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El Puerto

Dificultades para llegar hasta Las Banderas

Muchas carencias ha tenido esta edición de la Feria de Primavera, aunque algunas de ellas sin consecuencias notables para el común de los visitantes, léase la ausencia de la portada o la ausencia de representantes institucionales de las ciudades iberoamericanas, a las que se dedicaba la edición de este año. Al margen del mayor o menor número de chascarrillos que se hayan podido hacer al respecto, lo cierto es que ese tipo de carencias no han afectado en absoluto al desarrollo de la Feria, salvo quizás por quienes buscaban algún producto representativo de Iberoamérica en la caseta del mismo nombre, siguiendo la tradición de años anteriores .

Sí lo han hecho, sin embargo, otras circunstancias, algunas de ellas inevitables como la intensa tromba de agua caída desde la madrugada del sábado hasta bien entrada la tarde, una situación que estropeó por completo una de las jornadas grandes del festejo y que provocó serios daños económicos tanto a los caseteros como a los vendedores ambulantes y a los propietarios de atracciones de feria.

También ha sido un punto negativo este año el que no se alcanzara un acuerdo para evitar la huelga de autobuses, ya que aunque los portuenses han buscado alternativas a esta carencia, lo cierto es que muchas personas han visto truncada su visita a Las Banderas, sobre todo personas que no tienen acceso a otros medios de transporte o a los que simplemente se les quitaron las ganas ante tanto contratiempo, sobre todo en los barrios más alejados de la Plaza de Toros, donde tenían su base los servicios mínimos de los autobuses.

También se quejaban algunos conductores, más numerosos este año ante la falta de autobuses, de los controles de alcoholemia practicados en los accesos de salida del recinto, una medida en la que muchos detectaban un cierto afán recaudatorio.

Otro gran punto negativo de esta última edición de la Feria habría que dárselo a los encargados de controlar la mendicidad infantil en el recinto, ya que durante toda la Feria ha sido constante la presencia de mujeres cargadas de niños, algunos de ellos de muy corta edad, vendiendo claveles con ellos a cuestas a cualquier hora del día. Algo más de vigilancia para evitarlo no hubiese estado de más, lo mismo que para evitar el descarado botellón en la misma puerta de algunas casetas como la municipal, sin que nadie hiciera nada por evitarlo.

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