El Puerto

Luppi, el maestro

Es todo un acontecimiento la vuelta de Federico Luppi tras más de diez años ausente, al teatro. Las tablas del Municipal tendrían que retirar "la bufanda" del actor argentino como reconocimiento a la trayectoria vital en el mundo de la escena que, junto con su intensa carrera cinematográfica le sitúa entre los grandes.

El elenco de "El guía del Hermitage" lo completan Ana Labordeta y Manuel Callau, dos actores con un grueso currículum sobre el escenario que configuran, junto con Luppi, un triángulo escénico que convive entre cuadros invocados de Velázquez, Monet y Rembrandt a la vez que con el hambre, el frío y la vieja y desdentada parca que acecha sus existencias.

Herbert Morote, ensayista y novelista peruano escribió esta obra basada en hechos reales en tan sólo tres semanas, inspirado en el conocimiento que existió en San Petersburgo cuando aún se llamaba Leningrado, sobre un guía que a pesar del sitio continuaba ofreciendo 'tours' nocturnos en el museo de la ciudad.

Los sueños y fantasías son propiedad privada, grita entre las cuatro paredes del museo Pavel Filipovich que, junto con su esposa Sonia e Igor, el vigilante comisario de la pinacoteca estatal logran el milagro que sólo se consigue con el toque emocional del teatro. La plasticidad y belleza textual interpretativa logran que el espectador llegue a visualizar sobre las paredes desnudas del museo los cuadros puestos a salvo en los Urales.

Con una escenografía carente de ostentación y adornos, se nos pasea de sala en sala a través de una iluminación correcta y acompañados por la música basada en la sinfonía que el maestro ruso Dimitri Shostakovich compuso durante el asedio de la ciudad.

Probablemente el frío de Leningrado ayudó al inexperto público portuense -que llenó el aforo, todo hay que decirlo-, a que el recital de toses fuera un maremágnum que en algún momento llegó a incomodar a los actores. Los esputos se amortiguan con klinex.

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