Entrevista a Francisco Lambea Bornay/Periodista y poeta

“El libro tiene una apariencia frágil pero puede resistir más que las catedrales”

  • El autor rinde homenaje en su nuevo poemario a su madre, Dora Bornay García, que falleció hace tres años

  • Afirma que ninguna palabra expresa como “orfandad”un sentimiento de vacío

“El libro tiene una apariencia frágil pero puede resistir más que las catedrales”

“El libro tiene una apariencia frágil pero puede resistir más que las catedrales” / A.L.V.

Acaba de publicar Tu luz sobre el olvido, su quinto poemario. Tras los libros anteriores dedicados a su mujer, Victoria (Meditación de tu nombre y Densidad del labio), a su padre (El corazón de los días) y a sus hijos (en algunos pasajes de Estampas familiares) en este caso rinde homenaje con Tu luz sobre el olvido (editorial Sial Pigmalión) a su madre, Dora Bornay, que falleció hace ya más de tres años.

–Su madre fue una persona que le marcó mucho, ¿no?

–Sí, yo creo que lo normal es que una madre te marque, y en mi caso así fue y en consecuencia su marcha me ha dejado un gran vacío. Para mí ninguna palabra supera a orfandad cuando se trata de expresar un sentimiento de vacío. . En este libro hablo de un sentimiento universal, en el que he intentado tener mi voz propia y he particularizado, hablando de escenarios y circunstancias concretas. Hay un poema, La mano, en el que digo que dentro de las circunstancias de cada persona hay un momento simbólico que es cuando nuestra madre nos suelta la mano porque empezamos a caminar por nosotros mismos.

–Su madre y usted nacieron el mismo día, un 21 de diciembre. ¿Siempre tuvieron una conexión especial?

–Yo siempre lo he visto como una señal de unión divina o celestial, eso no fue casual, es algo que siempre me ha marcado mucho. Ella nació el 21 de diciembre de 1932 y yo el 21 de diciembre de 1968, de forma que el día que yo nací ella cumplió 36 años. Siempre he pensado que ha habido una unión especial entre nosotros, por eso he querido que el libro se presente en Villanueva de la Serena (localidad de nacimiento de ambos, en la provincia de Badajoz) el próximo 21 de diciembre. Ese día, en el que yo cumplo 50 años y mi madre habría cumplido 86, amaneceré en El Puerto y estaré en Villanueva el mismo día, las dos ciudades de mi vida.

–Habla también en varios de sus poemas de los problemas de visión de su madre.

-Sí, ella tuvo problemas de visión desde niña, pero cuando tenía 15 se agudizaron, era una miopía progresiva y se quedó ciega a los 59 años. Esa ha sido una de las grandes tristezas de mi vida. Me emociona mucho todo lo relativo a la ceguera, me siento muy solidario con ese mundo. Ella lo llevó con gran entereza, era una persona muy fuerte y muy religiosa. Tu luz sobre el olvido tiene precisamente ese significado, que mi madre, sin ver, irradiaba luz, y esa luz permanecerá en la memoria.

–Dice usted en uno de sus poemas que a veces se arrepiente de haber dejado su pueblo cuando marchó a estudiar fuera y posteriormente se estableció en El Puerto. Pero entonces, tampoco habría conocido a su mujer, su vida hubiera sido otra...

–Exactamente, es un dilema terrible. Reconozco que hay una tensión interna en mí un poco absurda. Las circunstancias han sido así., las cosas pasan de una manera y una de las grandes tristezas que yo tengo es el tiempo que no he estado con mis padres. Es una de las reflexiones que te haces con el tiempo, cuando mueren tus mayores.

–Su libro evoca muy bien la vida de los pueblos, en este caso de Extremadura pero extrapolable a cualquier otro pueblo de España. ¿Qué echa de menos de Villanueva?

–Tengo a Villanueva muy presente siempre. Yo ya he pasado más días de mi vida fuera de Villanueva que en mi pueblo, pero cada vez me acuerdo más de él. No pensaba, cuando tenía 20 o 30 años, que me iba a suceder esto, pero me sucede. Alguien decía que el poeta es su infancia y yo tengo esa infancia muy presente. Fue una infancia muy feliz, como deben ser todas las infancias. No guardo muchas fotos, pero las que conservo las miro y siempre me golpean. Siempre ha habido en mi casa un ambiente muy familiar. Ahora cuando entro en la casa de Villanueva siento que el pasado me da una bofetada, es duro estar allí. Desde que ha fallecido mi madre he ido dos veces a esa casa pero no he podido ir solo. No soy capaz de soportarlo.

–Es un libro que deja al descubierto su alma, muy personal e íntimo. ¿No siente usted, que es una persona sobria, algo de pudor al desnudarse espiritualmente de esta manera?

–Sí, este libro refleja mis puntos débiles porque yo soy así, en la poesía no hay impostura. Hablo de cosas muy interiores, de mis sentimientos religiosos... Es cierto que por una parte hay pudor, pero pienso que quienes lean el libro me van a entender, van a tener esa sensibilidad y van a ser respetuosos con los que yo siento. Este libro es un homenaje a mi madre, el libro tiene una apariencia frágil, el papel se moja, se rompe, pero el libro puede resistir más que las catedrales, que con el tiempo pueden caer pero el libro se mantiene. Parece vulnerable pero no lo es, permanece en el tiempo. Yo me siento orgulloso de mis sentimientos.

–Su libro es francamente emotivo y destila una gran tristeza. Escribirlo, ¿ha sido una manera de desahogarse de su pena?

–Escribirlo ha sido terrible, a veces incluso lloraba escribiendo algunos poemas. Me pasó también con mi padre. Cuando escribes un libro dedicado a alguien que ha fallecido estás continuamente pensando en esa persona y como ya no está, te emocionas y lo pasas mal. Hay que seguir adelante y guardar respeto a la memoria de quien no está, pero yo he sufrido escribiendo este libro. Es un homenaje. Uno tiene que intentar ser justo con aquellos que se lo merecen, aunque sea a título póstumo. Yo creo que mi madre lo está viendo desde el cielo.

–¿Cuándo se presentará el poemario públicamente en El Puerto?

–En El Puerto será ya para el año que viene, en la Fundación Rafael Alberti. En el libro también hablo de El Puerto, porque mi madre vivió aquí conmigo los últimos dos años de su vida y yo la recuerdo desde El Puerto.

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