas por una quincena de monjas, aunque el asilo tiene cabida para 120 personas mayores. Aún así, ha habido tres o cuatro ancianos que sí han podido trasladarse voluntariamente a otras residencias cercanas de la congregación, para evitar mayores molestias.

El problema en el forjado, que obliga a rehacerlo de nuevo, se detectó hace unos dos años, pero en un principio se pensó que el origen estaba en las cañerías. Luego, tras la visita de técnicos y arquitectos, achacaron el deterioro al material empleado en la construcción, de mala calidad. Sin embargo, una vez han comenzado los trabajos, a cargo de la empresa sevillana Construcciones Enrique Barbasán, se ha sabido que el problema radicaba en la ausencia de ventilación en la cámara de aire existente entre el suelo del edificio y sus cimientos. El efecto de la humedad y la sal marina no ha hecho sino empeorar el estado de las vigas y ya había provocado que ciertas partes de la planta baja se hubieran arqueado.

Según explicaba el constructor Enrique Barbasán a pie de obra, la falta de ventilación se debió a un error a la hora de construir el edificio, hace tan sólo 26 años, ya que no instalaron las rejillas necesarias que permitieran que el aire de la cámara de aire se renovara correctamente.

Pero además de este significativo percance, las tuberías que recorren todo el edificio, desde la planta baja hasta el último piso, están llegando al fin de su vida útil y se han ido degradando hasta el punto de que, cada día se abrían dos nuevas fugas, provocando charcos, goteras y otros inconvenientes para el asilo. Mientras tanto, los responsables del mantenimiento del asilo han ido colocando abrazaderas en cada punto donde se había abierto las tuberías. Sin embargo, al empezar con las obras, que ahora afectan al área de talleres manuales para los ancianos, la presión del agua ha bajado a la mitad y, al menos, mientras recambian las cañerías por otras nuevas, a la vez que ejecutan el resto de obras, ya no se producen tantas fugas.

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