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Sánchez desafía al PSOE-A y optará a la reelección

  • El actual secretario general cree que los 90 escaños conseguidos son suficientes para presentarse al congreso que se celebrará tras formarse un Gobierno. Los socialistas andaluces acogen con "sorpresa" el anuncio.

Los seis millones de votos perdidos respecto a 2008 con Zapatero, y el millón y medio desde 2011 con Rubalcaba, no desalientan a la actual Ejecutiva federal del PSOE. Pedro Sánchez se agarra a la coyuntural buena posición en la que le han dejado las elecciones del pasado domingo para dar un golpe de autoridad y despejar las voces críticas, aún tímidas en estos momentos, con su liderazgo. 

 

Sánchez se siente legitimado a presentarse a la reelección como secretario general del PSOE. Su segunda posición con 90 escaños le parece suficiente fortaleza para enrocarse y defenderse frente a posibles ataques de compañeros de partido como la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, dirigente de una autonomía que ha vuelto a ser el mayor granero de votos de los socialistas y donde mejor han resistido los embates de Podemos y Ciudadanos. 

 

Sánchez quiere exprimir al máximo sus opciones. Niega al PP y a Rajoy rechazando de plano una posible gran coalición, estudiará posibles acuerdos con los partidos que están a su izquierda y esperará paciente a ver qué hace Albert Rivera y sus Ciudadanos. Para reforzarse en esta posición delicada, en la que puede que tenga que estar semanas, Sánchez espera blindarse como líder del PSOE.

 

 Este anuncio cogió por "sorpresa" a los dirigentes del PSOE andaluz, que se lo tomaron como un nuevo desafío de Sánchez a la voluntad de los socialistas liderados por Susana Díaz. Así, fuentes socialistas señalaron ayer que no esperaban que Sánchez se refiriera a esta cuestión en la reunión de la Ejecutiva federal, que había sido convocada para analizar los resultados de las elecciones generales. "Esto no tocaba hoy", afirmaron desde el PSOE-A. 

 

La intención de Sánchez de presentarse a la reelección fue el principal mensaje que trasladó el secretario de Organización del PSOE, César Luena, tras la Ejecutiva. La decisión tomada fue "aplazar" su congreso ordinario previsto para febrero. Éste no será convocado hasta que finalice la sesión de investidura del presidente en las Cortes. Eso sí, Sánchez aprovechó para anunciar que se presentará a la reelección sea cuál sea el resultado de las negociaciones para ocupar la Presidencia de España. 

 

Luena recordó que el último congreso ordinario -en el que fue elegido Alfredo Pérez Rubalcaba en apretada disputa con Carme Chacón- fue en febrero de 2012. Por tanto, "tocaría organizar el próximo a partir de febrero de 2016". Sánchez llegó a la Secretaría General en un congreso extraordinario en julio de 2014, convocado por Rubalcaba tras una clara derrota en las elecciones europeas, donde Podemos comenzó a hacerse visible con un sorprendente resultado que pocos pronosticaron y que convirtió en un casi desconocido Pablo Iglesias en eurodiputado. 

 

Sin embargo, y dado que la convocatoria del máximo órgano de decisión del PSOE coincide con la fase de constitución de las Cortes Generales y la "sesión o sesiones de investidura", la dirección del partido informó de "la conveniencia de convocar ese periodo ordinario de congresos", desde el federal a los provinciales, "en primavera".

 

Luena quiso dejar claro que la "fecha es orientativa", ya que siempre estará supeditada a cómo se vayan desarrollando los acontecimientos en relación a la formación de un Gobierno. Así, realmente la intención es que sea una vez "termine esta fase" de investidura, "cuando el partido convocaría los procesos congresuales". 

 

Luena defendió que esta decisión es "la más responsable". Para los dirigentes socialistas sería contraproducente para los intereses del partido y del país forzar la celebración del Congreso para elegir el próximo secretario general. "No vamos a meter al PSOE, aunque toque y estatutariamente tenga que ser así, en un periodo de congresos en estas circunstancias", explicó Luena. 

 

Un congreso que, a la espera de saber si tendrá otros contendientes, tendrá a Sánchez como un seguro, tras comunicárselo ayer a la dirección. Luena aseguró que Sánchez, que ayer no habló con los medios, se lo transmitió a "quien primero tiene que saberlo". 

 

Aunque durante la primera semana de campaña el líder de los socialistas dijo que una derrota de su partido sería "un fracaso", los últimos días insistió en que su futuro lo decidirán los militantes del partido, que fueron los que le situaron al frente del PSOE con sus votos. 

 

El secretario de Organización socialista defendió la postura de su jefe, ya que cree que el PSOE "debe centrarse en lo que tiene que centrarse, que es en ser muy prudente y muy responsable en esta fase tan importante en la historia del país". Para Luena esta decisión ofrece un mensaje obvio a los ciudadanos: "Estamos dejando una cosa muy clara, lo primero España y la situación política social y económica en España, y después el periodo ordinario de congresos". 

 

En lo que no quiso entrar a valorar el número 2 del PSOE es en cómo afectaría a este planteamiento la posibilidad de que no se pueda formar un gobierno y haya que celebrar nuevas elecciones. Sobre esta posibilidad, sólo insistió en que lo que se ha decidido es aplazar la convocatoria hasta que culmine la sesión de investidura. "Lo que estamos haciendo es tener previsión y ser prudentes y responsables", sentenció. Sobre la posibilidad de que se presenten candidaturas alternativas a la de Pedro Sánchez, Luena aseguró que "no me preocupa, ni lo sé, ni me importa".

 

La seguridad manifestada por Sánchez contrasta con los resultados del PSOE el pasado domingo, ya que sólo en las grandes ciudades -Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Zaragoza- perdió un millón de votos respecto a 2011. Esta situación ha relegado al PSOE a ser tercera e incluso a cuarta fuerza política en muchas zonas del país, con sonoros fracasos como en Madrid o Cataluña, donde Podemos les ha superado claramente. La formación morada ha logrado un porcentaje de votos muy cercano a los socialistas, lo que ha hundido las aspiraciones de Sánchez. Aunque al final también puede ser su tabla de salvación si consigue entenderse con Pablo Iglesias.       

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