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Elecciones

"Voy a ser fiel a mí mismo; no cambio mi estilo de campaña"

  • A pesar de los sondeos, el candidato mantendrá su estilo pedagógico y se muestra a favor de que el final de ETA no entre en la contienda electoral: "Éste es un asunto de Estado"

RUBALCABA es de los que defienden que no hay que cambiar su estilo de campaña, a pesar de los resultados de todos los sondeos. Como suele decir, en su estilo socarrón, eso serían manotazos de ahogado.

-Vaya manera de comenzar una campaña; con 134.182 parados más en octubre y una encuesta del CIS muy mala. ¿Antes de presentarse a las elecciones, creyó que esto iba a ser lo más difícil de su carrera política?

-Sí, claro que sí. Siempre es más difícil presentarse a la Presidencia del Gobierno, y más en una tormenta como la que estamos atravesando. Ciertamente, es complicado cuando se pertenece al partido que está gobernando.

-Y a las encuestas y al paro, le han antecedido la reforma de la Constitución y el escudo antimisiles de Rota, que ha debido caer mal en toda España, menos en la provincia de Cádiz, donde no lo critica ni IU.

-(Risas) Lo de la encuesta es lo menos importante, hay que mirarlas, hay que leerlas, y si vas por detrás, hay que esforzarse más. El paro es lo peor, lo que de verdad me preocupa. El verano ha sido muy malo, hemos tenido una recaída, se trataba de una crisis que pensábamos que podíamos estar superando en primavera, pero no ha sido así. Toda Europa se ha parado, se ha parado Alemania, se ha parado Francia, Gran Bretaña. España se ha parado, y el resultado del parón económico de Europa y el parón económico de España es más desempleo; por eso estamos ante una recaída, y como sucede con las recaídas de las enfermedades, éstas, a veces, son más duras.

-¿Todo esto no le desmoviliza al militante socialista y al elector potencial?

-Hombre, yo creo que el paro, más que desmovilizar a los electores socialistas, lo que hace es inhibirlos. El problema de nuestros electores es que están, por una parte, enfadados con el Gobierno, porque piensan que tendríamos que haber hecho las cosas de otra manera y, por otra parte, están decepcionados, resignados. Hay un conjunto de gente que cree que esto ya no tiene arreglo, que los mercados se han impuesto definitivamente a la política. Hay un conjunto de sentimientos entre todos ellos que le llevan a la indiferencia; más que indiferencia, división. Yo creo que el sentimiento predominante es un sentimiento de irritación hacia el Gobierno, porque ellos piensan que se podía hacer de otra forma.

-Pues usted está llamado a acabar con ese sentimiento.

-A intentarlo.

-Rajoy perdió sus primeras elecciones por la mala gestión de Aznar de los atentados del 11-M y de una guerra, la de Iraq, que el país no quiso. ¿Cuánto le pesa a usted Zapatero y el paso por su Gobierno? Se lo digo porque Javier Arenas le repite como un mantra eso de "Alfredo, ¿por qué no le dijiste entonces, Alfredo?".

-Esa pregunta sobre Arenas... Me sugiere dos reflexiones: una es que el señor Arenas fue ministro de un Gobierno, el del señor Aznar, y podríamos comparar lo que hizo su Gobierno con nosotros. Estoy seguro que estuvo insatisfecho con eso.

-¿Por qué insatisfecho?

-Sí, ellos presumen que terminaron con unas cifras de empleo muy altas, pero acabaron con un mercado burbuja a punto de estallar. Terminaron, además, en una guerra injusta. La pregunta sería: ¿Arenas, por qué hiciste aquello ¿Y cómo después de todo aquello, Arenas, todavía tienes valor de preguntarle a la gente? Una cosa es que te coja una crisis como ésta, y otra cosa es tratar de mentir sobre los atentados del 11-M. Arenas también le podría hacer la misma pregunta a Merkel, a Sarkozy y a Obama. Ellos están tomando medidas, medidas que tratan de salir al paso de la crisis, medidas ante una crisis económica que cambia de cara, que ofrece perspectivas distintas.

-¿Zapatero pasará a la Historia como el peor presidente de la democracia?

-No, no lo creo. Cuando pase el tiempo, irán quedando recuerdos mucho más afinados. Cuando se escriba la historia de esta crisis, se verá hasta qué punto los márgenes de maniobra de los gobiernos han sido muy estrechos y hasta qué punto decisiones que hoy parecen tremendamente impopulares nos salvaron.

-Hay gente en su partido que opina que su campaña debería virar hacia una campaña más agresiva hacia Mariano Rajoy. Ahondando más en sus debilidades. Con esas encuestas, ¿no se ha planteado algún cambio más allá de su fórmula eminentemente didáctica?

-Soy fiel a mí mismo, no voy a cambiar. Tenemos una campaña en la que tratamos de explicar a los ciudadanos cómo gobernaríamos nosotros. De lo que se trata es que ellos, los ciudadanos, perciban que existe un camino distinto al que, con toda probabilidad, va a adoptar el PP. Bueno, casi ni eso, porque en este momento no está muy claro qué van a hacer.

-Le hablo de tripas, de agresividad.

-Al final, no recuperas la confianza en alguien porque alguien demuestre que el de al lado es un churro. No me encontraría a gusto y, además, creo que los españoles están bastante hartos de la bronca política. Mire, si prolongamos esta bronca durante el discurso electoral, no creo que ningún desencantado del PSOE vaya a dejar de estarlo porque seamos agresivos contra Rajoy. Más bien pienso que si abandonan el desencanto es porque entienden que estamos ofreciendo alternativas, que estamos siendo autocríticos con las cosas que se han hecho y, sobre todo, porque le estamos ofreciendo razones para confiar en nosotros. No recuperas la confianza en alguien porque ese alguien demuestre que el de al lado es un churro.

-¿Pero no es un error admitir que se comienza la carrera electoral por detrás? ¿O que es más difícil que usted gane a Rajoy que el Madrid gane al Barcelona?

-No. Primero, que un madridista diga que le puede ganar al Barcelona, fácilmente, es lo menos que se espera de él. La respuesta del Madrid es de manual. Y lo que vamos por detrás de las encuestas… es que vamos por detrás, pero al inicio de la carrera; por eso hay que correr más.

-No he oído nunca a un candidato en una campaña no decir que vamos a ganar.

-Es que yo nunca he dicho que no vamos a ganar. He dicho que vamos por detrás. Eso no significa que, a lo largo de la recta, no puedas correr más que los otros.

-Con independencia de lo que ocurra el 20 de noviembre, su nombre figurará en los libros como uno de los ministros del Interior determinante para el final de ETA. Sin embargo, en los mítines no habla de ello. ¿Forma parte de un pacto de caballeros con Mariano Rajoy? (La pregunta se realizó una hora antes de que Guerra lo señalase en el mitin de Dos Hermanas como la persona que acabó con el terrorismo).

-No, no es ningún pacto. Proviene de una convicción profunda. Creo que este tema de ETA no debe estar en campaña; no debe estar, éste es un tema de política de Estado, y la política de Estado se debe discutir fuera de las campañas electorales, del partidismo. Es que pretender ganar algún voto a partir de esa política de Estado me parece que es algo como muy farragoso. Lo he dicho siempre, casi diariamente; cientos de veces, seguro.

-Reconocerá que esto de ETA le ha reportado alguna satisfacción.

-Sin duda. Sí, la más importante, la mayor de mi vida política. Estoy convencido de que ETA nunca más va a volver utilizar la violencia.

-¿Está convencido?

-Sí.

-¿Un camino, absolutamente, irreversible? ¿Por qué?

-Porque están muy débiles, porque están aislados, porque no tienen una referencia política ya en el País Vasco. Nadie va a machacar el proceso de Bildu.

-¿No considera negativo que Amaiur pueda tener un grupo parlamentario en el Congreso?

-Yo no creo, vamos a ver. El resultado de Amaiur va a estar inferido por la decisión de ETA; es así, pero habrá que esperar a que vuelvan a su lugar natural. Pero esto iba a ser así. Cualquiera que se hubiera planteado el final de ETA, y yo algunas veces me lo planteé, llega a una cierta conclusión: que el final de ETA no significa el final del independentismo.

-¿Cuándo vislumbró, usted, el final de ETA?

-El día que detuvimos al último general de ETA, a Ata.

-¿Por qué Ata era tan importante?

-Por la información de la que disponía, era el último activista de ETA con capacidad de liderazgo para esa banda. Sí, ese día pensé: esto está acabado.

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